Una autopista fluvial, el mayor canal de entrada de marihuana
Por la hidrovía que integran los ríos Paraguay y Paraná, ingresan en barcazas unas 10.000 toneladas de cannabis
PEDRO JUAN CABALLERO, Paraguay.– “Soy el único responsable”, escribió el capitán Oscar Montiel en un papel manchado con grasa. Dejó la lapicera, se metió en el baño del buque, el Asunción B, y se pegó un tiro en la cabeza. A sólo unos metros del puente de mando, los efectivos de la armada paraguaya habían encontrado lo que el navegante les marcó: un contenedor donde estaban ocultos 13.110 kilos de marihuana que tenían como destino la Argentina. Una carga valuada en 10 millones de dólares.
De no haber sido por ese final trágico, ese cargamento hubiese bajado por el río Paraguay y, luego, por el Paraná. Hubiese recorrido toda la hidrovía, el canal de entrada de la droga al país. Por allí viaja un importante volumen de cannabis que se produce en el centro y el norte paraguayos; unas 50.000 toneladas al año, de las cuales el 20% se trafica hacia la Argentina y, si llega, a Chile.
El malogrado capitán Montiel, de 53 años, "decidió matarse para proteger a su familia de los narcos", cree el fiscal antidrogas paraguayo Ysaac Ferreira, quien explicó a LA NACION que "los tripulantes de barcos y barcazas que navegan la Hidrovía son tentados con grandes sumas de dinero para trasladar río abajo la marihuana que se produce en Paraguay". Son 10.000 dólares por un viaje de esos.
Cuando los hombres de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (Senad) abordaron su barco cerca del puerto de Guyratí, a unos 30 km. de la capital guaraní, el capitán fluvial les señaló el contenedor CBHU615740-5. Además de con la droga, los investigadores se toparon con un dato que nunca se profundizó: un mes antes, narcos de Paraguay, Brasil y la Argentina se reunieron en un hotel de Montevideo para coordinar toda la logística.
"Vemos que estas organizaciones actúan como una especie de cooperativa: los brasileños ponen la marihuana que proviene del norte guaraní; los paraguayos la transportan y los argentinos la ubican en el mercado", explicó Ferreyra.
En esa logística es esencial la Hidrovía, el sistema de navegación por los ríos Paraguay, Paraná y sus afluentes que comienza en Puerto Cáceres -en el límite entre Paraguay y Brasil- y termina en Nueva Palmira, Uruguay. Son 3442 kilómetros de vía fluvial navegable por los que se transporta todo tipo de mercancías, entre ellas, obviamente, drogas.
El tráfico en barcazas y buques por la Hidrovía es menos común que por otras vías, como la terrestre o aérea. Pero el volumen es mucho mayor. En dos cargamentos confiscados el último año se secuestraron 32 toneladas de cannabis que iban aguas abajo. Se tendrían que haber usado 80 avionetas para trasladar semejante carga.
Los empresarios navieros decidieron contratar seguridad privada, agentes armados que integran la tripulación de cada barco para vigilar que ningún cargamento extraño se cuele durante el extenso viaje, que dura entre 9 y 15 días. El presidente del Centro de Armadores Fluviales y Marítimos del Paraguay (Cafym), Guillermo Ehreke, admitió que "el narcotráfico es una de las mayores preocupaciones", así como el robo de combustible, que llaman "ordeñe".
La marihuana secuestrada en el Asunción B provenía del distrito de Canindeyú, que junto con Pedro Juan Caballero es una de las zonas con mayor superficie de cultivos ilícitos. Se cargó durante la noche, mientras llovía, desde pequeñas embarcaciones que se arrimaban al buque. Y la descarga de la marihuana iba a ser igual, sin detener la marcha del barco y sin tocar los puertos, donde los controles formales hacen más complicado el tráfico ilegal.
Campo fértil
En el centro y el norte de Paraguay más 6500 hectáreas de tierra fértil rebosan de cannabis, del cual sólo el 5% es para consumo interno. Se calcula que las dos cosechas anuales de marihuana superan las 50.000 toneladas, lo que sitúa a ese país -según la Organización de Estados Americanos (OEA)- como el principal productor de esa droga en Sudamérica.
El 80% de la marihuana se contrabandea a Brasil, con destino preferencial a San Pablo y Río de Janeiro. El resto cruza a la Argentina y a Chile. A un productor de marihuana paraguayo le pagan 30 dólares el kilo de droga. Ese valor se multiplica por diez sólo con cruzar el río y tocar las costas de Corrientes y Formosa, convertidas en centros de acopio para que, después, la cadena logística traslade la marihuana a Rosario y a Buenos Aires, donde están los principales eslabones de comercialización. Si cruza la cordillera, el kilo puede superar los 2800 dólares.
"Desde hace poco más de una década, el tráfico de droga está copado por organizaciones trasnacionales. Las de mayor peso son las brasileñas Primer Comando Capital y Comando Vermelho, que operan con todas sus estructuras en el norte de Paraguay", apunta el ex fiscal y actual senador Eduardo Petta.
Paraguay tiene la segunda flota de barcazas más grande del mundo después de la del Mississippi, Estados Unidos. Son unas 2900 embarcaciones. En época de cosecha de soja navegan unos 300 convoyes diarios, según calcula Ehreke. Es difícil controlarlos porque el tránsito fluvial no se puede interrumpir.
Según un documento de la Subsecretaría de Lucha contra el Narcotráfico argentina, uno de los escollos para los controles es que "de acuerdo a la normativa internacional no se puede inspeccionar cargas en tránsito si no tienen como destino oficial los puertos argentinos".
Las fuerzas de seguridad argentina "sólo pueden acceder a una inspección con una orden de un juez dentro del marco de una investigación previa", señalaron en el Ministerio de Seguridad, que firmó un convenio con la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas (Capym) para poder controlar los 30 puertos privados del Gran Rosario y, así, combatir el posible ingreso y egreso de drogas por estos canales. Operadores portuarios remarcan que es muy difícil que la marihuana llegue a los puertos. Lo habitual es que, como estaba previsto que ocurra con el Asunción B, sea descargada a pequeñas embarcaciones en plena navegación.
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