San Pedro se mueve al pulso de la “fiebre cripto” y nadie quiere pensar en vaticinios sombríos
LA NACION viajó a la ciudad bonaerense donde casi un tercio de la población se sumó a una “plataforma de trading” que ofrece generosos retornos en dólares
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SAN PEDRO (Enviado especial).- La “fiebre trader” en esta ciudad tiene varias caras. El temor a perder los ahorros o el dinero invertido, por ahora, no aparece como algo latente entre los vecinos. Se calcula que unos 20.000, casi una tercera parte de la población, apostaron a multiplicar su dinero en la plataforma de criptomonedas Rainbow Exchange a través del extraño Knight Consortium.
Los agoreros advierten que eso que luce como una operación con criptomonedas con la que, curiosamente, siempre ganan es, en realidad, una estafa piramidal que estallará cuando ya no haya nuevos incautos que entreguen su dinero –que ahora se usa para pagar las ganancias de 1% o 2% diario en dólares– o cuando la incertidumbre por los pagos genere una “corrida” y la plata desaparezca como en un agujero negro. Pero los “inversores” prefieren abrazarse a los ingresos que, por ahora, no se detienen, y que los hace sentir que tienen, al alcance de la mano, un futuro de ricos sin trabajar, una sucesión de clics en el celular con los que esperan convertirse en millonarios.
San Pedro es una zona productiva, marcada por su tradición en cultivos de cítricos, frutas y verduras. Un enclave de tierras fértiles, moldeadas con trabajo. La historia de esta ciudad de 70.000 habitantes choca ahora con un presente extraño: en vez de mirar el servicio meteorológico o al cielo para tantear cómo viene el clima, que siempre fue vital para el buen funcionamiento del motor de la economía local, casi un tercio de la población está pendiente del celular para entrar al servicio de mensajería de Telegram y recibir las órdenes o recomendaciones de La China.
En ese aparato que calza perfecto en la palma de una mano convergen los “inversores” que operan con la plataforma Rainbow Exchange a través del misterioso Knight Consortium. Uno de cada tres sampedrinos es, ahora, un trader que busca, con la supuesta compraventa de una criptomoneda que nadie se anima a afirmar si realmente existe, ver cómo se multiplica su dinero. Nadie quiere creer que podrían estar, en realidad, frente a una estafa piramidal: todos prefieren abrazarse a esta presente de pura ganancia.
La sospecha es que se trata de algo como lo que ya sucedió hace un siglo en Boston con el esquema montado por Carlo Ponzi, o ya en el nuevo milenio con Bernie Madoff, el mago financiero que hizo desaparecer 65.000 millones de dólares de los inversores que creyeron en él.
Están hipnotizados por una atracción mágica: ganar dinero rápido y de manera fácil. Porque en San Pedro los “inversores”, en su mayoría pequeños, sospechan que todo va a explotar por los aires, pero prefieren vivir esta fiebre trader aquí y ahora, sin pensar en un futuro cercano, que, quizá, resulte apocalíptico. Se imaginan como Ícaro con sus alas de cera volando hacia el calor del Sol, incapaces de dejar de hacerlo.
Van apareciendo las pruebas. Los “gerentes” norteamericanos de la compañía que les hablaron en un evento para invitarlos a invertir eran, en realidad, actores polacos. Y La China es una actriz indonesia. Pero a los inversores no les importa: solo escuchan el sonido del dinero.
Por fuera de la burbuja financiera que flota en San Pedro está la dura realidad, una recesión implacable por la que atraviesa la economía argentina, que en el primer semestre cayó un 3,4%. Aquí, en cambio, se vive otra cosa. “Los restaurantes están llenos los fines de semana. La venta de motos y de autos creció muchísimo”, resume un funcionario municipal, que prefiere no dar su nombre, como la mayoría de los consultados.
Un abogado local que comenzó a asesorar a algunos inversores que quieren recuperar su capital –por ahora no lo lograron– afirma que en San Pedro la segunda moneda en circulación después del peso es el USDT, el token sujeto al valor del dólar y supuestamente respaldado por reservas bancarias o préstamos. Dice que con esas stablecoins, incluso, pueden comprar una camioneta en cualquier concesionaria de la ciudad.
Ese clima hace que, por ahora, no haya conflictos ni denuncias. Hay solo una investigación de oficio que, por la repercusión mediática del caso, abrió la fiscalía general de San Nicolás. El punto crítico es que “al ser algo por fuera de la ley, en caso de que hubiese algún problema cuando las personas quieran retirar su dinero no podrían recurrir al Estado porque se trata de una empresa informal o que operaría ilegalmente en el país”, advirtieron fuentes judiciales.
Ese es el principal temor que flota en San Pedro. Pero lo llamativo es que nadie denunció por ahora. El intendente, Cecilio Salazar, no contestó varias consultas que le hizo LA NACION, aunque en días previos dio entrevistas a medios locales y en Radio 10, donde habló del fenómeno de RainbowEx, aunque evitó calificarlo como una estafa piramidal. “Todo apunta a que esto es un verso, pero hay gente que ha ganado mucha plata en poco tiempo”, admitió.
Con las acciones que ordena La China, los inversores obtienen ganancias del 1% diario. En dólares. Aunque esa rentabilidad resulta ilógica –y alarmante–, en San Pedro se transformó en la mejor carnada.
“Todos estamos atentos, porque a la tardecita hay que entrar a Telegram. La China te indica en qué criptomonedas invertir. En un ratito hacés la operación y esperás”, describió Omar, un jubilado estatal que comenzó a “tradear” por recomendación de su hijo, que es empleado en Papel Prensa, donde se sospecha que nació este extraño experimento social hace un año, a través de un grupo de trabajadores, y de la mano de un personaje mítico llamado Luis Pardo.
Se construyeron leyendas en torno a este hombre al que pocos conocen personalmente. “Se hizo millonario”, sostuvo Sebastián, un joven que también se vio tentado por este circuito temerario de las cripto.
Omar simuló en la vereda de la calle Mitre, en pleno centro de San Pedro, la operación que hace todos los días. Golpeó con el índice la pantalla de su celular. “Así de fácil es”, repitió este hombre de 69 años que apostó todos sus ahorros: 6000 dólares. “Me da 90 por día. Con eso vivo más que bien”, afirma.
El caso de Omar se traslada a miles de habitantes de San Pedro. Él tenía un ahorro de 6000 dólares. Empezó a invertir y a los tres meses logró esa rentabilidad. “Yo retiré dinero y lo hago a través de una billetera virtual. A las 19 tenés que ingresar a la cuenta de La China en Telegram. Te indican qué cripto comprar y a la media hora ya tenés todo listo”, contó el jubilado.
El temor a perder los ahorros o el dinero invertido aparece como algo latente entre los vecinos e, incluso, hasta inevitable. “Esto va a estallar en algún momento. No somos tontos”, admitió una inversora que, sin embargo, sigue fiel a La China.
Puertas cerradas, esperanzas abiertas
Se calcula que unos 20.000 habitantes, casi una tercera parte de la población de la ciudad, apostó a multiplicar su dinero en la plataforma Rainbow Exchange con Knight Consortium, que hace poco montó un evento en un hotel en el que dos actores polacos hicieron de ejecutivos de la compañía para promocionar el sistema de inversiones. La puesta en escena da indicios de la poca seriedad de este negocio.
“No pasa nada. Se formó una pelota gigantesca en los medios, pero la gente está tranquila, porque ganaron dinero. Cómo te vas a quejar de algo con lo que te fue bien”, advirtió un “inversor” de San Pedro. “Puse poco y me llevé más de lo que pensaba”, reconoció. En esa fórmula parece recaer el magnetismo.
Ayer, después de que esta posible estafa piramidal tuviera una fuerte repercusión, las pocas caras visibles de este “negocio” aparecieron cerradas: son dos financieras que tienen sus locales una frente a la otra en Mitre, una de las calles principales del centro de San Pedro. La fachada de Overcash es solo una puerta, con un pequeño cartel arriba.
Hay un portero eléctrico con una cámara, frente al cual el que pretende ingresar debe anunciarse. Ayer, quienes buscaban entrar no pudieron. En esta financiera los “inversores”, según indicaron varias fuentes, podían retirar dinero físico de la rentabilidad obtenida después de adquirir las criptomonedas gracias a las famosas recomendaciones que hace La China por Telegram.
Lo mismo sucedió en Areco Cambios, que tiene un local más amplio, frente a Overcash. La persiana estuvo baja este lunes. Pero la escena está lejos de mostrar la clásica imagen de gente agolpándose a buscar su dinero típica de estos casos.
“No hay una corrida. Eso es lo que quisieron provocar” con las noticias, afirmó otro vecino que también tiene dinero colocado en este extraño negocio de inversión virtual que da –o daba– un 1% de interés diario. “Hay gente que pudo recuperarse, pagar sus deudas”, reconoció una mujer.
Ninguno de los pequeños “inversores” quiere dar su nombre por temor a enfrentar algún control o reclamo. Todos saben que una delgada línea los separa de la ilegalidad.
Aunque este grupo al que se accede por la aplicación de mensajería ya era famoso hace muchos meses en San Pedro, su existencia se volvió viral en los últimos días a través de un posteo del programador Maximiliano Firtman en la red social X.
“Les hacen creer a todos que están comprando o vendiendo una cripto y haciendo un 1% o 2% diario de ganancias. Es un APK instalado por fuera de la tienda, son todas cripto falopa inexistentes, es todo simulación, pero todos están chochos creyendo que son los Lobos de Wall Street”, resumió Firtman.
Les hacen creer a todos que están comprando o vendiendo una cripto y haciendo un 1%-2% diario de ganancias. Es un APK instalado por fuera de la tienda, son todas cripto falopa inexistentes, es todo simulación, pero todos están chochos creyendo que son los Lobos de Wall Street. pic.twitter.com/mP9AKomDED
— Maximiliano Firtman (@maxifirtman) October 1, 2024
Aprovechar mientras dure
“Sabemos que esto se va a terminar. Pero hay que aprovechar mientras dure”, opinó Omar, el jubilado estatal que se introdujo sin saber de qué se trataba en este mundo de las finanzas virtuales a través de su hijo, que trabaja en Papel Prensa.
“Ahí comenzó todo en septiembre pasado”, explicó este hombre. “A mi hijo le propuso ingresar en el negocio un joven que se llama Luis Pardo. Él ahora ya es administrador. No invierte más. Gana una comisión por los nuevos inversores”.
Sebastián, de 34 años, apostó la indemnización que cobró después de haber trabajado en una metalúrgica durante una década. “No metí todo, sino la mitad. Me aseguré con un plazo fijo en el Banco Nación. Decidí asumir el riesgo y el resto lo metí en Rainbow. Soy consciente de que esto es una burbuja que en cualquier momento va a reventar. Pero hay que aprovechar el momento. Tener timing. Logré comprarme una camioneta y las herramientas que necesitaba para trabajar. Yo decidí luego retirarme, porque sospechaba que en algún momento todo se iba a desmoronar, que es lo que va a pasar ahora”, afirmó.
Este hombre reveló que algunos excompañeros suyos dejaron el trabajo. “Ganaban tanto que no necesitaban el sueldo”, apuntó. “La ciudad se reactivó en medio de una fuerte recesión. Esto es una locura más que un milagro”, arriesgó.
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