La “casa del horror”. Los cadáveres de las hermanas asesinadas estaban en un pozo, a más de 50 metros, y ahora buscan un tercer cuerpo
Los investigadores buscan a quien sería el del padre de las mujeres, pero también el de los jóvenes que siempre creyeron ser sus nietos; el hombre desapareció hace un tiempo, también en el barrio Aeropuerto, de Córdoba
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CÓRDOBA. A 52 metros de profundidad, en un viejo pozo de agua en el patio de la que ya comienza a ser llamada simplemente como “La casa del horror”, fueron encontrados los cuerpos de las hermanas Esther y Sara Castro, de 41 y 39 años. Por el crimen están detenidos los hijos de Esther. Si ese cuadro ya es terrible, el drama podría ser todavía más profundo. Ahora, la policía busca un tercer cadáver: el del padre de las víctimas, que también sería el padre de los acusados, fruto de las violaciones a las que habría sometido a la mayor de sus hijas. El hombre está desaparecido hace tiempo.
Los equipos de bomberos y de la policía trabajaron 36 horas hasta encontrar los cadáveres. La búsqueda comenzó el lunes a la madrugada, después de que un tío de Ismael, de 21 años, y Esteban Castro, de 24, los detenidos y acusados de homicidio calificado, se presentara en una comisaría para contar lo que sabía.
El hombre llegó alterado después de que sus sobrinos le confesaran que habían cometido los asesinatos. Se lo dijeron cuando fue a buscarlos a Traslasierra, adonde habían intentado esconderse, llevándose a cuatro menores. Fue precisamente por la presencia de los chicos en la ruta que la Policía Caminera los retuvo, los llevó a la seccional de Icho Cruz y pidió que un familiar los retirara. Hasta ese momento nada se sabía del horror sucedido en la casa de barrio Autódromo, en la ciudad de Córdoba.
Los policías los encontraron en el Camino de las Altas Cumbres y al pedirles el contacto de un familiar, los Castro dieron el teléfono de Esther, quien ya llevaba una semana muerta. En segunda instancia entregaron el de un tío, quien los recogió.
Antes de intentar llegar a Mina Clavero –al menos ese es el lugar al que los Castro dijeron que iban cuando los policías los encontraron caminando–, los jóvenes convivieron con las dos mujeres asesinadas y escondidas en el aljibe.
En la precaria vivienda de la calle Oscar Cabalén al 6500 vivía una decena de personas. Los vecinos cuentan que salvo Esther, que salía a trabajar en moto, el resto de los integrantes de la familia no mantenía contacto social con la gente del barrio y vivían encerrados. Varios señalaron, incluso, que había prácticas de “ritos satánicos”.
Fue Ismael Castro, el más joven de los detenidos, el que le contó a su tío que habían asesinado a su madre y a su tía. Afirmó que las habían “descuartizado”, pero según los primeros testimonios de los equipos de búsqueda, los cuerpos parecían enteros.
El doble crimen se produjo el sábado 24 de septiembre a la madrugada, cuando, en medio de una discusión, los hermanos golpearon a las mujeres y les dispararon. Una hermana de los jóvenes, de 17 años, está detenida y acusada de haberlos ayudado a esconder los cuerpos. La adolescente reveló a los investigadores detalles de lo sucedido.
La causa judicial está en manos de la fiscal Andrea Martin.
Cuando se habla de “horror”, la referencia excede los crímenes de las hermanas: según fuentes de la causa, los hijos de Esther son fruto de los abusos sexuales que la mujer sufrió de parte de su padre, a quienes los jóvenes conocían como su abuelo. Los primeros datos también sugieren que los dos hermanos acusados del doble crimen podrían padecer un “retraso intelectual”.
El padre de las víctimas también está desaparecido y su cuerpo es el que, ahora, intentan encontrar los investigadores.
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