La búsqueda de Loan. Un corte de energía en un horario clave “cegó” la cámara que enfoca hacia la casa de dos detenidos
El inconveniente se produjo la tarde del jueves 13, cuando se supone que Carlos Pérez y su pareja, la exfuncionaria municipal María Victoria Caillava, llegaron a su casa en 9 de Julio tras el almuerzo en El Algarrobal, luego del cual desapareció el chico
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NUEVE DE JULIO, Corrientes (Enviado especial). La proverbial tranquilidad de este pueblo del interior correntino se trastocó dramáticamente con la desaparición de Loan Danilo Peña, el chico de cinco años buscado desde el jueves 13. Los últimos acontecimientos calaron hondo aquí, y el clima es de consternación y sorpresa.
“Ahora nos miramos todos con desconfianza”, dijo a LA NACION una vecina que se dirigía hacia la plaza San Martín, lugar donde cada día, a las 19, los habitantes de esta localidad se concentran para pedir por la aparición con vida del niño del que habla todo el país. En ese momento justo, el silencio y la calma se interrumpen cuando los aplausos y el sonido de bombos retumban en las casas bajas de la localidad de 2500 habitantes.
La plaza es el lugar de vigilia y, también, donde los vecinos intercambian sensaciones y especulaciones. Los lugareños no pasan por alto una idea que, a esta altura, parece una obviedad: si a Loan se lo llevaron de la casa de su abuela, casi en las narices de más de media docena de adultos, es porque alguien cercano a él “lo entregó”.
Anoche, entre los 300 presentes en la marcha, el clamor era “¡Que hablen!”. Los ciudadanos de Nueve de Julio esperan que los detenidos –gente a la que, hasta hace tan poco, se cruzaban en la calle–, rompan su eventual pacto de silencio.
Cinco de los seis detenidos que tiene el caso estuvieron sentados a la mesa de Catalina Peña, la abuela de Loan, el mediodía del jueves 13, en el paraje El Algarrobal; el nene estaba entre ellos, junto con su padre. El primero que cayó fue Bernardino Benítez, tío de la víctima, imputado por “abandono de persona”. Pero el golpe más fuerte llegó el viernes, cuando fueron arrestados el comisario local Walter Maciel –el primero que intervino en la búsqueda– y el capitán de navío de la Armada Carlos Guido Pérez y su esposa, la exfuncionaria municipal María Victoria Caillava, a quienes se acusa de haber raptado al chico después de aquel almuerzo y de haberlo entregado a una banda de tratantes que, eventualmente, ya habría sacado al niño del país con fines inconfesables.
En la línea de sospechas sobre la pareja, además de los últimos allanamientos realizados en esta ciudad, en un campo cercano y en dos domicilios de Resistencia, Chaco, en las últimas horas se convirtió en comentario entre los vecinos Nueve de Julio una sugestiva circunstancia: un corte de energía eléctrica “cegó” durante aproximadamente dos horas la cámara de videovigilancia que enfoca hacia la ruta 123 y sobre todo, hacia la casa de Pérez y Caillava. Que haya cortes de luz no es inhabitual en la zona; lo singular es que el corte se produjo el jueves 13 a media tarde, justamente a la hora en la que la pareja habría llegado hasta allí después del almuerzo en el campo de la abuela Catalina. Quizás, con el niño en su poder.
Ayer por la tarde, efectivos de la policía provincial realizaban un allanamiento en un campo que pertenece a la expareja de María Victoria Caillava, la exfuncionaria municipal de la localidad de Nueve de Julio que está detenida desde el viernes por su presunta participación activa en la desaparición de Loan.
Se trata de una propiedad situada al norte de ese poblado, en jurisdicción de San Roque, que pertenece a la familia de Jorge Bertone, expareja de Caillava. Es el tercer allanamiento que se hace en Nueve de Julio y sus inmediaciones en las últimas horas. El sábado, los objetivos habían sido las propiedades de la exfuncionaria y de su actual pareja, el capitán de navío retirado de la Armada Argentina Carlos Guido Pérez.
Por primera vez desde el inicio de los operativos tras el cambio de carátula, en los allanamientos está siendo utilizado un perro especialmente entrenado en la búsqueda de restos humanos.
Carlos Moreira, capataz del campo, dijo a LA NACION que se sorprendieron con la llegada de los efectivos policiales y aseguró que en los últimos días no vieron “nada extraño”, es decir, movimientos o situaciones que pudieran estar emparentadas con la desaparición del chico de 5 años visto por última vez el jueves 13 de este mes en la casa de su abuela, en el paraje El Algarrobal.
Desde temprano, efectivos de la policía de Corrientes realizaron un retén en los caminos que conducen tanto al establecimiento rural de los Bertone como a un campo perteneciente a Caillava, mientras que una treintena de aspirantes de la fuerza hicieron rastrillajes en el terreno, que linda con un basural.
En los perímetros de los allanamientos de este domingo trabajó la brigada K9 de la fuerza provincial, con la utilización de Marley, un can adiestrado específicamente para el rastrillaje de restos humanos. Es el único de los 23 de la Policía de Corrientes que está certificado para ese tipo de búsquedas.
A diferencia de los perros entrenados para buscar personas, que necesitan de una prenda u objeto del desaparecido para guiarse a través de ese olor, los canes como Marley buscan un olor especial: el de un cadáver. Con su guía –que debe acompañarlo de cerca, para poder detectar las manifestaciones que haga el animal en caso de una detección positiva, que puede ser, por ejemplo, dirigirse a un lugar o sentarse–, “peinó” tanto el campo como el basural lindero.
Afortunadamente, en pos de las posibilidades de encontrar a Loan con vida, Marley no detectó en su recorrida el aroma de la muerte. “A nosotros nos llaman muy pocas veces para que participe Marley en los operativos. Él es muy bueno, pero siempre tenemos la esperanza de encontrar a las personas con vida”, explicó uno de los adiestradores.
El binomio también participó, junto con más personal de la policía provincial, del recorrido general en el lugar y está previsto que continúe formando parte de los nuevos allanamientos y rastrillajes. En su caso en particular, el objetivo era, además de detectar la presencia de un cadáver, si había alguna anormalidad en el terreno que sugiriera un cambio reciente, como ser tierra removida. Ese recorrido comenzó en una propiedad de la familia de Carlos Pérez. El camino fue dificultoso, porque debieron bordear lagunas que aparecen, en ocasiones, mimetizadas entre la vegetación típica de la zona.
Tras el último de los rastrillajes, que terminó cuando el sol comenzaba a caer, los jóvenes que se forman para integrarse a la policía provincial se replegaron y se subieron a un ómnibus como los de transporte escolar. Desde allí fueron trasladados hasta la comisaría de Nueve de Julio, que está a tres cuadras de la Plaza San Martín y es el lugar final de las marchas que cada noche interrumpen la tranquilidad de un pueblo que aún no sale de su asombro y anhela la aparición con vida de Loan.
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