La banda que intentó traficar 1658 kilos de cocaína tuvo que frenar el embarque por el aumento de las retenciones a la soja
Cuando en marzo el Gobierno cerró momentáneamente las exportaciones de algunos granos, los traficantes tuvieron que cambiar de producto “de pantalla”; cinco meses después, la droga fue incautada antes de ser embarcada en el puerto de Rosario hacia Dubái; el juez federal de Campana procesó a ocho integrantes de la organización
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ROSARIO. Los narcos quedaron descolocados. Cuando estaban por cerrar el envío de un cargamento de cocaína camuflado en una carga legal de harina de soja, el Gobierno decidió cerrar las exportaciones de ese producto antes de un aumento de las retenciones.
Esa decisión tomada en marzo por los graves problemas macroeconómicos de la Argentina obligó a los narcos encabezados por Gabriel Nicolau y José Sofía –eran una suerte de representantes de un cartel colombiano en el país– a cambiar el producto que les serviría de pantalla y demorar el envío de 1658 kilos de cocaína a Asia. Finalmente, el 31 de agosto pasado, la Policía Federal secuestró el cargamento de droga, que estaba escondido en big bags de expellets de maíz en un galpón en el barrio Empalme Graneros, del oeste rosarino, una zona donde esa droga, valuada en más de 60.000.000 de dólares, esperaba para ser exportada por el puerto de Rosario hacia España y, se presume, con Dubái como destino final.
Luego de la detención de varios miembros de esta organización –con excepción de los dueños de la carga, dos colombianos con pedido de captura por este caso–, el juez federal de Campana Adrián González Charvay procesó a ocho integrantes de esta organización, entre los que se encuentran Nicolau y Sofía. El magistrado impuso embargos por 500 millones de pesos a cada eslabón de esta banda, salvo a Sofía, para quien el monto asciende a 700 millones.
“¿Vos no mirás el noticiero? El gobierno parece que le quiere aumentar las retenciones a todo lo derivado de la soja, y entonces trabó todo; no deja hacer exportaciones nuevas hasta que aumenten un 3% más las retenciones”, le explicó Sofía a otro miembro de la banda. Y se excusó: “Esto se escapa de nuestras manos”.
El 13 de marzo pasado, el entonces ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, había dispuesto el cierre momentáneo de las exportaciones de subproductos de soja, como harina y aceite. Esta medida hizo cambiar de planes al grupo narco, que a través de la empresa Pepe Cereales, de Santiago del Estero, pretendía exportar a España un cargamento de harina de soja que llevaba escondido el gigantesco lote de cocaína.
Esto los llevó a cambiar de producto y elegir el expellets de maíz, que no tenía complicaciones con las retenciones. Por lo menos desde febrero, Nicolau había hecho contacto con los jefes del cartel, los verdaderos dueños de la cocaína, que estuvieron en Buenos Aires y uno de ellos, en Rosario.
El 24 de julio pasado hubo una reunión cumbre en un country de Funes, localidad vecina a Rosario, donde se juntaron los eslabones más altos de esta organización. Nicolau llevó desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a Antonio Ramírez Duque, un colombiano que ejercía el rol de gerente del cartel, que lideran Newson Cheung Sabogal y Gabriel Londoño Rojas, quienes tienen pedido de captura internacional.
Ramírez Duque fue el encargado con Nicolau y Sofía de controlar todo el dispositivo para concretar la exportación de la cocaína, que finalmente quedó trunca tras el operativo que realizó la Policía Federal, cuando irrumpió en un galpón en Génova al 2400 y en otro en la zona sur de Rosario, donde secuestraron 1658 kilos de cocaína lista para salir por el puerto de Rosario.
En la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) y en la Aduana investigan si este cargamento está relacionado con otro que salió por el puerto de Rosario a fines de julio, y que fue secuestrado en los puertos de Santos, Brasil, y en Rotterdam, Países Bajos.
La sospecha es que entre el 21 de junio y el 31 de agosto estuvieron escondidos en Rosario 3092 kilos de cocaína, un cargamento que cambiaba su lugar de escondite, a la espera de una salida a Europa desde el puerto de Rosario.
La droga estaba embalada de una manera particular, en bolsos plásticos con cinta y nylon negros, y los panes de cocaína tenían un logo o etiqueta que se repetía en las dos cargas: Louis Vuitton, la marca que productos de moda que se fundó en 1854 en París.
Según señalaron fuentes de la investigación, la Aduana argentina envió oficios a las autoridades de los puertos de Santos y de Rotterdam –donde se incautaron 568 y 866 kilos de cocaína, respectivamente– para que realicen peritajes a la droga para determinar si es la misma que también se secuestró en un galpón de Empalme Graneros.
La Hidrovía Paraná-Paraguay se transformó en medio de la pandemia en un punto de salida de la cocaína que consume Europa y Asia. Si la droga llega a destino se multiplica entre cinco y diez veces su valor. Desde las terminales de Paraguay salieron durante los últimos dos años unas 40 toneladas de cocaína, que se secuestraron en Rotterdam y Amberes, Bélgica.
Nicolau era quien tenía los contactos en España, según los investigadores. Allí había montado una empresa de alimentos para animales de granja, cuyo nombre es Puk Nutrientes, con sede en Barcelona, donde tenía otra firma anotada en un rubro totalmente diferente y cuyo nombre parece sacado de una sátira: “Blanca Esperanza”, se llama la empresa de “artículos de belleza”.
Sofía, el socio de Nicolau, estaba en el radar de los investigadores desde hace tiempo. Es un personaje oriundo de Haedo, Buenos Aires, con un historial espeso. Este hombre de 57 años amenazó por teléfono desde Rosario en abril de 2018 a la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado. “Es un mensaje de la familia y de Gustavo Sancho. Esto no da para más. O liberan a todos o a la jueza le va a pasar como a Nisman y a sus hijas, como a Candela”, advirtió Sofía el 3 de abril de 2018 por un teléfono celular desde Rosario a una secretaria del juzgado.
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