Kitty Sanders: "Las víctimas ya no tienen vida y les sacan hasta el alma"
Un relato de la dura experiencia vivida dentro del ambiente de las bandas internacionales
Solo Kitty Sanders sabe todo lo que tuvo que padecer en esa década en que sufrió las consecuencias de meterse con una mafia dispuesta a todo para que no perjudiquen su negocio millonario. "Una vez en Europa para pasarme de un país a otro me metieron en un baúl de un auto. Viajé no sé cuántas horas y cuando me sacaron estaba inconsciente. Ahí sentís el verdadero desprecio que tienen por tu vida, sos un pedazo de carne, no valés nada, te bajan la moral y autoestima al punto de que perdés hasta la voluntad de defenderte", recordó de aquellos terribles momentos.
Contó también acerca de pornografía infantil: "Es lo más aberrante de todo. Una cosa es que te cuenten lo que pasa y otra ver menores de un año o de cinco ser sometidos a distintas prácticas sexuales: es un delito que en Europa se practica mucho, necesitan conseguir chicos y los buscan en América del Sur", remarcó. "Vi niños de diez, de once años con ojos muertos, de abuelos", rememoró consternada.
Explicó Sanders que todo el tiempo da vueltas por su cabeza el haberse sentido "un objeto, un pedazo de carne". Eso le llevó años de psiquiatría y aún hoy necesita ayuda terapéutica. Es que para el proxeneta, sobre todo de burdeles más bajos, las mujeres son solo su fuente de ingreso y cuando ya no pueden facturar más, las matan: "Las chicas que están sometidas en cabarets de mala muerte necesitan tomar droga, alcohol para abstraerse de esa realidad. La comida es poca, viven en condiciones inhumanas y eso hace que con el tiempo los clientes ya no las quieran. Es ahí cuando el mafioso actúa con una sobredosis de droga que le inyecta. El cuerpo se descarta en cualquier baldío y cuando la policía la encuentra, es una más que se reventó y se pasó de droga, nadie investiga qué pasó realmente", destacó Sanders.
Su pasión por el periodismo la canalizó escribiendo libros. Lleva tres editados, uno de ellos alcanzó el nivel de best seller y es la causa por la cual la siguen amenazando de muerte. "Prolegómenos al libro carne", se llama, y es el paso previo a otra obra: "Carne", donde hará un relato pormenorizado de su vida.
"Cuando decidí involucrarme en el mundo de la prostitución comencé como bailarina de caño. Pensé que solo iba a llegar hasta ahí. Después terminé teniendo sexo con clientes y cuando dije 'basta', me aparecieron los ojos de las chicas que me pedían ayuda y decidí seguir a costa de mi sufrimiento", recordó con tristeza.
Y enseguida agregó: "Las víctimas que son captadas por estas organizaciones un vez que ingresan en ese mundo ya no tienen vida, les sacan hasta el alma, les roban su identidad y hasta investigan a su familia y les hacen creer que si ellas escapan de ese lugar entonces no solo sufrirán ellas las consecuencias, sino también sus familiares. Les destruyen la autoestima, les hacen creer que no sirven más que para eso. Están encerradas y en muchos casos en condiciones inhumanas. Salvo aquellas que van a burdeles de primer nivel, el resto son usadas hasta que su físico ya no da para más y entonces son descartadas".
Sanders señaló que es un mundillo calificado como "hipermachista", sin embargo, aclaró: "La mayoría de las proxenetas son mujeres. Muchas veces pude defenderme y salir viva gracias a que practico artes marciales desde niña y eso me sirvió más de una vez para escaparme de los burdeles. Yo robaba documentos, todo material que después me sirviera para ir a la Justicia, y en el momento justo me escapaba golpeando a todo el que se me cruzara".
En lo que a las mujeres respecta, Sanders aseveró que se encontró con que cada vez son más las que dirigen este tipo de bandas. "Les resulta mucho más fácil captar a sus víctimas por intermedio de una madama porque las chicas confían mucho más en ellas. Pero resultan las más crueles", contó.
Su cuerpo en muchos lugares habla por ella: tiene varias marcas y heridas, gran cantidad por prácticas sexuales. Parece demasiado para cualquier persona, pero Sanders aseguró que no le duelen si su experiencia sirve para salvar la vida de un niño o de una mujer.
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