Justicia por mano propia: Tres ladrones acabaron muertos a manos de las víctimas de sus robos
Los últimos casos ocurrieron en La Matanza y Merlo; en Moreno falleció un asaltante que hace una semana recibió una paliza letal
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El azote de la inseguridad, en especial, en el conurbano, expuso en las últimas horas una de sus aristas más controvertidas: la de la justicia por mano propia. Tres casos en la zona oeste del conurbano terminaron con otros tantos asaltantes muertos. Y en uno de ellos, con dos “justicieros” detenidos, acusados por un delito que podría llevarlos a recibir la pena máxima.
Los hechos más recientes se produjeron en La Matanza y Merlo.
A las tres de la mañana del lunes, Brian Palavecino, de 20 años, fue hallado con un cuchillo clavado en el pecho en una calle de Villa Celina. Un testigo dijo que lo conocía, que el joven había salido hacía poco de la cárcel y que era habitual que les robara a los vecinos. Esta vez, sostuvo, se topó con el hombre equivocado: un paraguayo que se resistió al asalto y lo atacó con un arma blanca. La policía todavía lo busca.
Casi 24 horas antes, la madrugada del domingo, un joven de 26 años cayó muerto frente a una casa situada en Costa Rica al 2100, en la localidad de Libertad, partido de Merlo. Según fuentes policiales, el dueño de esa vivienda sorprendió a aquel hombre, que había entrado por una puerta trasera, aparentemente con fines de robo.
Hubo una durísima pelea cuerpo a cuerpo entre el dueño de casa y el intruso, en la que venció el primero, incluso a costa de sufrir una herida en una pierna.
Dos personas que caminaban por allí advirtieron lo que pasaba y ayudaron al asaltado. Casi lo tenían reducido, pero el sospechoso se desvaneció. Cuando llegó el SAME constató el deceso: el hombre tenía varios traumatismos de cráneo. El hecho está bajo investigación.
Linchamiento filmado
El tercer episodio no ocurrió este fin de semana, pero en las últimas horas tuvo un giro que lo agravó en todos los sentidos.
El ladrón que el domingo 19 de este mes le había sustraído la bicicleta a un repartidor en el partido de Moreno y que permanecía internado por la paliza que recibió cuando la víctima del robo lo abatió a patadas para recuperar su rodado, murió tras una semana de agonía. Por eso, la fiscalía recaratuló la causa e imputó por “homicidio agravado” al delivery y al otro detenido por el caso.
Javier Coria, de 22 años, falleció en las últimas horas en el Hospital Larcade, de San Miguel, donde estaba internado desde el 19 de este mes con politraumatismos craneoencefálicos gravísimos.
Con la muerte de Coria se agravó la situación de los dos detenidos que tiene el caso, que son Eduardo Maidana, de 19 años, el repartidor de comidas asaltado, y Rodrigo Tejeda, de 29, conductor de la camioneta con la que persiguieron y alcanzaron al ladrón de la bicicleta.
La fiscal Luisa Pontecorvo, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°3 de Moreno, ya les notificó a ambos que ahora están imputados por “homicidio agravado por alevosía”, es decir, por el estado de indefensión de la víctima, con Maidana como “autor” y Tejeda “partícipe necesario”. Para este delito hay una sola pena posible: prisión perpetua.
Maidana también quedó imputado por robo: la misma videocámara que filmó la paliza brutal que le dio al ladrón registró el momento en que el repartidor regresó, le quitó las zapatillas a Coria y se las llevó.
Los voceros señalaron que ambos detenidos serán indagados mañana por la nueva calificación penal, luego de que la fiscal Pontecorvo reciba y analice el informe de la autopsia de Coria.
El hecho ocurrió el domingo 19 a las 21, cuando Maidana fue asaltado en Carriego y Aeronáutica Argentina, del barrio Lomas Verdes, en Villa Trujui. El ladrón lo golpeó y se llevó su bicicleta. Tras el asalto, Maidana pidió ayuda al conductor de una camioneta Peugeot 504, a quien no conocía, para perseguirlo.
En la calle Belisario Roldán, entre Acoyte y Equidad, del barrio 202, de Trujui, la camioneta alcanzó y encerró a la bicicleta, lo que provocó la caída de Coria. Maidana apareció como un rayo, le dio una patada voladora y, con la situación dominada, le tiró la bicicleta encima y le asestó, luego, una decena de puntapiés, todos en la cabeza. Dejó al asaltante agonizante y se fue con su bicicleta. Aunque luego regresó y le sacó las zapatillas.
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