Juicio por Hope Funds: Enrique Blaksley negó haber cometido estafas y dijo que está preso por maniobras offshore que él no hizo
Desde la cárcel, por videoconferencia, respondió el interrogatorio del fiscal federal Abel Córdoba, que se enfocó en indagarlo sobre el origen de los fondos que usó en sus operaciones empresariales en el país y en el exterior
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Casi cuatro horas y media, con dos pausas de diez minutos cada una, llevó la videoconferencia en la que Enrique Blaksley Señorans, acusado de lavado de dinero y de millonarias estafas con 318 damnificados a partir del derrumbe de su empresa, Hope Funds, que le valieron el apelativo de “el Madoff argentino”, respondió por primera vez, desde la Unidad 31 de Ezeiza, a las preguntas de la fiscalía en el juicio que comenzó hace un mes y medio y que, se avizora, llevará al menos todo este año.
No hubo exabruptos, tampoco una esgrima dialéctica altisonante. El fiscal federal Abel Córdoba hizo un ejercicio de paciencia y toleró al máximo las largas exposiciones del expresidente de Hope Funds, incluso cuando la deriva de su verborragia lo llevaba lejos del objeto de discusión (tanto, que el presidente del Tribunal Oral Federal N°4, Néstor Costabel, debió pedirle que, para no malgastar el poco tiempo disponible para la conexión, debió pedirle que se ciñera a responder específicamente lo que se le preguntaba). Blaksley, en tanto, fue igualmente respetuoso del acusador del Ministerio Público Fiscal, y no se opuso a ninguna pregunta; sin la posibilidad de tener físicamente al lado a su abogado defensor, Mariano Varela, repasó una vez más toda la operatoria de su empresa desde sus inicios hasta la debacle, que atribuyó a “fuerzas” que buscaron su caída.
Las dos estrategias quedaron pronto expuestas ante las decenas de participantes en el juicio por Zoom. El fiscal Córdoba insistió en indagar al acusado con respecto al origen de los fondos que Hope Funds usaba para llevar adelante sus faraónicas inversiones en el país y en su expansión internacional, e incluso intentó ahondar en la relación entre las acciones de marketing desplegadas a los largo del tiempo por Blaksley, que lo vincularon con estrellas internacionales como las hermanas Williams, Roger Federer, Usain Bolt y Messi, y en acciones que lo colocaron junto al Papa, Mauricio Macri, Sergio Massa o Marcelo Tinelli, por nombrar a algunos de tantos.
Blaksley, por su parte, repitió los argumentos de las últimas dos audiencias, en las que relató el derrotero de su empresa. El paso de una empresa pequeña a un gigante de los negocios, el expansionismo que lo llevó a sentar cabeceras de inversiones en distintos puntos del planeta y, finalmente, la explosión de los Panamá Papers que lo encontraron enredado en las operaciones del estudio Mossack Fonseca y de la opacidad de las maniobras offshore.
Una vez más, Blaksley negó haber ideado una estafa al estilo de Bernard Madoff o una maniobra al estilo Ponzi, dado que, afirmó, su empresa se dedicaba a inversiones reales (”nosotros comprábamos empresas, las poníamos en valor y luego las vendíamos”, dijo), con una cartera diversificada que se enfocó en el negocio inmobiliario, y que las denuncias contra la operatoria de su empresa, que situó entre 2014 y 2015, provocaron la corrida de los inversores que daban su dinero a Hope Funds a cambio de un retorno a plazos o a término.
El origen del dinero, en el foco
La forma de captación de los clientes, su condición real frente a la operatoria de Hope Funds y el movimiento de dineros en el exterior fue el epicentro de la batalla dialéctica. Al fiscal Córdoba le interesaba saber el origen de esos dineros, puesto que el origen espurio de los fondos es requisito para probar el lavado de activos. Blaksley replicó, una y otra vez, que los contratos de mutuo con los inversionistas se firmaban bajo el paraguas de las normativas vigentes, y resaltó que esas reglas se fueron endureciendo con el tiempo, pero que no podían aplicarse retroactivamente en su caso para endilgarle la comisión de un delito. Agregó que nunca tomó dinero “de la política”, sino solo de privados, y negó haber usado “prestanombres” como firmantes de contratos de mutuo para ingresar “dinero negro” en el mercado a través de sus operaciones.
“Hope Funds no era un fondo de inversión. Era una sociedad anónima y cumplía las regulaciones y presentaba sus balances. No realizaba una actividad financiera, sino comercial. Yo no tenía socios, sino mutuantes, y no debía explicarles demasiado los negocios: me daban una plata y yo se las tenía que devolver. La habitualidad de Hope Funds era hacer negocios fondeándose con los mutuos. Y todo se compraba a nombre de Hope Funds”, dijo. Defendió esa mecánica de obtención de dinero. Dijo que al no ser agente
Insistió con que las mayores operaciones de Hope Funds estaban bancarizadas, y que las grandes compras inmobiliarias en el país se hicieron gracias a los fondos obtenidos por los contratos de mutuos (como, por ejemplo, la adquisición del edificio de la casa matriz del banco Patagonia, en Corrientes y Florida) y la expansión en el exterior se hizo mediante la toma de créditos hipotecarios bancarios.
El fiscal Córdoba hundió su cuchillo en las compras de departamentos en Panamá; esas operaciones, concretadas a través de sociedades que armaba y desarmaba el estudio Mossack Fonseca, sello de los opacos entramados financieros internacionales develados por los Panamá Papers, fueron objeto del momento de mayor tensión entre acusador e indagado. Blaksley remarcó que todas las operaciones extranjeras estaban sujetas a las normativas y no se habían ocultado. Y que las que aún poseía cuando ya habían empezado sus graves problemas con la ley y con el fisco argentinos, los declaró al adherirse al “sinceramiento fiscal” que determinó el blanqueo de bienes en el exterior por parte de contribuyentes nacionales.
Y cuando el representante del Ministerio Público le recordó que hubo movimientos posteriores a que se trabaran los embargos contra Hope Funds, Blaksley replicó que precisamente esa “falsedad” se había utilizado para fundar su detención, hace ya tres años. Las sociedades que lo tenían como propietario de una serie de departamentos en la capital panameña cambiaron de conformación luego de la venta de los inmuebles.
“Cuando vendí los departamentos, en 2014, vendí los inmuebles y la sociedad poseedora, hecha por Mossack Fonseca. En 2017 la jueza María Romilda Servini detectó movimientos en Pananá. Pero fueron los que hizo el comprador, que decidió escindir el bien, sacarlo de la sociedad, pasarlo a su nombre y dejar morir aquella sociedad. Eso era una operatoria habitual. Dicen que yo moví esas propiedades en 2017, pero no fui yo. Me detuvieron por una cosa que no hice. Y sigo detenido. Parece que después del sinceramiento fiscal del 30 de marzo de 2017 moví algo. No hice nada. A mí me inhibieron en febrero de 2017, me embargaron y después me desapoderaron. Posteriormente al blanqueo nunca hice ningún movimiento internacional de nada. Yo puedo decirles cómo verificarlo”, concluyó.
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