Juicio por Báez Sosa: “Esa patada no la doy” y “me freno antes”, el intento de un acusado por refutar las pruebas en su contra
Por tercera vez desde que comenzó el debate por el homicidio de Fernando Báez Sosa, un imputado pidió declarar; en la audiencia de hoy Ciro Pertossi quiso hacer una aclaración sobre una filmación que lo muestra en actitud de ataque sobre la víctima ya desvanecida en el piso
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La semana pasada, su hermano Luciano fue el primero en romper el silencio. Ayer lo hizo Máximo Thomsen, uno de los más complicados en el caso. Hoy, un tercer acusado de haber matado a golpes a Fernando Báez Sosa hace tres años, en Villa Gesell, declaró ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Dolores. En solo cinco minutos, y sin responder preguntas, Ciro Pertossi intentó socavar una prueba fílmica en su contra: un video donde parece pegarle una patada en la cabeza a la víctima, que estaba inerte en el piso. “Este chico soy yo. Esa patada no la doy. Cuando me doy cuenta de que el chico está en el piso, me freno antes”, sostuvo en lo que calificó como “una aclaración”.
Como su hermano Luciano y como Thomsen, Ciro Pertossi, de 22 años, no se refirió a la víctima por su nombre. Ante los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari se refirió a Báez Sosa como “el chico”. Al igual que los otros, tampoco nombró a ninguno de sus coimputados. Ese pacto no se rompe.
Las tres declaraciones persiguieron el mismo objetivo: ante la imposibilidad de negar que estuvieron en la escena del hecho, instalar la teoría de que no actuaron con premeditación, que hubo una pelea con otros chicos y que, en esa refriega en la que varios pegaron –sin precisar quién, cuánto no cómo–, se produjo una “tragedia no buscada”. La definición típica del homicidio en riña, tipo penal que exige que no se pueda identificar fehacientemente al autor, y que prevé penas de dos a seis años de cárcel. Una diferencia enorme con el castigo que el Código Penal prescribe para quien comete un homicidio agravado por alevosía y participación de dos o más personas: prisión perpetua.
Eran las 10, y la duodécima audiencia acaba de comenzar cuando Hugo Tomei, abogado de los ocho acusados, le avisó a la jueza Castro, que cumple la función de presidenta del tribunal, que Ciro Pertossi quería hacer una aclaración sobre un video que fue reproducido en varias oportunidades durante las audiencias.
“Este chico soy yo. Esa patada no la doy. Cuando me doy cuenta de que el chico está en el piso, me freno antes”, sostuvo el imputado. En la sala, Pertossi estaba de pie y con un puntero de madera señalaba la pantalla de TV donde se reproducía la filmación.
Sobre este punto había declarado la semana pasada el instructor del Ministerio Público Fiscal que, durante la primera etapa de investigación de la causa, se encargó del análisis de los videos incorporados en el expediente.
“Ciro Pertossi arroja una patada que, a mi criterio, detiene antes de impactar [en Báez Sosa]. Habrá advertido que estaba inconsciente”, dijo bajo juramento de decir la verdad Pablo Laborde. Se trata de una secuencia del ataque donde también se lo puede ver a Thomsen.
Con la declaración del acusado pareció quedar en claro la estrategia de la defensa: intentar derribar o poner en duda la agravante de la alevosía.
Ciro Pertossi no quiso responder preguntas de los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García. Cuando los representantes del Ministerio Público quisieron saber por qué había frenado la patada, el imputado explicó: “Ya respondí eso”.
“Es importante que Ciro Pertossi se haya identificado en el video. Ahí se ve que le pega la patada a Fernando”, afirmó el fiscal Dávila al terminar la audiencia.
Sobre las declaraciones que hicieron los imputados durante el debate, el representante del Ministerio Público dijo: “No nos afecta a nosotros en cuanto a lo que ya se ha probado. Que no respondan preguntas quedará a interpretación del tribunal. Son declaraciones o frases sueltas. Es una cuestión de la estrategia de la defensa”.
Pertossi también hizo referencia a un mensaje de voz que envió la madrugada del homicidio al grupo de WhatsApp “delboca3″, integrado por la mayoría de los acusados.
A las 6.06 del 18 de enero de 2020, Ciro Pertossi envió un chat de audio con una recomendación urgente: “Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie”. Hoy quiso aclarar ese mensaje. “Ya había gente de Zárate que decía que nos habíamos peleado, yo digo eso porque no quería que mis padres se enteraran de que nos habíamos peleado. Esto todo lo que voy a declarar”, sostuvo, antes de negarse a responder preguntas de la fiscalía.
Ayer, en su declaración, Thomsen admitió que había pegado “una o dos patadas”, pero que no sabía “a quién ni cómo”. “¿Le pegó a una patada a una persona que estaba en el suelo?”, le preguntaron los fiscales. “No sé”, fue la lacónica respuesta del imputado.
Además de Luciano y Ciro Pertossi y Thomsen, los acusados que son juzgados desde el 2 de este mes son Blas Cinalli, de 21 años; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Enzo Comelli, de 22, y Matías Benicelli, de 23.
Hoy, la declaración de Pertossi fue escuchada con atención por los padres de la víctima, Silvino Báez y Graciela Sosa. “Si yo soy padre de los acusados, los hago sentar [en el estrado] para que digan la verdad. Escuchar a los chicos es otra herida más”, sostuvo a LA NACION y a otros medios de comunicación el padre de Fernando antes de retirarse de los tribunales.
Tras la declaración de Ciro Pertossi hubo un cuarto intermedio. El debate se reanudó con la presencia del testigo Agustín Costa Shaw, psicólogo clínico que intervino en la investigación penal suplementaria y que fue ofrecido en marzo de 2022 por la defensa de los imputados.
Se refirió a un encuentro que tuvo en La Plata con los imputados junto con otros psicólogos, en el que los acusados se negaron a ser sometidos a un peritaje.
“Hubo una situación especial donde Thomsen se quebró en lágrimas; hubo que contenerlo, estuvo llorando unos minutos. Él primero dijo que no quería hacer el peritaje psicológico porque después se filtraría todo. Después, no pudo parar de llorar. En un momento habló de la madre [Rosalía Zárate] y que se sentía culpable por la situación de la salud de la madre. Por un lado, decía que no quería [hacer el peritaje], pero no paraba de contar cuestiones personales. Estaba en tratamiento [psicológico] con alguien de afuera”, sostuvo.
El testigo dijo: “Ciro Pertossi explicó que no tenía confianza en la Justicia. [Su hermano] Luciano Pertossi hizo mucho énfasis en que se iba a filtrar el peritaje. Benicelli y Cinalli pasaron por separado, cuando se incorporó otro licenciado. El único que no dio motivos de por qué no quería [hacer el peritaje] fue Viollaz”.
“No son asesinos, son chicos, son vagos”
La audiencia continuó con las declaraciones testimoniales de padres y madres de algunos de los acusados. A diferencia de lo que pasó ayer, que Silvino Báez y Graciela Sosa hoy presenciaron los cuatro testimonios. Ayer se retiraron cuando la madre de Blas Cinalli, María Paula, dijo, en relación a los que pasó la madrugada del 18 de enero de 2020: “Fue una desgracia muy grande. No quiero pensar qué han pasado los padres del chico. Pero nosotros también lo sentimos y lo sufrimos”.
“Mis hijos no son asesinos, son chicos, son adolescentes, son vagos, como decimos en el barrio”, afirmó Mauro Pertossi, padre de Luciano y Ciro, tío de Lucas Pertossi y de Blas Cinalli.
El padre y tío de cuatro de los acusados también relató que después del homicidio de Báez Sosa se quedó sin empleo. “Me desligaron”. Trabajó 25 años en la automotriz Toyota, afirmó. Y contó que, ahora, el sostén económico de la familia es su esposa.
Después fue el turno de Eduardo Benicelli, padre de Matías. Dijo sentir “mucho dolor, angustia” y que “nunca” imaginó “pasar por una situación así”. También habló del acoso que, afirmó, viven él y su familia.
”Estamos acosados, no podemos salir a la vereda. Escucho cómo insultan mediáticamente a mi esposa. No encuentro explicación. Mi trabajo se vino abajo [tiene un taller de chapa y pintura]. No encuentro una palabra justa para poder definirlo. Fueron tres años de mucho dolor. No quiero decir que lo que pasó no fue terrible, es terrible lo que pasó, un dolor terrible para todos, terrible”, afirmó.
La audiencia terminó con la palabra de María Alejandra Guillén, la madre de Comelli. Dijo que está “devastada” y que lo que sucedió fue “tremendo”.
Cuando la jueza Castro le dijo que su declaración había terminado, Guillén explicó que quería decir algo más. Se dirigió a Fernando Burlando, uno de los abogados que representa a los padres de la víctima. “Quería decirle al señor Burlando que yo no soy ninguna puta. Hace tres años que esperé este momento, yo necesito decirlo”.
Fue el final de la audiencia. “Me llamó la atención que [las madres y los padres de los acusados] solo vinieron a hablar de ellos. Que tienen problemas en el almacén, que tienen problemas con los medios, con Burlando; parece una cosa menor en toda esta tragedia. Después de lo que escuché me doy cuenta por qué estos pibes son así. Jamás tuvieron una cuota de amor al prójimo o condolencia para la familia”, sostuvo el abogado.
Mañana, el día en que se cumple el tercer aniversario del homicidio de Báez Sosa, concluirá la etapa de presentación de la prueba en el juicio. Solo habrá dos testigos, médicos forenses de parte de la defensa que, se supone, cuestionarán las conclusiones de la autopsia.
No se descarta que, en la audiencia previa a los alegatos, uno o dos imputados pidan la palabra para tratar de “aclarar” las pruebas en su contra. Si lo hacen, se espera que, otra vez, no se refieran más que a sí mismos, y no reconozcan ninguna acción funcional específica que hubiese causado la muerte de Fernando.
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