Juicio en Dolores. Sin signos vitales y con lesiones incompatibles con la vida: las precisiones de los médicos del caso Báez Sosa
Carolina Giribaldi Larrosa, con 18 años de experiencia en emergentología, declaró que a las 5.07 del 18 de enero de 2020, cuando llegó a la escena, Fernando ya estaba muerto; el forense Diego Duarte dio detalles de las lesiones que provocaron en la víctima un daño cerebral irreversible
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Los ocho acusados de haber matado a golpes a Fernando Báez Sosa, crimen ocurrido el 18 de enero de 2020, acababan de ser fotografiados y filmados a “cara lavada”, sin los barbijos que tenían en la primera audiencia. A las 10.53, la presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°1, María Claudia Castro, convocó a la primera testigo de la jornada, Carolina Giribaldi Larrosa. La médica, con 18 años de trabajo en emergentología, llegó a la escena del ataque en una ambulancia desde el hospital municipal de Villa Gesell. Ya encontró a la víctima “sin signos vitales”; su ojo clínico le permitió afirmar, bajo juramento de decir verdad, que por el tipo de lesiones sufridas el chico “no tenía posibilidad de sobrevida”.
Y si esa afirmación ya era fuerte, lo que siguió aumentó el dramatismo en la sexta jornada del juicio. Después de que el tribunal aceptó el pedido de la defensa de no mostrar las fotos del cuerpo exánime de Fernando, y luego de que Graciela Sosa y Silvino Báez, los padres de la víctima, abandonaran la sala para no escuchar ni ver el resultado del calvario que sufrió su hijo, fue el turno del forense que realizó la autopsia.
La declaración del médico legista Diego Duarte produjo turbación en los ocho acusados, que incluso clavaron sus miradas en el piso cuando se mostraron imágenes de la operación de autopsia, mientras el forense, en momentos con la voz quebrada, afirmaba que a Fernando le habían pegado “con saña” y que el cuadro que le provocó los golpes recibidos era “incompatible con la vida”. Quebrado, afirmó: “Nunca vi algo semejante. El paciente sufrió daño en todo el sistema nervioso central, tanto cerebro, cerebelo, tronco cerebral, no hay una lesión única, son múltiples...la verdad que es muy fuerte siendo padre…”
Antes que él, la emergentóloga Giribaldi Larrosa recordó que cuando llegó a la escena del ataque encontró a un joven “sin signos vitales”. Ante preguntas de los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García, precisó que Fernando Báez Sosa “no tenía reflejos, ni movimientos respiratorios, y no tenía pulso”.
Como en audiencias anteriores, mientras escuchaba a la testigo, Silvino Báez, el padre de la víctima, apoyaba su cabeza sobre el hombro izquierdo de su esposa, Graciela Sosa.
“¿En qué horario verificó el fallecimiento de Fernando Báez?”, le preguntó Fernando Burlando, abogado que representa a los padres de la víctima. “A las 5.07 no tenía signos vitales”, respondió la médica ante los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari.
Mientras la testigo continuaba con su relato, los ocho acusados se pasaban un vaso de plástico con agua mineral que les servían los agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) a cargo de su custodia. Ayer, por primera vez desde que comenzó el juicio –y desde su detención–, Luciano Pertossi, de 21 años; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Máximo Thomsen, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Blas Cinalli, de 21, se mostraron a cara descubierta.
El abogado Hugo Tomei, defensor de los ocho, le preguntó a la testigo si las maniobras de resucitación cardiopulmonar hechas de forma inadecuada puede llegar a lesionar algún órgano.
La testigo respondió: “Cualquier maniobra mal hecha puede generar daños, pero los masajes de RCP son una técnica segura. En adultos mayores, por la fragilidad [de los cuerpos] puede haber fracturas”.
Antes de retirarse de la sala de audiencias, la médica afirmó que Fernando Báez Sosa “no tenía posibilidad de sobrevida” debido a las lesiones, y que tenía “hematomas” en áreas vitales como “cara y cuello”.
Al salir del Palacio de Tribunales, Giribaldi Larrosa habló con la prensa y recordó que la víctima tenía “una marca rara en la zona de la mandíbula”. La describió como un hematoma “atípico”, con “forma de zigzag”.
Además, afirmó que “lamentablemente” Báez Sosa “falleció de un derrame cerebral masivo producto de traumatismos y no por un RCP mal hecho”. Fue una respuesta contundente a la hipótesis que se desprende de las preguntas que el defensor de los acusados hace en las audiencias.
Imágenes impactantes
El siguiente testigo fue Duarte, que hace siete años que trabaja en la Policía Científica de la Bonaerense e hizo la autopsia sobre el cuerpo de Báez Sosa. De eso habló durante una hora y 11 minutos.
En una pantalla de TV se exhibieron fotos de la operación. Para ese momento, los padres de la víctima, Silvino Báez y Graciela Sosa, no estaban presentes. Por consejo de sus abogados –Fernando Burlando, Fabián Améndola, Germán Facio y Facundo Améndola– se retiraron de la sala de audiencias.
Una de las fotos mostraba parte del cuerpo de Báez Sosa, desde la cara hasta la cintura; en otra imagen se hacía foco en las marcas de los golpes en el rostro.
Por pedido de Hugo Tomei, abogado de los acusados, el Tribunal rechazó la exhibición de fotografías del cuerpo de la víctima tomadas por Duarte en el hospital al que fue llevado antes de la autopsia, por lo que solo se mostraron las correspondientes al estudio forense.
“La víctima presentaba la mayoría de los golpes en la cara y en el cráneo”, sostuvo el testigo. Y agregó: “Los golpes hicieron el impacto suficiente para dañar el cerebro contra la pared ósea”.
Mientras Duarte declaraba, los ocho acusados parecían inmóviles. Solo uno parecía girar levemente su cabeza hacia su izquierda, para observar las imágenes que eran exhibidas en la pantalla de TV.
Cuando le preguntaron si las maniobras de RCP pueden provocar traumatismos capaces de poner en riesgo la vida del paciente, su respuesta fue categórica: “No”.
“En cara y cráneo presentaba la mayoría de los golpes. Son áreas centrales, porque allí se alojan la mayoría de las funciones del organismo”, explicó el médico forense.
Duarte sostuvo que la víctima presentaba una “lesión cerebral aguda”, que produjo la “muerte instantánea del paciente”.
También hizo referencia a la “huella” en el rostro de un calzado. Sostuvo que Báez Sosa presentaba en la zona maxilar un “golpe directo con muy alta energía”, compatible con “una zapatilla”.
Tras declarar en la sala de audiencias, Duarte hizo declaraciones ante los cronistas que aguardaban en la puerta de los Tribunales de Dolores. Ahí afirmó que la víctima tuvo “lesiones incompatibles con la vida”.
Y explicó: “El paciente sufrió daño en todo el sistema nervioso central, tanto cerebro, cerebelo, tronco cerebral… no hay una lesión única, son múltiples”.
En un cuarto intermedio, y tras las presentaciones de los dos médicos, Burlando afirmó: “[Báez Sosa] fue asesinado en el lugar y no le dieron oportunidad. Yo especulo que le han pegado incluso estando muerto. No tenía ninguna oportunidad de seguir con vida. Cada golpe fue un tiro”.
Luego declararon como testigos los policías bonaerenses Ramón Rueda y Javier Collova.
Rueda hizo referencia a una filmación tomada en el interior de Le Brique, la madrugada del crimen, donde se observa cuado uno de los acusados –que no identificó, pero se trataría de Máximo Thomsen– era echado del boliche por personal de seguridad del lugar; en el video se advierte que ese joven, según el testigo, hizo un ademán amenazante señalando a alguien con un dedo de la mano derecha que después pasó por su cuello. El destinatario de la intimidación habría sido Fernando Báez Sosa o su grupo de amigos. Eso fue minutos antes del crimen.
Cuando Rueda terminó de declarar, el abogado Hugo Tomei abrió los brazos y juntó a los ocho acusados para decirles algo.
El último testigo de la jornada de hoy fue Javier Laborde, secretario del Ministerio Público Fiscal. Fue el encargado de identificar a los acusados en videos incorporados a la causa.
Laborde explicó durante más de dos horas que al menos cuatro de los acusados –Lucas y Ciro Pertossi, Thomsen y Benicelli– aparecían en la secuencia registrada por una decena de celulares, y por cámaras de seguridad municipales y privadas, entre las 4.30 y las 6, en la zona de los hechos.
El testigo Laborde continuará su declaración mañana, en el primer turno de la jornada.
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