Juicio en Dolores: las estremecedoras palabras de la madre de Fernando Báez Sosa, la teoría del “acto salvaje” y otros detalles de la primera audiencia
Graciela Sosa fue la primera testigo en el debate por el homicidio de su hijo, ocurrido el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell; ocho jóvenes de entre 21 y 23 años están sentados en el banquillo de los acusados; para el Ministerio Público Fiscal, los imputados se pusieron de acuerdo “para darle muerte a la víctima”
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Ingresó ayer en la sala de audiencias a paso lento. Su mirada dejaba en evidencia su tristeza. Eran las 14.15, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°1 de Dolores ya había rechazado dos planteos de nulidad presentados por el abogado de los ocho acusados de haber matado a golpes a su hijo, Fernando Báez Sosa, el 18 de enero de 2020, en Villa Gesell. Graciela Sosa era la primera testigo del juicio. Después de jurar que diría la verdad, y arrasada por el llanto, la madre de la víctima hizo un relato conmovedor. “Para mí fue ayer que recibí la peor noticia de mi vida, a veces pienso que es una pesadilla, que vendrá alguien y me dirá que no es verdad… Pero no es así, Fernando está muerto. Soy una mujer acabada, sin vida, sin ganas de vivir. No sé de dónde saco las fuerzas. Extraños tanto esos abrazos. Este dolor es eterno. No lo voy a recuperar nunca. Era la alegría de mi vida”.
Mientras la madre hablaba, en la Sala de Audiencias Multifueros del Palacio de Tribunales de Dolores había un silencio respetuoso. Detrás de la madre escuchaban los ocho acusados: Luciano Pertossi, de 21 años; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Máximo Thomsen, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Blas Cinalli, de 21.
“¿Con qué derecho le arrebataron la vida? No tengo razón para vivir. Quisiera retroceder el tiempo para recuperar a mi hijo. Nadie se merecía esto. Quiero justicia por mi hijo. Somos huérfanos para siempre”, dijo Graciela Sosa, totalmente quebrada.
Fueron diez minutos intensos. El testimonio de la madre de la víctima fue desgarrador. Mientras ella hablaba, familiares de los acusados, que estaban sentados detrás de los agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que custodiaban a los imputados, dirigieron su mirada al piso. Alguno llevó sus manos a la cabeza. Los guardias, incluso, estaban conmovidos.
“Éramos inseparables, éramos una familia feliz. Era un ángel. Trajo la alegría a nuestras vidas. Le di mucho amor, no pude darle cosas materiales”, agregó la mujer.
La madre de Fernando Báez Sosa recordó ese viaje de vacaciones de su hijo a Villa Gesell con amigos. Contó que él la llamó por teléfono y le dijo que era muy feliz.
Después, se volvió a quebrar cuando describió el momento en que se enteró de que a su hijo lo habían asesinado y el viaje posterior a Villa Gesell, para los trámites de rigor.
“Fue muy difícil cuando fui a reconocer el cuerpo. Su cabeza estaba destrozada de tantas patadas. Cuando entré en la morgue toqué sus piernas, quise abrazarlo. Veía caer la sangre. Hasta hoy no lo puedo creer, lo sigo esperando. Estoy muerta en vida”, afirmó, casi ahogada por los sollozos.
En los momentos más dramáticos de su declaración, la jueza María Claudia Castro, que preside el tribunal, le repetía: “Señora, ¿está bien? ¿Quiere parar un poco?”. “No, estoy bien”, decía Graciela Sosa, una y otra vez.
“No entiendo, no comprendo y nunca aceptaré cómo chicos de la edad de Fer le han hecho esto. Lo atacaron por la espalda, lo tiraron por la espalda, le reventaron la cabeza… Ese cuerpito tan lindo que tuve nueve meses en mi panza”, sostuvo, sin poder contener las lágrimas.
La acusación
El testimonio de Graciela Sosa fue el punto culminante de la primera jornada del juicio, que había comenzado a las 9.58, cuando los ocho acusados de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas” ingresaron en la sala de audiencias, esposados y con una fuerte custodia del SPB. En ese momento, algunos de sus familiares rompieron en llanto.
La jueza Castro hizo poner de pie a cada uno de los imputados para leer sus datos personales, como su nombre, apellido, edad y lugar de residencia hasta el momento de su detención.
La audiencia continuó con los lineamientos de la acusación del Ministerio Público, representado por los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García, y de los abogados Fernando Burlando y Fabián Améndola, que querellan en nombre de los padres de la víctima.
Dávila afirmó que los ocho acusados atacaron a la víctima por sorpresa, aprovechando que el chico estaba de espaldas, provocando que caiga” y lo siguieron “golpeando incluso cuando ya se encontraba prácticamente inconsciente, causándole lesiones que le provocaron la muerte”.
El representante del Ministerio Público afirmó que los imputados “se pusieron de acuerdo para darle muerte” a Báez Sosa. Dávila sostuvo que los ocho acusados “se distribuyeron las funciones” para el ataque, y agregó: “Le dieron golpes de puño y patadas en el cuerpo y en la cabeza”.
En esa división de roles –según Dávila–, Thomsen, Comelli, Benicelli, Cinalli y Ciro Pertossi “se ocuparon de atacar a Báez Sosa” y Viollaz, Lucas y Luciano Pertossi formaron “una especie de cordón” para impedir que los amigos de la víctima pudieran auxiliarlo y, además, los golpearon varias veces.
“Cerco humano”
Tras la alocución del fiscal, tomó la palabra Burlando. “Los acusados tomaron una decisión: tomaron la decisión de matar y mataron. Vamos a demostrar que los acusados tendieron esa noche un verdadero cerco humano sobre Báez Sosa, con la finalidad de asegurarse poder actuar sobre seguro, sin riesgo, y tener la certeza de que la víctima, su presa, no iba a poder eludirlos y, lo que es peor aún, no iba a contar con ayuda”, sostuvo el abogado.
Burlando calificó el ataque como una “cacería humana”. “A Fernando se le escapaba la vida en cada golpe”, agregó con vehemencia el letrado.
“Vamos a demostrar que los acusados exclamaron una frase que resume, que marca claramente el sentido último de este juicio y de la naturaleza del crimen cometido: ‘A este me lo llevo de trofeo’. Y sí, estaban en lo cierto, se llevaron de trofeo la vida de Fernando. Un joven casi de su misma edad, con afectos, con sueños, con el amor entramado en su vida, con planes, con un excelente presente y con una maravillosa vida por delante. Ese fue su trofeo, ese fue el trofeo que estos asesinos lograron con su accionar, con su plan, alevosía, con esos golpes y esas patadas”, afirmó.
Tras definir el ataque como un “acto salvaje”, Burlando adelantó que pedirá la pena de prisión perpetua para los ocho acusados.
“La tragedia quedó tan claramente registrada, tan expuesta, tan visible, que solo queda abrir los ojos y mirar”, afirmó.
Luego fue el turno de Hugo Tomei. El abogado defensor de los ocho imputados pidió dos veces la nulidad y suspensión del juicio; primero, por considerar que durante las detenciones e indagatorias de los acusados se violaron sus garantías constitucionales, y luego, al cuestionar la acusación fiscal colectiva, que consideró “indeterminada”, es decir, que no precisó –según su criterio– las pruebas contra cada acusado.
“No existió el debido proceso legal [en el momento en que se tomaron las declaraciones indagatorias de los acusados]. No hay sentencia de condena o ejecución que pueda ser válida si el proceso no sigue los lineamientos de la Constitución”, afirmó, entre otros argumentos, Tomei.
Ambos planteos fueron rechazados por unanimidad por la jueza Castro y sus colegas Christian Rabaia y Emiliano Lazzari.
La jueza Castro explicó que las dos cuestiones habían sido planteadas durante la instrucción de la causa, ante la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Dolores, y más adelante ante el Tribunal de Casación, y en todas esas instancias fueron rechazadas.
La audiencia terminó con la declaración de Silvino Báez, el padre de la víctima. Entre llantos, se dirigió al tribunal y dijo: “Señores jueces, están escuchando a un padre que perdió todo: las ganas de vivir y de luchar. Perdió lo mejor de todo, el abrazo de su hijo”.
Al igual que su esposa, recordó el momento en que fue a reconocer el cuerpo de Fernando. “Lo vi en una morgue, hecho pedazos. ¿En este mundo puede haber tanta crueldad? Me lo pregunto todos los días. “Tengo tanta bronca encima”, agregó. Al terminar su declaración, miró a los jueces y les dijo: “Gracias por escucharme”.
El debate continuará mañana a las 9. Se espera la declaración testimonial de Julieta Rossi, la novia de Fernando –su presencia en Dolores todavía no está confirmada, dijeron allegados a la familia–, y de los amigos de la víctima que presenciaron el ataque, testigos directos del homicidio.
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