Condena al Hombre gato: el jurado popular lo declaró culpable y lo condenaron a prisión perpetua
Tras menos de tres horas de deliberación, descartaron la tesis de la inimputabilidad por razones de salud mental y consideraron probado que el israelí Gil Pereg mató a su madre, Pyrhia Saroussy, y a su tía, Lily Pereg
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Doce ciudadanos mendocinos llegaron a un veredicto histórico: esta tarde, declararon culpable al israelí Gilad Pereg, el “Hombre gato”, que llegó al debate acusado de haber asesinado a su madre, Pyrhia Saroussy, y a su tía, Lily Pereg, cuyos cadáveres fueron hallados enterrados en el predio en el que vivía el imputado, en la localidad de Guaymallén.
En virtud de ese veredicto, la jueza técnica Laura Guajardo, que condujo el debate y que en la primera audiencia hizo expulsar de la sala a Pereg porque no dejaba de maullar, le impuso la pena de prisión perpetua, culpable de ambos homicidios cometidos en el tórrido enero de 2019. Más tarde, decretó el traslado del ahora condenado desde el Polo Judicial hacia el Complejo Penitenciario San Felipe, quizás como paso previo al Hospital Psiquiátrico El Sauce, donde el Hombre gato estaba alojado hasta el momento que empezó el juicio.
Esta vez, Pereg estuvo en la sala y escuchó, de boca del presidente del jurado, el veredicto que primero había visto la magistrada. Mantuvo el torso firme y la cabeza gacha, y no maulló ni emitió sonido alguno mientras la voz profunda de ese ciudadano mendocino escogido circunstancialmente para impartir justicia decretaba: “Nosotros, el jurado, encontramos culpable por unanimidad al acusado Gil Pereg del delito de homicidio agravado por el vínculo. Nosotros, el jurado, encontramos culpable por unanimidad al acusado Gil Pereg del delito de homicidio simple agravado por el uso de armas”.
Los 12 jurados populares habían recibido sendos formularios con las opciones sobre las cuales debían deliberar. Cuatro cargos posibles en el caso de Pyrhia Saroussy (culpable por el delito de homicidio agravado por el vínculo; culpable por el delito de homicidio agravado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de atenuación; no culpable por razones de inimputabilidad; no culpable) y tres en el caso de Lily Lea Pereg (culpable por el delito de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego; no culpable por razones de inimputabilidad; no culpable).
Les tomó poco más de dos horas y media llegar a un acuerdo: descartaron que Pereg fuese inimputable, como planteaba su defensa, que insistió con que Pereg sufre una psicosis delirante crónica que lo lleva a comportarse como un Hombre gato, y también desecharon la no culpabilidad, que hubiese implicado darle la razón al acusado, que en sus últimas palabras afirmó que no había matado a su madre y a su tía y que la policía había “plantado” los cuerpos en su sucio predio de Guaymallén para implicarlo en el doble crimen.
El jurado fue implacable: ni siquiera le concedieron a Pereg la posibilidad de que pudieran considerarse circunstancias extraordinarias de atenuación en el caso del homicidio agravado por el vínculo de su madre. Tras haber escuchado a testigos, a policías y a peritos, y tras haber sopesado los alegatos de los acusadores y los defensores, consideraron probados los dos cargos más graves. Su veredicto unánime, así, no deja margen para otra pena que la máxima del Código Penal: prisión perpetua.
No se sabrá cómo tomaron la decisión, a puertas cerradas, en secreto: la ley les impone a los jurados que jamás revelen nada de lo que haya sucedido en la sala de deliberaciones; ni lo que votaron, ni lo que discutieron, ni la postura de cada uno en la discusión previa al veredicto.
Ya sentado tras la sentencia, con la cabeza gacha, y abatido, Pereg asistió, impávido, al agradecimiento que la jueza Guajardo hizo al jurado, que incluyó una expresa indicación.
“Les pido que no den a la prensa ni a nadie, inclusive a sus más allegados, detalle alguno de las deliberaciones o de cómo llegaron al veredicto”, les advirtió la jueza, antes de resaltar que el secreto es la piedra angular de la libertad de los jurados para tomar sus decisiones.
“Ustedes han tomado sus responsabilidades con gran seriedad y que han decidido cuidadosa y conscientemente. Su servicio como jurado ha finalizado ahora. En nombre del pueblo y también de las partes involucradas en este juicio les agradezco este servicio público inestimable que han prestado. El hecho de ser jurado no solo es una carga pública de los ciudadanos: es también uno de sus privilegios. Por mi parte, no puedo sino expresarles lo honrada que me siento como jueza por haber presidido este juicio con ustedes como jurado. Sepan que nunca lo olvidaré”, concluyó Guajardo.
El jurado estuvo integrado por una ama de casa, de 38 años; una diseñadora industrial, de 35; una peluquera, de 31; una empleada doméstica, de 33; una psicóloga, de 26; una gastronómica, de 46; dos mecánicos, de 23 y 24; dos metalúrgicos, de 32 y 44; un empleado, de 42, y un joven desempleado, de 21.
El comportamiento de Gil Pereg
Para los peritos de la defensa, el hombre padece dos graves trastornos: parafrenia (delirios y alucinaciones) y licantropía (se autopercibe como un animal), por lo que consideran que no es consciente de sus actos. Sin embargo, esta situación fue rechazada por la fiscalía y la querella, especialmente en los alegatos de clausura.
“Ni el maullido más fuerte puede acallar ni distorsionar la realidad de la humanidad del acusado y su juicio crítico al momento del hecho. No se trata de venganza, la justicia del caso impone, más allá de toda duda razonable, un veredicto de culpabilidad”, expresaron los fiscales Fernando Guzzo y Claudia Ríos, junto a la querella, representada por Claudia Vélez, ante la mirada de los defensores Lautaro Brachetta y Maximiliano Legrand.
El inusual comportamiento de Gil Pereg fue el centro de la polémica en este juicio. Después de maullar en la audiencia inicial hasta ser retirado de la sala, el acusado decidió tomar la palabra. Habló sobre un supuesto complot para incriminarlo en el doble crimen. Y también dio su explicación sobre sus actitudes: “Yo vivía como gato todo el tiempo, estaba con mis hijos (en referencia a 37 mascotas). Y cuando salía a la calle actuaba como persona. Me costaba y no podía hacerlo por mucho tiempo, solo media hora y luego volvía a mi casa a ser gato”.
Antes de los alegatos de clausura, se produjeron las últimas dos declaraciones testimoniales ofrecidas por la defensa. La más esperada fue la del psiquiatra Mariano Castex quien, tras haber entrevistado al imputado, determinó: “Estamos ante un insano, un enfermo mental, un demente en sentido jurídico que padece una parafrenia. Nunca debió haber llegado a la instancia de juicio. La parte cognitiva la tiene bastante conservada, pero todo lo que hace y dice lo hace desde una realidad paralela a la nuestra”.
Por otro lado, una profesional de la salud mental que realiza tareas para el Cuerpo Médico Forense, indicó que Pereg “tiene sus funciones psíquicas conservadas y comprende la criminalidad del acto. Tiene un trastorno de personalidad esquizotípico y puede haber tenido episodios psicóticos con anterioridad”.
El jurado popular escuchó a los peritos durante el debate, descartó la inimputabilidad de Gil Pereg y lo declaró culpable de los homicidios de su madre y su tía.
Las hermanas israelíes Pyrhia y Lily arribaron a Mendoza el viernes 11 de enero de 2019 y se hospedaron en un departamento en la capital provincial. Al otro día se encontraron en el predio abandonado donde vivía Pereg, a unos 5 kilómetros de la capital provincial, en Guaymallén. Estuvieron toda la jornada juntos, pero las mujeres jamás regresaron a la parada del micro como aseguraba el israelí acusado del doble crimen.
La desesperada búsqueda duró casi dos semanas, en medio de mentiras que aducía Gil Pereg, hasta que en el último allanamiento en su descuidada propiedad se logró dar con los cadáveres. Estaban enterrados y con signos de haber sufrido ensañamiento: su madre sufrió una fuerte golpiza mientras que su tía, recibió tres impactos de bala con un revólver calibre 38. Ambas fueron arrastradas hasta un pozo, donde quedaron tapadas con tierra y piedras. Se constató, además, que tenían heridas post morten, incluso en la zona vaginal, atravesadas por hierros.
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