Escandalosa fuga. “Se fue uno del 11 y nadie se dio cuenta”: los guardias omitieron reportar la evasión de un peligroso sicario
Sospechan que Mauricio “Caníbal” Laferrara huyó el lunes pasado entre los colchones enrollados que se arrojaron a la basura; tardaron cuatro días en denunciarlo, a pesar de que lo habían advertido tras el primer recuento de presos; desapareció el remito del camión que retiró los residuos
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“¡Se fue uno del 11 y nadie se dio cuenta!”, gritó uno de los internos que bajaban al espacio de recreación en el penal de Villa Devoto. El jefe de seguridad interna de la cárcel porteña escuchó el aviso y le pidió a uno de sus subordinados que identificara al preso y lo llevara a declarar. Pero el recluso se negó a revelar el nombre del preso que había escapado. Eran las 17 del viernes y, así, comenzaba el recuento de internos en el Pabellón 11 del Módulo 3 de la Unidad Penal II del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Vendría la revelación que daría paso a un escándalo de magnitud aún no establecida, y a un misterio que la Justicia intenta descifrar para establecer sus reales proporciones.
Los responsables de Devoto tuvieron que convocar a personal de otras cárceles para revisar los numerosos huecos del antiguo penal porteño con el objetivo de descartar la posibilidad de que el preso se hubiera refugiado en alguno de esos recovecos hasta que pasara la confusión y, después, poder huir.
Pasaron más de cuatro horas de búsqueda hasta que las autoridades de la cárcel porteña confirmaron que el preso que faltaba al realizar el recuento de internos en el pabellón 11 era Mauricio Jesús Laferrara, alias “Caníbal”, de 27 años, el jefe de los sicarios de una de las más peligrosas organizaciones narcocriminales de Rosario. Y todo indica que se había fugado cuatro días antes del descubrimiento, el lunes, durante un inusual operativo de retiro de basura que le habría permitido abandonar la cárcel oculto entre colchones de descarte.
Por orden del Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario, que es el que le aplicó la última condena, a Laferrara lo buscan, por estas horas, efectivos de la División Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal Argentina y de la Unidad Especial de Investigación del Crimen Organizado de Santa Fe, que había arrestado al jefe del cuerpo de gatilleros de la banda comandada por Esteban Lindor Alvarado, el archienemigo de Los Monos. No está nada claro que haya buscado refugio en Rosario, donde cayó hace cuatro años, el 18 de octubre de 2019: en esa ciudad, el Caníbal tiene aliados, pero también demasiados enemigos.
Tras la fuga, se iniciaron dos investigaciones: una, para identificar a los responsables del SPF que habrían facilitado la fuga, ya que se considera imposible que Laferrara lo hubiese logrado sin un acuerdo “interno”, dado el grado de planificación que requirió su rocambolesco método de escape. Por este sumario fueron pasados a disponibilidad ocho oficiales penitenciarios. El segundo expediente se instruyó con el objetivo de establecer cómo y por dónde huyó. Los investigadores judiciales revisan los libros de asientos de movimientos de reclusos para saber por dónde se movió Laferrara dentro de la cárcel y quiénes fueron los guardias que firmaron esos pases.
Hasta ahora se sabe que un preso de otro módulo alertó al encargado de los tambores con residuos que el Caníbal huyó cuando sacaron la basura, el lunes 16 de octubre. Ese día, durante el retiro de residuos, sacaron muchos colchones enrollados del pabellón 11, en el que estaba alojado el sicario rosarino.
Una de las irregularidades que investiga la Justicia se relaciona con el ingreso del camión que retiraba los residuos. Habitualmente, la basura de ese sector del penal se saca los martes. Pero, sin que ninguna autoridad del penal lo explicara hasta ahora, alguien cambió el día para retirar la basura.
Hay otro detalle no menor: cuando los investigadores judiciales pidieron el documento oficial en el que se consignaba el ingreso del camión en el penal, se descubrió que el remito había desaparecido.
A esta irregularidad se sumaron otros factores que hicieron crecer el nivel escandaloso de la fuga. Por ejemplo, al día siguiente, los celadores del Pabellón 11 hicieron el recuento dos veces porque no les daban los números, pero no pasaron la novedad para evitar que los responsabilizaran por la fuga.
🚨Así 👇”buscaban” 😉 anoche dentro del Penal de Devoto a Mauricio Laferrara , sin ser encontrado 🤷♂️, pedido de captura por el tribunal que lo condena y estaba a su disposición ? Silencio oficial 🤫 , claramente la investigación debe estar a cargo de alguna de las fuerzas… https://t.co/heqj6ujYK4 pic.twitter.com/DTOZWEoAqn
— Gabriel Iezzi (@gabrieliezzi) October 21, 2023
Así fue que los encargados de cada turno, al tomar la guardia, postergaron alertar sobre la ausencia del peligroso preso para evitar que se iniciara un sumario contra ellos. Esta negligencia le aportó al Caníbal Laferrara un tiempo valioso que le permitió, eventualmente, salir del país sin que nadie lo detuviera, ya que no existía un pedido de captura en su contra.
Si uno de los presos alojados en otro pabellón no hubiese gritado “¡se fue uno del 11 y nadie se dio cuenta!”, la fuga del jefe de sicarios aún no se habría denunciado. Todos los encargados de las guardias en el Pabellón 11, entre el martes y el viernes pasados, sabían que faltaba un preso y que ese interno ausente era el Caníbal Laferrara; si no lo informaron, fue para evitar la sanción –quizás, la posibilidad más naif– o por una posible complicidad.
Según consta en el expediente LPU 124988967, que forma parte de la investigación encarada por el SPF, fueron separados de sus cargos de forma preventiva el director del penal de Villa Devoto, el encargado de seguridad en el Módulo o Unidad Residencial 3, el subdirector de dicho sector de la cárcel, el jefe y subjefe de Seguridad Interna del lugar en el que estaba alojado Laferrara; el jefe y el inspector de turno, y dos celadores.
Estos oficiales deberán explicar por qué fue posible que pasaran cuatro días sin que se verificara la cantidad de internos en el pabellón en el que estaba alojado Laferrara, si es que se confirma que, en realidad, la fuga se habría concretado el lunes pasado a la noche, aunque su ausencia fue denunciada recién el viernes pasado.
En caso de que, a partir de la investigación que realice el SPF, se confirmara que Laferrara huyó entre los colchones enrollados que se arrojaron a los contenedores de basura, los oficiales sospechados de favorecer la evasión deberán explicar quién dio la orden de no “arponear” esos recipientes, una maniobra que se aplica, precisamente, para evitar que algún preso intente huir entre los residuos.
Tampoco nadie pudo explicar cómo es que un preso con los antecedentes de Laferrara había sido trasladado a la cárcel de Villa Devoto, donde las medidas de seguridad son más relajadas que en las cárceles de Ezeiza y Marcos Paz. Además, la evasión ocurrió una semana después del cambio de la cúpula del SPF, donde ahora ocupa un rol de importancia un exdirector de un penal que había dejado ese puesto en medio de un escándalo.
Hace una semana, Laferrara concretó lo que su jefe, Esteban Alvarado, no pudo: huir de una cárcel federal. En marzo pasado el capo narco vio frustrado su plan para escapar del penal de Ezeiza, complejo que había pensado dejar atrás colgándose a los patines de un helicóptero. Pero esa aeronave nunca llegó al techo de la cárcel. En cambio, el líder de los sicarios de la banda comandada por Alvarado logró huir del penal de Villa Devoto con un método más prosaico, aunque, evidentemente, muy efectivo.
Laferrara había sido detenido el 18 de octubre de 2019 durante un operativo realizado en una casa situada en 9 de Julio al 3300, en el barrio Echesortu, de Rosario. Durante el allanamiento, realizado por los efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), de la policía de Santa Fe, hallaron una mochila con medio kilogramo de cocaína de máxima pureza, $1.400.000 y US$6000.
El jefe de los sicarios del clan Alvarado tiene dos condenas a prisión perpetua por los homicidios de Lucio Maldonado y de Cristian Béliz, ocurridos en Rosario, aunque lo investigan por su presunta responsabilidad en otros cuatro asesinatos. En el caso del Maldonado, el cuerpo del prestamista fue encontrado en la autopista Buenos Aires-Rosario.
El actual prófugo pertenece a una familia de Rosario con extenso historial criminal. Su padre, Jorge Laferrara, tiene condenas por tráfico de drogas.
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