Investigación. La historia del “ingeniero en fluidos” y su esposa, la licenciada, acusados de lavar millones de dólares narcos
Carlos Sein Atachahua Espinoza y Maribel del Águila Fonseca están con prisión domiciliaria en su mansión de Caballito; sus bienes fueron embargados hasta cubrir los 10.000 millones de pesos; la conexión de la organización criminal con la mafia italiana
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Carlos Sein Atachahua Espinoza y Maribel del Águila Fonseca se conocieron en Lima, Perú, en 1992. Ella tenía 19 años y todavía no se había recibido de maestra de primaria y de licenciada en Educación. Él, según recordó ella, vendía autos usados y cambiaba dólares. Fue un flechazo. Se enamoraron. A los cinco meses de conocerse, se comprometieron. Treinta años después siguen juntos, pero en prisión domiciliaria en un palacete de Caballito. La pareja está procesada por lavado de activos provenientes del narcotráfico. Sus bienes fueron embargados hasta cubrir la estrafalaria suma de 10.000 millones de pesos.
Hasta que la Gendarmería Nacional lo detuvo por orden del juez en lo penal económico Pablo Yadarola, en octubre de 2020, Atachahua Espinoza, nacido en Lima hace 52 años, simuló ser un próspero empresario con inversiones inmobiliarias. Solía presentarse como “ingeniero en fluidos”.
Atachahua Espinoza estuvo bajo los radares de los investigadores judiciales y de las fuerzas de seguridad. Logró construir un imperio que llegó a facturar 6 millones de dólares trimestrales, según información judicial. Pero sus secretos salieron a la luz con los datos precisos que aportó a la Justicia su contador, Diego Xavier Guastini, el cerebro financiero de las grandes organizaciones narco que operan en la Argentina.
Guastini, ejecutado por un sicario en Quilmes el 28 de octubre de 2019, declaró como arrepentido ante la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), a cargo del fiscal federal Diego Iglesias. El contador aportó detalles de la operatoria criminal de la banda de Atachahua Espinoza, información clave para avanzar sobre el “ingeniero en fluidos” y sus cómplices.
La organización narco se había expandido por varios países, como en Italia, donde se vinculó con la Ndrangheta, la mafia calabresa.
Tras un año de investigación, Organized Crime and Corruption Reporting Project (Occrp) reconstruyó junto a LA NACION y otros medios de comunicación, las rutas de tráfico de drogas, sus conexiones en seis países, sus metodologías para evitar ser descubierto y parte de su fortuna, que fue blanqueada en propiedades en Buenos Aires, la mayoría, estacionamientos en Caballito. Su historia se reconstruyó a partir de documentos judiciales, registros de inmigración, información sobre inmuebles y empresas, así como entrevistas con autoridades de dichos países.
Del Águila Fonseca fue el último eslabón de la organización criminal en caer. Poco antes de que se firmara la orden de detención, había viajado a Perú. Se entregó a las autoridades argentinas un año después.
“Ni Carlos [por Atachahua Espinoza], ni yo y ningún miembro de mi familia se ha dedicado o se dedica a hacer lo que este señor [Guastini] describió con total descaro e impunidad”, sostuvo la mujer cuando fue indagada. Su procesamiento con prisión domiciliaria fue firmado por el juez Yadarola el 4 de noviembre pasado.
En el expediente por lavado de dinero, el Ministerio Público también está representado por la fiscal María Gabriela Ruiz Morales.
El consorcio de medios que elaboró la investigación contactó a Atachahua Espinoza por medio de sus representantes legales, pero el “ingeniero en fluidos” rechazó la posibilidad de responder las preguntas enviadas por los periodistas.
Primera alarma
Como se dijo, la pareja se conoció en 1992. En 2003, Atachahua Espinoza comenzó a viajar a la Argentina con la intención de radicarse con su familia. Antes de viajar, había estado preso en Perú cuando la fuerzas de seguridad secuestraron poco menos de un kilo de cocaína en un auto donde él viajaba como acompañante.
“Carlos [Atachahua Espinoza] comenzó a viajar a la Argentina con el objetivo de encontrar un trabajo y poder migrar con nuestra familia. Siempre consideramos a la Argentina como un lugar que podría brindarles a nuestros hijos un futuro mejor. Aquí, en Buenos Aires, comenzó su actividad de cambio de divisas”, recordó en su indagatoria Del Águila Fonseca.
En 2012, en Montevideo, se encendieron las primeras alarmas de posibles vínculos con el narcotráfico. En noviembre de ese año, la policía uruguaya abrió una investigación por narcotráfico tras una denuncia anónima.
Los investigadores uruguayos arrestaron a un cinco sospechosos. Uno de los detenidos fue Francesco Pisano, un ciudadano italiano que trabajaba como traficante para la ‘Ndrangheta. En el operativo, también cayeron dos argentinos y dos uruguayos. Se incautaron más de 276 kilos de cocaína.
Atachahua Espinoza y Guastini, según las fuentes consultadas, lograron escapar. Pero hay filmaciones de sus encuentros con los sospechosos detenidos.
También se logró establecer la salida de Uruguay del contador y del “ingeniero en fluidos”. A la 1.13 del 24 de noviembre de 2012, justo antes del allanamiento, el Renault Megane de Atachahua Espinoza fue grabado mientras cruzaba el Puente Libertador General San Martín, que une las ciudades de Fray Bentos, en Uruguay, y Gualeguaychú, en Entre Ríos.
Según las autoridades consultadas, Pisano habría hecho un un acuerdo con un traficante uruguayo para mandar la cocaína desde el puerto de Montevideo hacia Calabria, en el sur de Italia.
En sus declaraciones como arrepentido, Guastini contó que lograron intimidar a los testigos para que no se presentaran a una audiencia clave. Tras un cambio de fiscales, recordó el contador, la causa contra él y Atachahua Espinoza se “paralizó” y no prosperó.
Por varios años, Atachahua Espinoza estuvo fueras de los radares de los investigadores detrás de las grandes bandas narco. Todo, a pesar de que hay fuentes que afirman que información sobre sus operaciones se transmitió a la DEA, la agencia antidrogas de los Estados Unidos.
“A Atachahua Espinoza le ingresaba dinero por dos lados: lo que se traía de Europa, que eran euros. Esos euros los cambiaba en el mercado local por dólares. A su vez, él recaudaba dólares con sus negocios que tenía con la venta de droga en la Argentina, teniendo una caja importante mensual. Lo que él pretendía era tener un paraguas blanco, lícito, comercial, que sus hijos vieran que él iba a trabajar, que su mujer iba a trabajar. Él se cuidaba mucho, él vino acá a lavarse la cara, él cuidaba mucho las formas sociales: andaba con sus credenciales de ingeniero en fluidos, de alguna universidad de Lima, pero él a toda costa quería llegar a ser un empresario”, sostuvo en una de sus declaraciones como arrepentido Guastini.
En sus declaraciones como arrepentido, Guastini dio detalles de cómo era la operatoria que utilizaba su “socio” para el tráfico de cocaína. “Atachahua Espinoza, con su tío y alguna otra persona, tenía varias empresas de transporte que utilizaban para el tráfico terrestre”, dijo.
En la Argentina, según Guastini, Atachahua Espinoza empezó con el negocio del narcomenudeo en distintas villas.
“Atachahua Espinoza, en el marco de la operatoria comercial de las empresas de transporte, movía una cantidad grande de vehículos. Eran diez o 12 camiones que llegaban al país, pero el que trabajaba [que llevaba la cocaína] era uno solo. Siempre el mismo. Los camiones andaban por todos lados, pero tratando de evitar la frontera caliente de Salta. Era una persona muy informada de cómo eran los controles, sabía en qué frontera había escáneres. Trataba que el vehículo ingresara en la Argentina por Chile, lo mandaba a dar una vuelta, tardaba como 40 días”, afirmó el contador arrepentido.
Guastini ilustró cómo ocultaban la cocaína para que no fuera descubierta. “Se construía la carrocería y dentro de la parte de hierro iban los paquetes ordenados y le inyectaban poliuretánica expandible para que no se vieran ni se moviera el chasis. La otra modalidad era poner la droga en la trompa o en alguna parte del motor”, dijo.
Seguía sus envíos. Organizaba encuentros con compradores en distintos puntos del mundo. Según registros migratorios de la Argentina y de Perú usó al menos ocho pasaportes o documentos de identidad nacionales en sus viajes por tierra y aire.
Entre 2008 y 2020, Atachahua salió y entró al país más de 200 veces, casi dos tercios de las veces para ir a Perú. También viajó 18 veces a Canadá, donde vivía su hija. Documentos de migración en Perú muestran que salió 290 veces del país entre 2002 y enero de 2020, 132 fue a Argentina y también registra varios desplazamientos a Panamá.
Entre 2008 y 2020, Atachahua Espinoza salió y entró de la Argentina más de 200 veces, casi dos tercios de las veces para ir a Perú. También viajó 18 veces a Canadá, donde vivía su hija.
Millones para blanquear
Después de enviar su cocaína a Europa, Atachahua Espinoza se las tenía que ingeniar para traer los dólares y euros a Sudamérica. En algunas ocasiones mandó efectivo a Perú y la Argentina usando mulas, es decir personas que lo traían en su equipaje de mano en vuelos comerciales. Otras veces, pasó por casas de cambio de divisas en Italia.
Guastini afirmó que buscaba personalmente el dinero en efectivo en España antes de llevarlo al norte de Italia en un auto alquilado. Allí le entregaba el dinero a un ciudadano peruano instalado en Milán, que dirigía una casa de cambio cerca de la estación de tren Milano Centrale.
Cuando los inmigrantes mandaban, de manera legítima, dinero de Italia a Perú para sus familias, el contacto de la casa de cambio le agregaba uno o dos ceros a la cifra oficial. Guastini, según el expediente, aportaba el contacto en Lima que podía retirar el dinero extra.
Guastini dio el nombre del dueño de la casa de cambio que en Perú recibía el dinero en el otro extremo de la cadena. En 2017, esa persona fue sancionada por fraude y por no aplicar procedimientos para detectar transacciones sospechosas.
Contactado por teléfono para esta investigación, negó conocer a Atachahua Espinoza o a Guastini. “Acá llega todo tipo de personas con dinero a cambiar, a querer cambiar dólares”, dijo.
Al consultar expertos antimafia y antilavado de dinero en Uruguay y Perú para esta investigación, uno indicó que para que este tipo de estafas funcionen, las casas de cambio tienen que estar en connivencia. Otro sugirió que es posible que el destinatario que recibiera el dinero ganara un porcentaje de la plata que se movía.
En Perú, la familia también parece haber invertido dinero en la industria de las gasolineras. En la región amazónica de San Martín, los Atachahua Espinoza constituyeron la empresa de venta de combustible NCN S.A.C., con sucursales en las provincias de Rioja, Moyobamba y Mariscal Cáceres, en el norte peruano. La gerenta general de la compañía es Neddy Luz Atachahua Espinoza, la hermana del “ingeniero en fluidos”
Los trabajadores con los que hablaron los periodistas que participaron de la investigación dijeron que las operaciones del día a día estaban a cargo de administradores externos y que la hermana de Atachahua rara vez los visitaba.
La primera inversión fue un garaje en Rosario al 200, por el que se pagó 2 millones de dólares en efectivo. Tiempo después, el sindicado líder del clan hizo otra operación por la que abonó 5 millones de dólares. Se trataba de una playa de estacionamiento en Rosario al 700.
“Las operaciones eran para blanquear dinero. La estrategia que Atachahua Espinoza era la de hacer un desembarco encubierto, detrás de sociedades. La idea era, con el transcurso del tiempo, llegar a ser un empresario y ser una persona ‘blanca’. De hecho, por un muy pequeño lapso, los garajes los administraba Guastini, pero después fue incorporando a su mujer, y puso una administradora porque quería que todo quede en el ámbito de su familia. La parte contable era la correcta, es decir, no es que se ‘negreaba’ nada, ya que de los dólares o de los euros que se traía de Europa, más los dólares que él generaba acá, tenía un excedente enorme y él no estaba interesado, no quería hacerse visible y tener un gran conglomerado de empresas y estar expuesto. El mayor porcentaje se lo llevaba para Perú”, dijo el imputado colaborador, por momento hablando en tercera persona. El testimonio fue filmado y puesto a resguardo.
Ahora, lejos de su sueño de ser visto como un empresario, pasa sus días en prisión domiciliaria en su palacete de Caballito.
Participaron de esta investigación internacional Miguel Gutiérrez (El Comercio), Iván Ruiz (Infobae), Guillermo Draper (Búsqueda), Cecilia Anesi (IrpiMedia), Milagros Salazar (Convoca), Gonzalo Torrico (Convoca), Daniela Castro (Occrp), Nathan Jaccard (Occrp), y Romina Colman (Occrp)
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