Investigación: 20 vacas vendidas, balazos en la nuca, un falso secuestro y otros detalles del triple crimen de Chascomús
Francisco Reddy, el sindicado múltiple homicida, se negó a declarar ante el fiscal Jonatan Robert, funcionario a cargo de la investigación; sospechan que el móvil de los asesinatos fue una cuestión económica
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María Eugenia Suárez cocinaba cuando Francisco Reddy ingresó en la casa destinada a los caseros de la Estancia Los Pinos, en Chascomús. El policía bonaerense de apenas 20 años le disparó en la nuca a una distancia menor de 25 centímetros. La mujer murió casi en el acto. Después, el homicida caminó 60 metros y se dirigió hasta el galpón del establecimiento rural, donde baleó y golpeó a su hermano Ignacio, de 12, quien también falleció. La tercera víctima, Diego Reddy, el padre del sospechoso, intentó escapar y corrió a campo traviesa. Pero no pudo salvarse. Instintivamente, ante el primer disparo, quiso protegerse con el brazo izquierdo. Ya herido, también fue ejecutado en la nuca. Todo sucedió entre las 18 y las 19.30 del 29 de diciembre pasado. Después, con el correr de las horas, el asesino intentó simular un secuestro extorsivo para desviar la investigación.
Detrás del triple crimen de Chascomús hay un móvil económico. Así sospechan los investigadores de los homicidios de Diego Reddy, su mujer, Suárez, y el hijo de la pareja, Ignacio. En las últimas horas, el sindicado homicida, de 20 años, se negó a declarar ante el fiscal de Chascomús Jonatan Robert. Está imputado de homicidio calificado por alevosía en concurso real con homicidio calificado en concurso real con homicidio calificado por el vínculo, según se desprende del expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION.
Suárez y Diego Reddy trabajaban como caseros del establecimiento rural. El múltiple homicidio se descubrió cuando el encargado de la estancia advirtió que había un tractor encendido, pero sin ocupantes, y fue al galpón, donde encontró herido al niño. Después se dirigió hasta la casa y se topó con el cuerpo de la mujer. Por temor llamó a la policía.
Era el inicio de la investigación. El cuerpo del casero no se encontró esa trágica tarde y en un primer momento se lo buscaba como sospechoso de, en principio, de un doble crimen. Pero todo iba a cambiar con el transcurso de las horas.
El sospechoso, en un primer momento, quiso desviar la investigación y simuló que su padre había sido secuestrado y que por su liberación los captores exigían 7.000.000 de pesos.
Pronto, la mentira fue descubierta. Las llamadas extorsivas que Reddy, policía que cumplía funciones en la sede La Plata de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (Utoi) de la policía bonaerense, nunca existieron. Además, un compañero del sospechoso declaró que el sindicado homicida le pidió que lo llamara por teléfono y le pidiera plata. Aportó como prueba las copias de los chats donde quedó registrado el pedido.
“Ello permite trazar la hipótesis de que el sindicado en autos intentaba generar una coartada vinculada al destino de su padre y aparentar un presunto secuestro extorsivo”, afirmó el fiscal Robert en un dictamen donde amplió la imputación del sospechoso.
Detrás del triple crimen hubo una cuestión económica. Así lo sospechan los investigadores de los homicidios y existentes pruebas para fundamentar la línea investigativa: un día antes de matar a su padre, a su hermano y a Suárez, Francisco Reddy vendió 20 vacas “en negro” y a mitad de precio de mercado: 3.400.000 pesos. La operación fue, en palabras que el fiscal Robert sostuvo en el citado dictamen, un “menoscabo patrimonial de quien envida fuera su padre”.
Las vacas eran parte de la hacienda que Diego Reddy tenía en un campo familiar situado en el denominado Triángulo de las Bermudas, en el límite entre Pila, Ayacucho y General Guido.
La operación, según declaró el comprador, se pactó entre el 10 y 12 de diciembre pasado, pero recién se concretó un día antes del triple crimen.
“La sospecha es que Francisco Reddy concretó el plan criminal antes de que su padre fuera a controlar la hacienda”, sostuvo a LA NACION una fuente de la investigación. El sospechoso había vendido dos vacas raza Aberdeen Angus coloradas y 18 Aberdeen Angus negras.
Ahora, el fiscal Robert quiere determinar si, antes de la operación del 28 de diciembre pasado, el sospechoso vendió otros animales de su padre.
“Sabemos que en noviembre pasado, cuando fue la última vacunación, había 100 animales, entre vacas, novillos y tiros. Diego Reddy no hizo ninguna operación después de esas fecha. Si falta más ganado será porque el hijo de la víctima ya había hecho otras operaciones”, explicaron fuentes con acceso al expediente.
El día del crimen, en horas del mediodía, el sospechoso compró una camioneta Chevrolet S-10 doble cabina blanca del año 2008. Al vendedor le entregó Suzuki Fun y, por la diferencia, le prometió entregar cinco vacas.
La operación de compra de la camioneta fue una prueba clave contra el sospechoso. Según las declaraciones de los testigos, la tarde del triple crimen en la estancia Los Pinos, una persona llegó en una camioneta Chevrolet S-10 doble cabina blanca.
“De la declaración testimonial prestada por el efectivo policial Saúl Barroso se desprende que de la observación de las imágenes de la cámara de seguridad situada en el camino que conduce a la estancia Los Pinos se aprecia en tres momentos el paso de una camioneta marca Chevrolet modelo S-10 doble cabina blanca. Dicha camioneta resulta ser en la cual se movilizaba el imputado”, afirmó el fiscal en el citado dictamen.
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