“Multirrubro” del delito: se pasaban por celular los datos para elegir a las víctimas y entrar a sus casas o robarles en la calle
Un violento asalto en Núñez puso en marcha una investigación que dejó al descubierto una organización criminal acusada de, al menos, 25 hechos; uno de los sospechosos es un menor reincidente, habría participado de 11 hechos y fue detenido en una escuela
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Estaban en comunicación permanente. Sus teléfonos celulares no descansaban. Mientras recorrían en moto las calles de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, o cuando caminaban simulando ser vendedores ambulantes, hablaban para pasarse datos y elegir a sus potenciales víctimas. Cuando estaban seguros de que no corrían riesgos, daban el golpe: entraban en casas vacías para robar o arrebataban teléfonos celulares, aunque no cualquier móvil, sino modelos particulares que pudiesen revender a 25.000 o 30.000 pesos.
Así actuaba una banda de ladrones desbaratada a la que le adjudican al menos 25 hechos delictivos. Entre los detenidos hay un menor de edad, que habría participado en 11 robos. Se trató de una investigación que duró nueve meses, a cargo del José María Campagnoli, titular de la Fiscalía de Núñez-Saavedra, y de la Policía de la Ciudad.
“Utilizando llamadas en conferencia entre tres o más personas, marcaban a ocasionales transeúntes para luego arrebatarles los teléfonos celulares. Generalmente buscaban apoderarse de aparatos móviles marca Apple, modelos iPhone X, 12 o Plus, o Samsung de alta gama. También organizaban el ingreso en domicilios deshabitados a fin de hacerse de los elementos que podría haber en su interior, aún en ciertas ocasiones planificaban el robo con gente dentro del inmueble. Para ello, verificaban previamente la inexistencia de cámaras y que no tuviera la cobertura de alarmas”, detalló el juez Carlos Cociancich, a cargo del Juzgado Nacional de Menores N°6, al resolver la situación procesal de los sospechosos.
La investigación comenzó el 14 de septiembre del año pasado, después de un violento intento de robo en Ciudad de la Paz al 3100, Núñez. En esa oportunidad, las víctimas, dos mujeres, llegaban a su casa y habían subido el auto en la vereda para, después, ingresarlo en el garaje. En ese momento, un delincuente rompió la ventanilla delantera derecha del vehículo y buscó llevarse, sin éxito, una cartera. Después, el ladrón escapó en una moto conducida por un cómplice.
Las víctimas, en la denuncia, explicaron que esa mañana (el ataque fue a las 12) había estado en el local de Falabella de Florida al 300 y habían dejado estacionado el auto en una cochera de la avenida Corrientes al 600. Los investigadores judiciales y policiales, al analizar la activación de las antenas cuando uno de los ladrones utilizaba su teléfonos celulares, determinaron que las mujeres habían sido seguidas desde el centro porteño hasta Núñez.
Un niño incorregible
Como se dijo, uno de los ladrones es menor de edad. Tiene 16 años y vive en Balvanera. “Considero relevante señalar algunos puntos respecto del accionar del menor [cuya identidad no se publica por cuestiones legales] luego de egresar del Instituto Inchausti a raíz de esta causa, y tras tomar conocimiento de las graves conductas que se le endilgan. Si bien estas debieron significar en su ánimo una grave advertencia como para ajustar sus conductas a derecho, ello no ocurrió. Aconteció todo lo contrario, y nuevamente se encuentra involucrado en 11 sucesos delictivos. Esto da cuenta de un irrespeto por la ley y la autoridad y, a criterio de este Distrito [por la Fiscalía de Núñez-Saavedra], resulta absolutamente necesario, oportuno y razonable que vuestra señoría disponga su internación en un centro de régimen cerrado”, sostuvo Campagnoli en un dictamen presentado ante el juzgado.
El menor fue procesado por integrar una asociación ilícita, diez robos simples y un robo agravado por haber sido cometido en poblado y en banda. Se le trabó un embargo hasta cubrir sus bienes por 800.000 pesos.
Un jefe policial que participó de la investigación afirmó que el menor fue detenido en una escuela pública de Balvanera, donde trabaja y vive su abuela.
De las escuchas obtenidas durante los nueve meses que duró la investigación policial y judicial se desprende que los sospechosos conocían las zonas en las que operaban. Algunos de ellos habían trabajado como paseadores de perros y sabían “los puntos débiles” de algunos inmuebles o conocían cómo estaba integrada la familia y cuántas personas vivían en la casa. Otros, según la pesquisa, se hacían pasar por vendedores ambulantes para tocar timbre y saber si en las viviendas había o no gente.
“Esta organización criminal era dinámica y el aporte de cada uno de los sospechosos varió conforme las necesidades particulares del caso”, explicó en su resolución el juez Cociancich.
Los investigadores también llegaron hasta los supuestos reducidores de los teléfonos celulares robados. “Para arrebatar los móviles, los ladrones se fijaban en detalles particulares, como la cantidad de cámaras [las lentes de los equipos]”, explicó una fuente judicial.
Uno de los lugares allanados durante la investigación fue un local comercial de una galería porteña donde se presume desarmaban los teléfonos celulares robados.
“En uno de los domicilios allanados los detectives policiales encontraron la llave de un auto que tenía pedido de secuestro vigente por robo a mano armada del día anterior, en La Matanza”, informaron voceros de la Policía de la Ciudad.
Agregaron que, además del menor imputado, en una serie de allanamientos fueron detenidos otros cinco sospechosos y se secuestraron chalecos antibalas, un handy, armas blancas, pistolas de aire comprimido y elementos utilizados para romper las ventanillas de autos y para robar neumáticos.
“Además, se incautaron 76.000 pesos y 3000 dólares, las motos con las que cometían los ilícitos, teléfonos celulares y demás material probatorio para la causa”, se agregó en un comunicado de prensa de la fuerza.
Fuentes judiciales destacaron la tarea hecha por los detectives de la División Robos y Hurtos de la Policía de la Ciudad.
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