Inseguridad en el conurbano: viven atemorizados por motochorros los vecinos del barrio donde un policía mató a un ladrón
En un radio de 14 cuadras y en solo siete meses, se registraron dos asesinatos y fue abatido un delincuente
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Al final de su declaración indagatoria le preguntaron al policía Lucas Mallea si el barrio en el que vivía, en Moreno, era inseguro y si sabía de casos de vecinos asaltados. Entonces, el sargento acusado del homicidio de uno de los dos asaltantes que le robó la moto respondió: “Es una zona complicada. Hay robos, se ven ladrones en moto y siempre se escuchan tiros”.
Durante una recorrida realizada por LA NACION en el barrio Gaona, se pudo establecer que, en los últimos seis meses, la zona del cementerio de Moreno se convirtió en dominio exclusivo de la violencia. Entre noviembre y febrero pasados separados por cinco cuadras Mauro Prieto y Hernán Cocchiarella fueron asesinados por motochorros que les dispararon para robarles sus motos. Hace una semana, a 14 cuadras, el policía Mallea mató a un asaltante que lo cruzó para robarle la moto cuando circulaba con su novia. Siete días después del sangriento episodio, los vecinos de la esquina de Payró y Lugones viven con miedo.
“Desde que el policía mató al ladrón que lo había asaltado, comenzaron a pasar más móviles. Es más, hace un minuto andaban dos patrulleros porque llamé debido a que circulaba alguien que parecía que me iba a robar”, expresó la dueña de un kiosco que funciona a cien metros de la esquina en la que Mallea mató al asaltante Andrés Aníbal Carbonel. La parada segura en la que el que policía mató al asaltante está frente a la Escuela Técnica N° 4.
Los alumnos que concurren a dicho establecimiento educativo sufren diariamente los robos a los que el sargento Mallea hizo referencia en su declaración indagatoria. El policía conoce la situación porque vive en el barrio, muy cerca del lugar en el que fue asaltado.
“A mi sobrina le robaron hace dos días cuando bajaba del colectivo. Los asaltantes en moto le apuntaron con un arma para sacarle la mochila”, expresó la vecina que, en medio de la lluvia esperaba para ser atendida en el kiosco.
Los móviles a los que se refirió la comerciante fueron dos de los cuatro patrulleros con los que este cronista se cruzó en la recorrida de 22 kilómetros por el partido de Moreno, entre las 18.30 y las 21.30, el jueves pasado, entre Francisco Álvarez, La Reja y Moreno.
El tercer móvil estaba en el cruce de Storni y la ruta 7, en La Reja, frente al paso a nivel, en medio del trayecto de cinco kilómetros entre la esquina de Diario La Nación y Salto, en Francisco Álvarez, y el lugar en el que el policía mató al asaltante Carbonel.
Hace una semana, Carbonel y su cómplice que conducía la moto, recorrieron el mismo trayecto. Después de asaltar a un muchacho en Francisco Álvarez pasaron frente a la comisaría local, situada frente a la plaza Libertad, cruzaron el paso a nivel y tomaron por Storni hasta Lugones. Ningún policía los paró. Tampoco había controles.
El peligro en calles oscuras
Además de la falta de vigilancia, que los deja expuestos ante los delincuentes en moto los vecinos de Francisco Álvarez y La Reja, deben afrontar la dificultad de las calles oscuras e inundadas.
La recorrida por el trayecto entre el lugar en el que Carbonel y su cómplice concretaron el primero de los asaltos y la parada segura donde interceptaron al policía Mallea, se realizó a la misma hora y en medio de la lluvia, igual que la noche en la que el sargento baleó al asaltante. Para completar el trayecto de cinco kilómetros fue necesario realizar varios rodeos debido a que había calles anegadas.
La falta de luminarias quedó en evidencia en la esquina de Ramón Falcón y Salto, a pocos metros del lugar donde Carbonel le robó la billetera y los documentos a un vecino que se dirigía a tomar el tren en la estación de Francisco Álvarez. La oscuridad impedía que al caminar por el barro de Salto cualquier transeúnte pudiera ver más allá de sus pasos.
Otro de los móviles policiales que se vieron durante la recorrida estaba a una cuadra de la esquina de Diario La Nación y Ramón Falcón. Allí, un grupo de policías intentaba ingresar en una quinta deshabitada para concretar un allanamiento.
También se vieron móviles en la comisaría de Francisco Álvarez. Pero los vehículos, estaban parados. Uno de los rodados carecía de los faros traseros y le faltaba el paragolpes. Mientras que el restante tenía dos bolsas de polietileno donde antes había ventanillas.
Un hecho ocurrido en esta seccional indica que, en algunos casos, la policía no es la solución al problema de la inseguridad, sino que forma parte del problema. Hace un año, una fiscal del Departamento Judicial Moreno-General Rodríguez, allanó la comisaría y apresó a nueve efectivos.
La investigación comenzó a partir de un homicidio ocurrido en febrero de 2022. La sospecha de la Justicia apuntaba a que la víctima fue asesinada porque había delatado a un jefe narco de la zona y le habían jurado venganza. Durante la pesquisa se determinó que la cocaína fue secuestrada y escondida en un galpón y que el hecho no fue informado a la Justicia.
El primero de los tres homicidios ocurridos en La Reja, en el radio de 14 cuadras de la esquina en la que el policía Mallea, mató al ladrón que le robó la moto, ocurrió el 9 de noviembre pasado.
Esa noche Mauro Prieto circulaba por la calle del paredón del cementerio municipal de Moreno. Debido a que la mencionada calle estaba cortada por obras de repavimentación, giró en dirección a la esquina de Ascasubi y Crisólogo Larralde.
Allí fue interceptado por dos asaltantes que quisieron robarle la moto que había comprado cinco días antes. Uno de los delincuentes le disparó un balazo en la espalda que provocó la caída de Prieto, quien falleció luego de agonizar durante 36 horas.
Mauro tenía 28 años y era padre de un niño, de 4. Por el episodio, la policía apresó a tres sospechosos. A más de seis meses del homicidio del joven padre, la zona carece de iluminación, por la noche domina la oscuridad, no se vieron móviles en una esquina dominada por el barrio y el pasto alto.
El asesinato de Mauro fue uno de los 38 homicidios ocurridos en Moreno durante 2022. Durante ese año, en dicho partido, según cifras oficiales se denunciaron 9100 robos y hurtos.
Otra emboscada mortal
Tampoco se vieron móviles en la esquina de La Piedad y Roldán. Allí, el 27 de febrero fue asesinado Hernán Cocchiarella, empleado del peaje de la Autopista del Oeste. Dos delincuentes en moto lo interceptaron cuando circulaba con su novia.
Los asaltantes empujaron a la pareja y la arrojaron al pavimento. Cuando Cochiarella estaba en el piso, uno de los delincuentes le disparó dos balazos y lo mató. Después de asesinar a Cocchiarella, el asaltante tomó la moto de la víctima y se dirigió a la estación de servicio situada a cinco cuadras y le cargó combustible.
“La zona es complicada. A mí no me pasó nada. La policía pasa. Me enteré de lo que pasó con el muchacho que mataron cuando instalé el negocio. Hace poco que estoy acá, pero estoy al tanto de que algunos vecinos sufrieron robos”, expresó una comerciante que tiene el local a pocos metros del lugar en el que mataron al empleado del peaje.
Una de las vecinas a las que se refería la comerciante vive en la misma cuadra en la que ocurrió el crimen de Cocchiarella y fue asaltada en cuatro oportunidades.
Cocchiarella, que tenía 39 años y era padre de una hija, de 9, fue asesinado a cinco cuadras del lugar en el que otros dos motochorros mataron a Mauro Prieto. Ambos homicidios tuvieron dos elementos en común: fueron cometidos por ladrones que circulaban en motos para robarles las motos a sus víctimas. Además, no dudaron en disparar a matar.
Además de Francisco Álvarez y La Reja, el partido de Moreno tiene otras dos localidades: Trujui y Cuartel V. Ambas zonas tienen una gran cantidad de calles de tierra y, los días de lluvia, se complica a los vecinos salir a trabajar. Pero no es ese el único problema de los habitantes de esa zona. Allí se registran enfrentamientos armados entre bandas dedicadas al narcotráfico.
El mismo día que este cronista recorría la zona, un vecino de Trujui, identificado por fuentes policiales como Ramón Zorrilla Navarro, de 40 años, fue asesinado en un su casa por un grupo de sicarios que, al grito de “alto policía”, irrumpieron en su vivienda situada en el cruce de Portugal y Jacobo Watt. Le dispararon un balazo en la cabeza y no le robaron nada.
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