Inseguridad: condenaron al Viejo Tom, jefe de la barra de Platense y de una peligrosa banda
Alejandro Acosta recibió una pena de seis años de prisión por una serie de asaltos en locales de venta de teléfonos celulares y perfumerías
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Alejandro Acosta tiene 30 años. Hasta fines de 2018, momento en que fue detenido, era señalado como jefe de la barra brava de Platense, el equipo de Vicente López que ascendió a Primera División en enero pasado. Pero los días que no estaba en el paralavancha se dedicaba, junto con un grupo de cómplices, a protagonizar una serie de delitos. La organización criminal que integraba, y en la que habría ejercido como líder, llegó a juicio acusada de haber robado locales de venta de teléfonos celulares, consolas de juego, otros artículos de electrónica high tech y perfumerías. Él, apodado como Tío Tom o Viejo Tom, acaba de ser condenado a la pena de seis años de prisión.
Así lo resolvió el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N° 27, presidido por el juez Federico Salvá e integrado, además, por sus colegas Jorge Romeo y Javier de la Fuente. Otros tres integrantes de la organización criminal fueron condenados a penas de entre seis y nueve años de prisión.
Los robos por los que fueron juzgados y condenados los sospechosos ocurrieron entre el 21 de diciembre de 2013 y el 30 de enero de 2016. En su declaración indagatoria, Acosta sostuvo que “los hechos sucedieron tal cual fueron leídos en el requerimiento de elevación a juicio y que se hacía cargo del mismo y pidió disculpas”, según se desprende de la sentencia, a la que tuvo acceso LA NACION.
Acosta fue detenido en diciembre de 2018. Tenía pedido de captura por una serie de robos y un ataque a tiros en el barrio Mitre, en Saavedra, donde la víctima se salvó de milagro. Pero su detención se concretó por detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) que participaban de una investigación de un secuestro extorsivo donde se pagó un rescate de 297.000 pesos.
Los robos, con el mismo modus operandi, se repetían en locales de Compumundo, Frávega, Garbarino, Samsung y en perfumerías Crayon de distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires, pero nadie podía identificar y detener a los delincuentes. Los hechos se investigaban en distintas fiscalías hasta que, en abril de 2018, Eduardo Casal, a cargo interinamente de la Procuración General de la Nación, puso nuevamente en funciones al fiscal José María Campagnoli en la Unidad Fiscal Especializada en la Investigación Criminal Compleja (Ufecri), equipo dedicado a enlazar casos presuntamente aislados a partir de similitudes en metodologías, objetivos o nombres.
Al poco tiempo de la decisión de Casal, representantes de las empresas damnificadas se presentaron en la Secretaría de Investigaciones Penales (SIPE), que depende la Ufecri, para pedir colaboración a la Justicia por una serie de robos.
Los investigadores de la SIPE comenzaron a analizar los videos de los robos de todos los locales asaltados y advirtieron que en la mayoría, además de repetirse el modus operandi, coincidían las fisonomías de los protagonistas. Se abocaron a ponerles nombre y apellido a los delincuentes que se veían en las filmaciones.
A partir de las grabaciones analizadas, los detectives judiciales comenzaron a hacer un cruce de causas y de informaciones sobre bandas ya identificadas dedicadas al robo de comercios. En la fiscalía de distrito de Núñez-Saavedra, también a cargo de Campagnoli, varios de los sospechosos estaban identificados en otras investigaciones penales.
“Las imágenes e identidades quedaron corroboradas con fotografías de las redes sociales, datos oficiales del Registro Nacional de las Personas (Renaper) y distintas filmaciones”, habían explicado en su momento a LA NACION fuentes judiciales.
Finalmente, el Viejo Tom y sus supuestos cómplices, identificados como Christian Sanzón, Ramón Sánchez y Gian Lucas Tapia, llegaron a la etapa de juicio, donde fueron condenados por el TOC N° 27.
En su alegato, el fiscal general Guillermo Pérez de la Fuente sostuvo que “tuvo por acreditado en esta causa, que estas cuatro personas junto con otras que no fueron individualizadas, integraron, formaron parte de una organización criminal destinada a cometer un indeterminado número de delitos. Que existió en ésta, común acuerdo de voluntades entre los integrantes, para formar una asociación ilícita”.
Según las filmaciones de los robos, los delincuentes irrumpían armados en los comercios que elegían como blanco. Reducían y maniataban con precintos a empleados y clientes para después apoderarse de la recaudación y la mayor cantidad de mercadería que podían en el menor tiempo posible. El botín eran teléfonos celulares de última generación, consolas de juego y fragancias importadas.
“Para nosotros Acosta era el jefe de la banda. En las filmaciones quedaba claro que era quién impartía las órdenes durante los robos”, dijo a LA NACION una fuente que participó de la investigación.
El TOC N° 27 condenó a Acosta como coautor de cuatro robos consumados y un quinto en grado de tentativa.
Los jueces encontraron culpable al Viejo Tom del delito de “robo doblemente agravado por haber sido cometido en poblado y en banda y por el uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no se puede tener por acreditada, reiterado en cuatro oportunidades”.
Acosta está preso en la cárcel de Villa Devoto. Según fuentes judiciales, fue una de las caras visibles del violento motín ocurrido el año pasado en plena pandemia de Covid-19 cuando los reclusos se subieron a los techos para exigir que la Justicia ordene excarcelaciones y arrestos domiciliarios.
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