Inimputable. La Justicia ordenó que el chico que mató a su mejor amigo de la escuela vuelva a vivir con sus padres
Lo ordenó el Superior Tribunal de Justicia de Córdoba; el adolescente de 14 años estaba alojado en una institución para menores desde principios de julio, cuando confesó el crimen de Joaquín Sperani, ocurrido el 29 de junio en Laboulaye
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CÓRDOBA.- Desde ayer a la tarde, el chico de 14 años que asesinó a su mejor amigo y compañero de colegio en Laboulaye volvió a vivir con sus padres. Así lo ordenó el Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, por lo que el chico abandonó el Centro de Admisión y Diagnóstico Esperanza, donde estuvo alojado desde inicios de julio, cuando confesó el crimen ocurrido el 29 de junio pasado. Por su edad es inimputable, por lo que no puede estar detenido.
A partir de datos que pudo corroborar LA NACION, se sabe que la familia ya no vive en Laboulaye. Por el momento, estaría en otra ciudad del interior cordobés. Joaquín Sperani, la víctima, era compañero de colegio de su victimario, además de ser muy amigos; pasaban mucho tiempo juntos y sus padres se conocían.
A comienzos de este mes, este diario publicó que el chico pedía volver con sus padres, a quienes había visto varias veces mientras estuvo en el complejo Esperanza. La decisión del Superior Tribunal responde a un recurso de casación presentado por la asesora letrada con funciones múltiples de Laboulaye, Mariana Noelia Ferreyra, ante el rechazo de un hábeas corpus que ya había interpuesto en primera instancia.
La asesora pidió que se “disponga una medida alternativa que no implique la privación de la libertad en el Complejo Esperanza” e insistió con que “no resulta el lugar adecuado a fin de garantizar su protección integral y su reinserción socioeducativa”.
Señaló que, para ello, se debe priorizar “el acompañamiento en libertad a fin de poner atención en su reinserción social y educativa, lo que implica disponer acciones tales como supervisión en territorio, para lo cual se deberán articular otras redes de contención junto al grupo familiar del adolescente”.
El máximo órgano judicial de la provincia reenvió la actuación al tribunal que interviene en el caso “para que dicte un nuevo pronunciamiento por el cual se adecúe la situación del adolescente a los estándares internacionales de derechos humanos” de menores.
Mariela Flores, madre de Sperani, afirmó en declaraciones a varios medios, que está “totalmente” convencida de que el adolescente liberado puede ser una amenaza para otras personas. “Este chico va a volver a hace lo mismo”, dijo.
El caso
“Yo lo maté a Joaquín”, confesó el adolescente, que incluso había estado junto a quienes buscaron a Sperani durante tres días, desde el 29 de junio cuando el chico desapareció. Habló después de que unos primos de la víctima encontraran su cuerpo en una casa abandonada a 100 metros de la escuela donde estudiaban.
Los investigadores determinaron que el adolescente premeditó el crimen. Después de actuar en soledad regresó a la escuela. Testimonios de unas compañeras permitieron reconstruir que se había comportado de manera “normal”, que “jugó y se rio”. Participó de la búsqueda y de las marchas por su amigo y dio, durante casi tres días, pistas falsas a la policía.
El chico no tiene hermanos; vivía con sus padres en la zona rural de Laboulaye; había pedido cambiarse de escuela para poder ir a la misma que su mejor amigo. La familia había llegado a la ciudad del sur cordobés años atrás, desde Santa Fe. Los padre de L. se dedican al trabajo rural.
Según la reconstrucción que hizo la Justicia, el 29 de junio pasado L. salió del Instituto Provincial de Educación Media (IPEM) N°278 “Malvinas Argentinas” a las 9.21 y se dirigió a una casa abandonada, donde 72 horas después, el domingo 2 de julio, fue encontrado el cuerpo de Joaquín.
A esa hora llevó un pedazo de hierro con punta que usó para golpear a su amigo, además de unos pedazos de hormigón. Regresó al IPEM a las 9.56.
Joaquín había ido a clase de educación física esa mañana y se retiró a las 10, a pesar de que tenía que cursar otra materia. Su madre había avisado a la escuela que su hijo, después de gimnasia, se iba a retirar. Regresó a la hora de la siesta y dejó la bicicleta en el patio del establecimiento educativo, pero no entró en la clase.
A las 14.50, los dos amigos salieron de la escuela; fueron filmados por una cámara de seguridad instalada en una casa vecina. Según se ve en esas imágenes, Joaquín llevaba su mochila y L. no tenía nada. En la casa abandonada, el confeso asesino le asestó 18 golpes; la víctima murió en el acto por traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica.
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