Estrago y lesiones: fueron detenidos dos policías bonaerenses por la represión en la cancha de Gimnasia y Esgrima
Todas las unidades provinciales recibieron ayer, además, la directiva que establece la prohibición del uso de gas lacrimógeno para el control de espectáculos deportivos
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Fueron detenidos dos de los uniformados que habían sido separados de sus cargos y pasados a disponibilidad por los incidentes que generaron la muerte de un simpatizante de Gimnasia, César Regueiro, que falleció por un paro cardíaco en los momentos de pánico por la represión en La Plata de la policía bonaerense que derivó en la suspensión del partido entre el equipo local y Boca. Se trata del comisario Juan Manuel Gorbaran, jefe del operativo, y el oficial principal Fernando Falcón, el uniformado que le disparó e hirió con postas de goma al camarógrafo de TyC Sports Fernando Rivero.
La decisión fue tomada por el juez de garantías Agustín Grispo tras un pedido del fiscal Martín Almirón. En el caso de Gorbaran será imputado “de estrago causado por medio poderoso de destrucción con peligro común para la gente en concurso ideal con estrago causado por medio poderoso para la destrucción como causa inmediata de muerte de una persona”, mientras que Falcón tendrá una imputación por “lesiones leves agravadas por el abuso de funciones de un personal policial”, según informó el Ministerio Público bonaerense.
Los dos agentes bonaerenses fueron detenidos en sus domicilios por personal de la Policía Federal Argentina.
Más allá de los arrestos de los dos policías, el descontrol operativo expuesto por la policía bonaerense en la cancha de Gimnasia y Esgrima -y en sus alrededores- derivó en una llamativa resolución administrativa. Tras la trágica noche en La Plata el cuerpo bonaerense de control de manifestaciones perderá uno de sus recursos más utilizados: se prohibió a la Policía de la provincia de Buenos Aires el uso de gases lacrimógenos en los estadios de fútbol.
Todas las unidades bonaerenses recibieron ayer el radiograma con la directiva del Ministerio de Seguridad: “Se comunica a todos los jefes de destacamento que a partir de la fecha queda prohibido el retiro y uso de pistola lanzagases y granadas de mano en los encuentros deportivos; solo queda autorizado el uso de dispersores”. La notificación oficial fue dirigida, especialmente a las unidades que dependen de la Dirección de Infantería.
El desmedido -por la falta de objetivo concreto en la operación- uso de gases lacrimógenos en la cancha de Gimnasia y Esgrima provocó un caos. “El operativo falló con la estampida de represión, gases lacrimógenos y balas de goma cuando no había un enfrentamiento”, dijo Carlos Bianco, jefe de Asesores del Gobierno de la provincia de Bueno Aires y uno de los consejeros más importantes del mandatario provincial, Axel Kicillof. En esa línea de pensamiento habrá que encontrar la respuesta a quién decidió realmente la prohibición del uso de gases lacrimógenos. El ministro de Seguridad, Sergio Berni, no había anticipado nada de eso en sus sucesivas entrevistas televisivas.
Otro interrogante aún no tiene respuesta: ¿la policía bonaerense podrá portar, exhibir y utilizar gases lacrimógenos en otras manifestaciones, como cortes de calles o protestas frente a comisarías? Y la duda principal: ¿Tiene la Infantería bonaerense una doctrina diferente para recuperar una posición en disputa o solo está preparada para gasear zonas en búsqueda de despejarlas de manifestantes o hinchas?
El empleo de las escopetas con perdigones de goma fue peor, incluso, en la noche de La Plata que el uso indiscriminado de los gases. Lo demuestran el disparo al camarógrafo de TyC y otros videos que se viralizaron en las redes sociales, en los que aparece la única forma no indicada para utilizar postas no letales: el disparo a corta distancia.
Las balas de goma pueden ser letales si no tienen distancia para expandirse hacia el blanco. A menos de cinco metros pueden causar un efecto similar al de un perdigón de plomo. Y en un radio de diez metros hay alta probabilidad de provocar serias lesiones. Eso no solo lo saben los peritos balísticos, sino todo policía. En la noche de La Plata a nadie la importó disparar a corta distancia. Eso quedó grabado.
Sin embargo, nada se decidió sobre las balas de goma. Solo se prohibió el uso de gases. Escudo y garrote debería alcanzar para que una unidad profesional pudiese contener un desborde. El ejemplo está disponible. Los escuadrones móviles de la Gendarmería emplean esa doctrina. La respuesta estatal puede subir escalones de acuerdo con la situación del momento. Pero, en general, parecería que la policía bonaerense tiene tendencia a disparar primero y ver después si había otra alternativa. Ahora los cuerpos antidisturbios deberán intervenir sin lanzamiento de gases, pero con balas de goma a mano.
El control de manifestaciones cambió en las últimas dos décadas, pero no parece encontrarse la doctrina adecuada para enfrentar con la fuerza pública a un tumulto. En junio de 2002, en un país en el que hacía años una marcha podía derivar en varias muertes, los asesinatos en Avellaneda de Mariano Kosteki y Darío Santillán bajo el fuego de policías bonaerenses provocó un convencimiento social de que los uniformados no debían participar del control de disturbios con armas letales. Par eso hay un segundo escalón de respuesta armada en caso de disparos desde marchas o hinchadas. Pero en la primera línea se eliminaron las pistolas reglamentarias.
Ese tema quedó en debate en los últimos veinte años, con idas y vueltas. En esa polémica cayeron también las pistolas eléctricas Taser. Y ahora se suman los gases lacrimógenos. Que pueden ser mortales si sus cartuchos impactan de cerca. Eso pasó en el asesinato del docente Carlos Fuentealba, en 2007, en Neuquén. Aunque solo se habla sobre herramientas. No sobre la capacidad de formar una necesaria unidad de miles de policías bonaerenses -la Gendarmería, por caso, tiene unos 10.000 uniformados preparados en destacamentos móviles- sin que ese grupo se transforme más en un problema que en una solución.
El control de las herramientas (o armas, como se las quiera denominar) será poco productivo si se tiene una fuerza bajo tensión. El día anterior a los incidentes en La Plata otro problema sobrevolaba a la fuerza de seguridad provincial: un incipiente autoacuartelamiento.
Eso pasó en Ezeiza, después de la muerte de dos policías que formaban un binomio de patrullaje en motos. Sus compañeros aseguraron que tuvieron muy poco tiempo de descansado en los días previos al accidente. Hablaron sobre dormir en vehículos un par de horas para seguir en servicio y sumar el dinero de horas adicionales. El control de los espectáculos deportivos se paga de esa forma. Es un servicio adicional que cumplen los policías después de sus horario laboral. En esa sobrecarga laboral nada tienen que ver los gases ni las escopetas.
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