Increíble. Vivió 15 días con un muerto en su casa porque el municipio no se hacía cargo de llevárselo
Después de dos semanas de trajinar de dependencia en dependencia y de puerta en puerta, sin ninguna respuesta, finalmente con la caída del sol, esta tarde, una morguera se llevó el cadáver del hombre con el que Xina Florian y su familia debieron convivir durante más de 15 días en su casa de un humilde barrio de Ingeniero Budge. Tras la publicación del caso en LA NACION, la policía científica de Lomas de Zamora llegó a la casa 18 de la manzana 17 del barrio 6 de Agosto, revisaron el cadáver del hombre, un costurero de nacionalidad peruana que trabajaba en uno de los tantos talleres que alimentan los puestos de venta de ropa de La Salada, y luego regresaron con un camión para llevar el cuerpo a la morgue. Hace instantes, funcionarios municipales le avisaron que pasarían a buscar las pertenencias del fallecido.
Fue el final de más de dos semanas inconcebibles. Porque al horror de la presencia del cadáver de un hombre que murió por causas naturales, sobre la cama del cuarto que le alquilaba desde hacía solo dos meses, se sumaba la amenaza del contagio de enfermedades -inclusive, el Covid- y un hedor intolerable para Xina, su esposo y sus cinco hijos pequeños, u también para los vecinos del barrio, que desde esta mañana, y ante la indolencia de las autoridades, debatían y amenazaban con entrar por la fuerza a la casa y sacar el cuerpo a la calle, para que alguien se lo lleve, la humanidad reducida a un residuo del que hay que deshacerse.
Susto, desesperación, miedo, fueron las sensaciones que atraparon a Xina Florian y a su familia en estos días de locura, con un muerto en la habitación del fondo de su casa. Habían pasado los paramédicos, había ido a la municipalidad, al cementerio y a los tribunales. La policía, incluso, le había dicho que a cambio de un monto que ella no puede pagar, podían conseguirle la firma de un legista para agilizar el trámite.
Muy cerca del Camino de la Ribera, en Pasaje Laguna, manzana 17, casa 18, Xina convive desde hace más de diez años con su esposo, Luis, y sus cinco hijos. Días atrás habían comenzado a sentir un fuerte olor que provenía del fondo de su casa. "Pensé que era una bolsa de basura", explica Luis, quien en ese momento se acercó y advirtió que el olor provenía de la habitación de su inquilino.
En el fondo de su casa, de exterior de ladrillo hueco pelado, Xina posee tres habitaciones, una junto a la otra, en la que viven sus hijos pequeños. Con motivo de la pandemia, y ante la imposibilidad de poder salir a trabajar, Xina decidió trasladar a su hijo mayor a uno de los cuartos de al lado, con sus hermanos más chicos, y por $1500 le alquiló la habitación a Carlos, un conocido del barrio, de 40 años, que trabajaba haciendo "costuras". En esa zona hay varios talleres que aprovechan la proximidad de La Salada.
Eso fue hace dos meses. Anteayer se cortó la luz en el 6 de Agosto y, como no tenía noticias de él, decidió ver en que situación se encontraba su inquilino: "Hace dos meses que le alquilaba la habitación. Durante un mes, el señor no apareció para pagarme y entonces comencé a buscarlo. Con la linterna me fui hasta el cuarto del fondo y pude verlo por la ventana. El señor estaba acostado en su cama. Jamás me imaginé que podía estar muerto dentro del cuarto", contó Xina a LA NACION.
Inmediatamente llamó al 911. La policía rompió la cerradura de la puerta de chapa y entró en la pieza. Sobre la cama estaba Carlos. Muerto. Cianótico. Arribó una ambulancia; los médicos revisaron al costurero y determinaron que todo indicaba que había fallecido por causas naturales. Xina aseguró que la policía y los médicos les dijeron: "Lleva más de diez días fallecido. No podemos hacer nada, porque no es un crimen y tampoco se quitó la vida". La mujer agregó que al occiso no le hicieron examen alguno para establecer, por ejemplo, si era Covid positivo.
Lejos de ser el final, ahí comenzó el calvario para Xina. Con su bebé en brazos comenzó a recorrer dependencia tras dependencia en busca de que alguien, comisionado por las autoridades, fuera hasta su casa para retirar el cadáver que yacía en el fondo de su casa.
Ayer estuvo en la comisaría, donde cuenta que le pidieron dinero para retirar el cuerpo del lugar. "Me preguntaron si tenía un poquito de oro o 45.000 pesos guardados para conseguir la autorización de un médico forense y poder sacar el cuerpo de mi casa. Y les respondí: 'mi casa tiene techo de chapa, ¿de dónde voy a sacar ese dinero?'", contó Xina.
Con el muerto en el fondo, se vio obligada a sacar a sus hijos de 12, 10, 8 y 2 años del cuarto de al lado; ahora están en su cuarto, donde ella duerme con su marido y su beba de 1 año y medio. La puerta entrecerrada del cuarto maldito era una barrera contra el espanto para ella y su familia. Pero con el paso de los días apareció un problema mayúsculo. "El olor no se sentía mucho al principio, porque la puerta estaba cerrada. Pero luego de que vino la policía, la puerta quedó abierta y a partir de ahí fue impresionante", explicó Xina.
El hedor fue tal que, desesperada, fue hasta la municipalidad de Lomas de Zamora, donde le dieron un comprobante por su reclamo. Pero eso, por supuesto, no resolvía el problema, ya que el cadáver sigue el fondo de su casa. Desde el Municipio confirmaron a LA NACION que Xina había ido al palacio comunal y que le habían dado todos los datos acerca de a quién debería llamar, pero que no habían tenido más contacto con ella.
Esta tarde, los vecinos debatían qué hacer. En un clima cada vez más tenso, hay quienes son partidarios de una solución radical: irrumpir en el cuarto, levantar el cuerpo y dejarlo en la vía pública, a la espera de que desde alguna oficina pública envíen una cuadrilla a llevarse el cadáver. Finalmente, llegaron los legistas y el cuerpo del malogrado costurero fue trasladado en el camión forense a la morgue. Ahora será responsabilidad del gobierno municipal definir la disposición final de los restos.
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