Incendio en Recoleta: los allegados piden respetar el duelo de la familia Jabbaz y los protegen de la “invasión” periodística
Recordaron que los integrantes de la comunidad judía ortodoxa llevan una vida muy reservada; se suspendieron las clases en la escuela Heijal Hatorá, a la que iban los chicos fallecidos; si la Justicia lo permite, las víctimas serán inhumadas hoy en un cementerio judío sefaradí de Lomas de Zamora
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Tras la tragedia que dejó consternada a gran parte de la comunidad judía de la zona de Once, la prudencia y el hermetismo eran la regla en las adyacencias de Ecuador y Córdoba. Era, especialmente, la forma de proteger a la familia Jabbaz, reconocidos integrantes de uno de los sectores ortodoxos de esta colectividad.
Desde el núcleo familiar, que por estas horas se pidió a los medios no ser molestado en este duro momento en el que en un abrir y cerrar de ojos perdieron a cinco de sus integrantes. En ese sentido, se reclamó que se respete el duelo –la shiv’ah, un proceso de siete días que tiene reglas bien prescriptas–, que cumplen alojados, por estas horas, en el hotel Howard Johnson By Wyndham Hotel Abasto, situado a pocas cuadras del lugar de la tragedia.
Si la Justicia acelera los trámites, las víctimas serán inhumadas este viernes en el cementerio judío sefaradí de Lomas de Zamora Bene Emeth. Deberá realizarse antes del shabat, la jornada de descanso que se extiende desde la salida de la primera estrella de cada viernes y la salida de la misma, el sábado.
“Casi todo el edificio afectado está habitado por integrantes de la colectividad y muchos de ellos son personas ortodoxas. Si esperás que alguien te dé algo de información va a ser muy difícil, casi imposible. Hay que entender que se trata de personas con una vida muy reservada. Además, en este tipo de situaciones se centran en su núcleo dentro de la comunidad”, detalló a LA NACION una persona ligada a una de las instituciones ortodoxas de la zona.
Mientras tanto, a pocos metros de donde ocurrió el trágico incendio, se encuentran la escuela de estudios religiosos Jafez Jaim, del rabino Samuel Levin, y la escuela Heijal Hatorá, adonde asistían los chicos fallecidos. Consultados por LA NACION, las autoridades solamente expresaron que se suspenderán las clases por duelo.
“Estas instituciones funcionan como colchón emocional en este tipo de situaciones. Hoy, temprano, estuvieron brindando apoyo con algunos psicólogos. Hay chicos muy chiquitos, y les cuesta comprender lo que sucedió. Puntualmente, por el vínculo que tienen con Dios” explicó una persona vinculada a la escuela.
Si bien en el barrio lo que reina es la consternación, lo que se advierte es un comprensible grado de reserva de parte de los integrantes de la comunidad, como así también en algunos de los hospitales donde fueron hospitalizadas las 35 personas afectadas por el incendio. Allí se ordenó a los médicos no dar información sin previa autorización por parte de las autoridades sanitarias.
“Tengo a mi tía en el hospital Durand y a mi tío en el Ramos Mejía, y en los dos lugares me pasa lo mismo: me dicen que no me pueden dar información. Me estoy enterando más por las noticias que por las autoridades del hospital sobre lo que pasa”, expresó esta mañana un familiar, preocupado por las circunstancias que están viviendo luego del incendio.
Mientras, en medio del desfile de cámaras y medios de comunicación en esta zona de deslinde entre los barrios de Recoleta y Balvanera, algunos curiosos se acercan y de manera tímida cuentan off the record que conocían a alguna de las víctimas fatales. Pero al advertir que los reporteros pueden estar grabándolos con sus celulares, o si les acercan un micrófono, optan por guardar silencio.
“Hay que comprender que estas personas llevan una vida atada a las prescripciones de la religión y en muchos casos no se les permite ver televisión ni utilizar celulares con acceso a internet, por lo que todo esto es muy invasivo para ellos. Hay que respetarlos”, explican.
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