Incendio en Microcentro: La dramática historia de la mujer y sus hijas que pensaron que morirían en la bañera
Se refugiaron en el baño hasta que su pareja, que se encontraba afuera del edificio, le avisó a la policía que seguían atrapadas cuando ellos aseguraban que ya habían evacuado a todos los habitantes
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Iluminado por luz natural poco antes del mediodía, las paredes y el piso del lobby del edificio de Avenida Alem 668 estaban completamente cubiertos de hollín. El edificio emanaba un intenso olor a quemado que se hacía más fuerte en la boca de su puerta principal. Al fondo de ese lobby se reducía la visibilidad, asomaban los primeros escalones por los cuales los residentes vieron anteayer la luz al final del túnel para inhalar una bocanada de oxígeno fresco y salvarse, a excepción de una mujer de 75 años que no llegó a salir y quedó atrapada en ese laberinto de terror, de humo y oscuridad.
Las veredas estaban repletas de fragmentos de vidrios y escombros. Una dotación de bomberos realizaba tareas de peritaje y sus cascos asomaban por los enormes huecos de los pisos 6 y 7. Una policía custodiaba el ingreso del edificio y unos pocos vecinos de la torre, con bolsas y valijas, aguardaban el permiso de la Policía de la Ciudad para poder ingresar en sus casas y retirar sus pertenencias luego de que se clausurara el edificio y pasaran la noche en otro lado. Entre ellos estaba Cinthia junto a sus hijas Sofía y Camila, sobrevivientes del incendio de ayer que dejó dos departamentos reducidos a cenizas y mató a una persona.
Cinthia se encontraba durmiendo en su departamento del piso 12 tras una larga noche. La cosmetóloga de 40 años fue despertada a las 11.30 por su hija Sofía, de 12, que alertada por un fuerte olor, se había despertado porque pensó que su madre estaba cocinando algo y se le estaba quemando.
La primera reacción de la madre fue ir a desenchufar la heladera porque pensó que el olor a quemado venía de algún electrodoméstico.
Al ver que no había resultados, creyó que las personas que se manifestaban afuera de la Secretaria de Trabajo estaban quemando cubiertas. Pero, por la ventana, no percibió nada, ya que su departamento daba a la calle 25 de Mayo. La mujer contó a LA NACIÓN, todavía con la voz tomada, secuela de haber inhalado humo: “Supuse que el humo venía de ahí porque siempre están haciendo lío, nunca creí que podía ser un incendio porque estamos acostumbrados a que manifestantes quemen cosas o tiren bombas de estruendo fuera del Ministerio”. La manifestación había terminado algunos minutos antes.
Cuando Cinthia fue a abrir la puerta principal para ver si el olor provenía de algún vecino, entró una gran cantidad de humo y aire caliente y la cerró inmediatamente. Ahí se dio cuenta de que estaba ante una situación dramática y su peor pesadilla.
“Contrario a lo que uno imagina, no había ruido, no sonaban alarmas y no gritaba nadie. Fue todo silencioso, me pareció raro que nadie vino a avisar”, recordó. Ante la situación, la madre colocó un colchón verticalmente cubriendo el humo que ingresaba por las ranuras de la puerta. Junto a Sofía y Camila, su otra hija, de 15 años, pensó en meterse en el placard de la habitación principal: “Estaba desesperada, quería traspasar la pared con mis manos. Una de mis hijas había entrado en pánico”, manifestó. Al probar abrir una ventana para obtener aire fresco, entró más humo.
En su desesperación por buscar oxígeno, Sofía quiso ir a la terraza del edificio: “Mamá, yo puedo”, dijo, pero la madre, considerando lo que había visto y sentido cuando abrió la puerta principal, creyó que era mejor refugiarse y esperar ayuda. Insistió en ir al baño y encerrarse allí. “Si salíamos, nos ahogábamos”, dijo. Prendieron el extractor, mojaron toallas y se cubrieron las vías respiratorias y se acostaron en la bañera. Con sábanas habían tapado la puerta.
Cinthia se había puesto en contacto con Nicolás, su pareja, que estaba en Avellaneda. Mediante videollamada le describió la situación y le pidió ayuda. “Agarré el auto y salí desesperado, manejé a toda velocidad. Cuando llegué ya había ambulancias, bomberos y la policía. Con la adrenalina dejé el auto en medio de la calle, me bajé y empecé a correr las últimas cuadras porque estaba todo congestionado”, explicó Nicolás.
Mientras Cinthia mantenía la calma de sus hijas, se empezó a despedir de su pareja. El humo había penetrado igual y redujo drásticamente la visibilidad. Tomándose el pecho dijo: “No se podía respirar. Mi hija dijo -esto solo pasa en las películas, ¿por qué nos tiene que pasar a nosotros?- y yo no le podía dar explicaciones. Pensé en saltar. Pensé que moriríamos ahí”, recordó.
Nicolás, consciente de que el tiempo corría, logró captar la atención y hablar con la policía: “Imaginate, ellos pensarían que yo era un loco más gritando. Estaba vallado y no podía acercarme. Estaba tratando de explicarles que mi mujer y mis hijas estaban atrapadas. Cuando me escucharon me aseguraron que ya todos habían sido evacuados. Hice ahí una videollamada con Cinthia y les mostré para que me creyeran. Estaban equivocados. Ahí mismo enviaron una dotación de bomberos a rescatarlas”.
Tras más de una hora de angustia y espera, las mujeres escucharon un portazo, unos gritos y unas sombras que aparecieron. Los bomberos las asistieron y las guiaron para bajar las escaleras en completa oscuridad: “No se veía nada, solo humo, no podíamos respirar”, dijo Cinthia. Y agregó: “A medida que bajábamos era un infierno, yo estaba descalza y sentía el piso caliente. Me temblaban las piernas, casi me desmayo”, expresó mientras se tomaba y olía el pelo, todavía con vestigios de olor a hollín impregnado.
“Salieron completamente negras”, relató Nicolás. “Largamos mucho moco, completamente negro”, explicó Cinthia. Rápidamente, fueron asistidas por el SAME y trasladadas al Hospital Argelich donde, según sus palabras, recibieron muy buena atención. “Llegué al hospital con 16% de saturación de oxígeno y mi hija 18%”, relató. Los niveles normales son de 95% o más.
Una hora y media duró su pesadilla. Todavía visiblemente conmovida mientras abrazaba a Sofía, Cinthia explicó que le dieron el alta médica a la noche. Mientras tanto, Camila, aun en estado de shock, aguardaba adentro del auto de Nicolás.
Cuando la policía empezó a autorizar a los vecinos a ingresar a sus viviendas, más escombros del incendio se desprendieron de la fachada del edificio y cayeron en la vereda.
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