Inauguraron un tambo y una quesería en una cárcel bonaerense
Presos de la Unidad 14 de General Alvear, que depende del Servicio Penitenciario Bonanerense (SPB), comenzarán a trabajar en un tambo y una fábrica de quesos y derivados. Las instalaciones fueron inauguradas el viernes pasado después de que la Municipalidad habilitara las instalaciones de la cárcel y entregara las libretas sanitarias de los internos que aprobaron un curso de manipulación de alimentos.
"Desde el principio de nuestra gestión, nos planteamos como objetivo central brindar todas las herramientas posibles a los internos para que en un futuro logren reinsertarse en la sociedad y no vuelvan a cometer delitos", sostuvo el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari.
En la inauguración de las instalaciones estuvieron el jefe del SPB, Xavier Areses, y el intendente de General Alvear, Ramón Capra.
"Esta Unidad se ha convertido en un paradigma a nivel regional que encadenó todo un proceso productivo", sostuvo Areses.
En el penal, que cuenta con un predio de 222 hectáreas, hay 177 entre vacas, toros y terneros. En el establecimiento carcelario, que es de régimen abierto, se realizará todo el proceso productivo, desde la siembra para alimentar el ganado hasta el ordeñe de la leche (unos 300 litros diarios) que sirven para producir diez kilos de queso por jornada laboral.
El intendente Capra sostuvo: "Es un poder hacer convenios e inaugurar el tambo y la fábrica de quesos que benefician a nuestra comunidad y al trabajo de los internos. Tengo que felicitar al personal por su trabajo y dedicación".
Según fuentes del SPB, para la puesta en valor del tambo se instalaron nuevas mangueras, pezoneras, cascos, bombas y filtros, además de adquirir una placa enfriadora.
En la fábrica de quesos se arregló la pasteurizadora, la cámara de frío, se colocaron cerámicos, piletas, lavamanos, termotanques y luminarias.
En el predio carcelario se cosecharon 52.000 kilos de maíz para alimentar al rodeo. Y ahora se habilitaron la siembra de avena y soja.
Además, se inauguró también una biblioteca con más de 500 libros, un espacio que servirá de apoyo a los privados de libertad que transitan los niveles formales e informales de educación.
Después de recibir la libreta sanitaria, Edgardo, uno de los internos que comenzó a trabajar en la fábrica de quesos, sostuvo: "Ahora estoy habilitado para una vez en libertad poder encarar un emprendimiento personal laboral".
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