Sicarios de elite. Asalto táctico, fusiles de guerra y una fuga en lancha por el Paraná: los detalles del asesinato del jefe de una barra brava
Seis delincuentes encapuchados y armados con fusiles entraron en la casa de Barrientos y lo ejecutaron; se fugaron en una camioneta, que había sido robada en Rosario, y desaparecieron
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ROSARIO.- Anteayer a la tarde, al grito de “policía”, seis sicarios, encapuchados y vestidos de negro, entraron en la casaquinta de Gustavo Barrientos, jefe de la barra brava de Patronato, y lo ejecutaron de cinco disparos. Los homicidas estaban fuertemente armados, con pistolas y fusiles de alto poder de fuego. Pero lo más extraño del homicidio es cómo se llevó adelante y quiénes podrían haberlo ejecutado: los sicarios usaron una camioneta Toyota SW4 negra, con vidrios polarizados, que fue robada en Rosario, enero de 2022, que quedó abandonada en un paraje en la costa del río Paraná, donde los asesinos podrían haber escapado en una embarcación con la que habrían cruzado a la provincia de Santa Fe.
Barrientos, conocido como Petaco, fue asesinado horas después de llegar a una casaquinta en Los Cardales, en el kilómetro 14 de la Ruta Nacional 11, a pocas cuadras del ingreso a Diamante, Entre Ríos. Ejercía la jefatura de la barra del club Patronato de Paraná, estaba en prisión tras ser condenado en 2015 por el doble crimen de Matías Giménez y Maximiliano Godoy, quienes murieron el 9 de noviembre de 2012 en el barrio Paraná XX. Estos dos asesinatos se produjeron en un contexto que estaba atravesado por el negocio de la venta de drogas, una actividad a la que se dedicaba Petaco, según señala el medio Análisis Digital.
Anteayer, cerca de las 16, los asesinos arribaron a la casa de Barrientos en una camioneta Toyota SW4 negra con vidrios polarizados, que tenía pedido de captura en Rosario desde de 2022.
Según el registro de las cámaras de seguridad, los sicarios entraron en la casaquinta con “movimientos tácticos” y fueron directo a buscar a la víctima, que se encontraba con su pareja. En pocos segundos, ejecutaron a Petaco.
Llevaban armas largas, fusiles –AR15, FAL y por la munición, un AK47–, y pistolas 9 mm, un equipamiento que no es común que se vea en casos de narcotráfico en Entre Ríos, y ni siquiera en la Argentina.
Lo extraño del caso es que después de matar a Barrientos, los homicidas abandonaron la camioneta, sin destruirla, a la vera del río, junto con todas las armas y proyectiles.
La policía entrerriana encontró tres fusiles, 19 balas calibre 762, 28 cartuchos 9 milímetros, 26 calibre 5,56mm con un cargador, 30 cartuchos calibre 7,62x39 con su cargador, un bolso negro, un chaleco de balística color blanco, una masa con mango de madera y una remera de color azul, como así también cuatro musleras para llevar las pistolas.
La Policía de Entre Ríos contacto a sus pares del área de Inteligencia en Rosario para cruzar información sobre un caso que podría tener relación con el sicariato rosarino. En noviembre pasado, un asesino a sueldo de Rosario mató de siete disparos al gremialista Mauricio Cordara, mano derecha del exlegislador y sindicalista de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) Pablo Ansaloni, quien –según la investigación judicial- era la víctima elegida.
La camioneta que usaron los asesinos de Barrientos fue encontrada horas después en la zona de Puerto Alvear, a pocos kilómetros de Colonia Ensayo, donde se concretó el crimen.
La sospecha que tiene la policía entrerriana es que los sicarios se fugaron en una embarcación que los estaba esperando a la vera del Paraná. La hipótesis más fuerte es que los asesinos habrían cruzado a la provincia de Santa Fe por el río. Y luego, en tierra firme, se podrían haber dirigido a Rosario desde Coronda o Puerto Gaboto.
En diciembre del año pasado, Barrientos había logrado la autorización por parte del Juzgado de Ejecución de Penas de Paraná, cuya titular es la jueza Cecilia Bértora, para cumplir con una serie de salidas familiares. En una de esas salidas, fue ejecutado.
En el libro Los hijos del narco, publicado en 2015, el periodista Daniel Enz describió el perfil de Barrientos y sus actividades ligadas a la tribuna de Patronato y al crimen organizado.
“En el barrio hay quienes lo odian por su violencia y por sus manejos con los pibes, en el negocio de la droga. Pero hay quienes también lo aman. En especial las mujeres más humildes que viven entre el Municipal e Hijos de María de Paraná, donde reside mucha gente pobre, que apenas llega a fin de mes y sobreviven con las changas. Esas madres no dudan en ir a golpearle la puerta y decirles que su hija va a cumplir 15 años y que no tienen un peso”, señala el libro.
Barrientos nació en Chajarí, Entre Ríos, y luego de mudarse a la capital entrerriana comenzó a ser parte del hampa de Paraná, pero vinculado a delitos comunes. Tras ser detenido empezó a forjar en la cárcel nuevas relaciones, con la barra de Colón y su poder comenzó a crecer, y a vincularse con el tiempo al narcotráfico.
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