Horror en Lanús. Motochorros y menores asesinos tienen vía libre por un debate que nunca termina
El brutal homicidio de Morena Domíguez expuso, una vez más, que los problemas de seguridad crecen sin solución
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La inseguridad no se mete en el tramo final de las campañas electorales. Está siempre ahí. No es casualidad que un tema de alta preocupación pública “irrumpa” la agenda política. Si se piensa solo en el efecto del azar, habrá que creer que alguien está jugando a los dados. Es que pasó lo mismo mientras candidatos pedían el voto de confianza en la elección legislativa de 2021. Pocos días antes de la votación un asesinato conmocionó a todos: el kiosquero Roberto Sabbo fue baleado en Ramos Mejía. Las escenas se repiten. Tensión e incidentes frente a una comisaría. Un mayor detenido por ese crimen en el que estaba acompañado por una menor de 15 años, que no fue juzgada por ser inimputable. Ayer otros delincuentes mayores fueron imputados por el atroz homicidio de Morena Domínguez. Tenía solo 11 años y estaba por entrar en la escuela cuando fue atacada por motochorros. También sobrevuela el caso la sombre de otro menor inimputable. Nada cambia, pero todos se sorprenden.
Los motochorros también salen de cacería sin que nada los detenga. Todo intento de frenar esa modalidad choca contra una pared invisible. Incluso se aprobaron leyes especiales. Nadie se molesta en cumplirlas. En mayo de 2019 la legislatura bonaerense promulgó una norma para prohibir en forma parcial que dos personas circulen en una moto. Quedó a criterio de los municipios definir zonas y horarios de la veda. Nada se avanzó desde ese momento, pese a que se trata de la forma de atraco más temida. Quizá la más violenta, también. Al menos cuando se pensó esa ley antimotochorros se estableció que esos delincuentes causaban 4 de cada 10 homicidios en ocasión de robo. Sin embargo, la promesa más fácil de cumplir estaba grabada en el mítico anillo de Julio Humberto Grondona: todo pasa.
Ese pensamiento deja sin resolver dos debate en cuestiones de seguridad: motochorros y menores inimputables. No hay nada de asombro que esos temas aparezcan cuando se mira hacia otro lado. El tiempo solo trae urgencia. Y hoy se llega a nivel de emergencia.
Los motochorros no son un invento argentino. Hace varios años, una conversación en España con venezolanos que dejaron para siempre su país puso en claro lo que podía provocar esa modalidad de robos. Contó ese inmigrante que le había costado muchos meses no sentir en las rutas europeas el miedo que le provocaba escuchar una moto acercándose cuando manejaba un automóvil. Ese temor se siente ahora en el conurbano. Así lo relataron ayer madres de los compañeros de escuela de Morena. Tienen pánico cuando escuchan una moto. Robos hay en cualquier lado y de todas formas. Pero pocos generan ese sentimiento de alerta como los realizados con una moto.
Los antecedentes internacionales marcan que prohibir la circulación de dos personas en una moto causa un impacto en el delito. esa fue la fórmula aplicada en Bogotá por Antanas Mockus en su tiempo de alcalde por el Partido Verde.
En una conversación con LA NACION en 2012 explicó las variantes que utilizó para no quedar atrapado en un debate entre derecha e izquierda a la hora de trazar un plan de seguridad. Dejó entonces una frase interesante: “Creo que primero hay que combatir directamente a la violencia y después las condiciones de ilegalidad”.
Aquí importa más formar una comisión para analizar el tema. Hace siete años motochorros mataron a Brian Aguinaco en Flores. Tenía 14 años. Poco cambió desde entonces. nada, en realidad.
Permiso para matar
Algo similar ocurre con la edad de imputablidad de los menores. Y con las penas que corresponden a los adolescentes punibles de 16 y 17 años, con condenas limitadas incluso en casos de homicidios.
El menor de 14 años que fue demorado en la búsqueda de los asesinos de Morena no quedó implicado directamente en ese crimen. Su expediente delictivo señala que poco puede faltar para que uno de sus robos derive en una muerte. Tiene 21 arrestos en menos de dos años. Por su edad, entra y sale de comisarías. En un caso claro de la llamada puerta giratoria. Sin una reforma legal, tiene por delante algo más de un año en la que puede matar gratis. Y parece que le gusta empuñar un arma. No es un caso aislado.
En el asesinato de Aguinaco fue condenado el delincuente que conducía la moto. Es mayor de edad. El tirador fue un adolescente de 15 años y 9 meses. Por solo tres meses mantenía ese raro permiso para matar que se da a los adolescentes argentinos. Esa protección legal alcanzó también a los dos motochorros de 15 años que en abril pasado asesinaron en Villa Soldati a Loudes Avendaño Rojas. Los casos se suman, pero nada cambia. No es azar ni sorpresa que menores formen parte de bandas de motochorros. Es un vacío legal que aprovechan estos grupos para descargar las culpas si alguna vez sus integrantes son descubiertos. Por eso los episodios no disminuyen, sino que aumentan.
La inseguridad puede no resolverse solo con reformas que apunten a frenar la actividad de motochorros y definan nuevos márgenes de imputabilidad. Pero son los temas prioritarios, porque en cada caso de fuerte conmoción social aparecen motochorros o menores.
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