Horror en Entre Ríos. Se suicidó en una celda de la jefatura de policía el padrastro del niño de 2 años muerto a golpes
Alfredo Sebastián “Pato” Ferreyra, de 38 años, se quitó la vida al mediodía, cuando esperaba para ser llevado a prestar declaración indagatoria; la madre del menor también está presa
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El padrastro de Tahiel, el chico de 2 años que entró muerto ayer en el Hospital Centenario, de Gualeguaychú, con claros signos de haber sido sometido a una larga situación de violencia intrafamiliar, se suicidó en la celda donde se encontraba detenido y disposición de la fiscalía, que iba a indagarlo esta tarde.
Alfredo Sebastián “Pato” Ferreyra, de 38 años, fue hallado sin vida en el calabozo en el que se estaba alojado, a la espera de ser convocado para brindar declaración indagatoria por la muerte violenta del hijo de su pareja, que también está detenida, acusada de homicidio agravado por el vínculo.
Fuentes de la Fiscalía explicaron al medio R2820 Radio, de Gualeguaychú, que Ferreyra “fue visto en buenas condiciones alrededor de las 11.30 horas, cuando le acercaron el almuerzo a la celda donde estaba alojado”. Ferreyra aún no había brindado declaración indagatoria “ya que se aguardaban los resultados preliminares de la autopsia de la presunta víctima”, precisaron.
Ferreyra trabajaba en una cooperativa de construcción que depende de la institución en la que se recuperaba de sus adicciones a las drogas, confirmaron fuentes de la investigación. Había sido detenido este lunes, poco antes del mediodía, y fue trasladado a la Jefatura Departamental de Policía, donde se quitó la vida hoy. Tenía cuatro hijos mejores de edad bajo su custodia, con los cuales convivía junto a la madre de Tahiel y otros tres menores en una vivienda de Rosario y Manzoni.
El caso tomó estado público ayer. A las ocho de la mañana, una mujer llegó a la Guardia del Hospital Centenario, de Gualeguaychú, con un chico en brazos. El niño no presentaba signos vitales. En cuanto lo auscultaron, los médicos entrevieron la hondura de la tortura que había precedido su trágico final. Golpes en la cara y en pecho, sangre en la nariz y el oído, y excoriaciones de reciente y vieja data en brazos y piernas. La mujer, impávida, no podía explicar semejante cuadro. Terminó presa, al igual que su pareja, con la que convivía, junto con otros seis menores de entre seis meses y 12 años, en la casa del horror, en el barrio La Cuchilla, de aquella ciudad del este entrerriano.
“Según me contaron los profesionales que intentaron reanimar desde un principio al menor, la mamá del niño se encontraba tranquila y no podía explicar de manera coherente lo que había acontecido”, explicó a LA NACION el fiscal que lleva adelante la investigación, Mauricio Guerrero.
“Se constató el paro cardiorrespiratorio. Se realizaron maniobras de RCP, sin éxito. Se constató el fallecimiento a las 8.15”, confirmaron fuentes médicas a R2820 Radio.
El cuerpo del niño mostraba claros indicios de haber sufrido violencia doméstica: “Se encontraba frío, pálido, sin presentar signos vitales, con un cefalohematoma frontal biparietal bitemporal, presentando signos de sangrado en oído derecho y nariz, un hematoma bipalpebral [en ambos párpados] bilateral, un hematoma en tórax izquierdo de aproximadamente cuatro centímetros, también dos hematomas en región anterior miembro inferior izquierdo y pequeñas lesiones ulceradas generalizadas a predominio de sus cuatro miembros”, según pudo constatar ese portal.
Testimonios recogidos por LA NACION en el marco de la atención al menor dieron cuenta de la presencia de “quemaduras que podrían haber sido provocadas por cigarrillos y lesiones en las piernas que podrían reproducir el patrón de pinchaduras con un tenedor”.
En ese dramático contexto, el fiscal solicitó la detención de la mujer y del padrastro del niño. Poco después, el Juez de Garantías Ignacio Telenta autorizó el allanamiento a la vivienda ubicada en el barrio La Cuchilla, como así también la correspondiente muestra de sangre y orina para detectar la posible presencia de estupefacientes en ambos detenidos, ya que, según declaraciones de vecinos, “ambos adultos estaban inmersos en una situación de consumo problemático”.
La autopsia del menor será practicada este martes, a las 8. Luego, el fiscal tomará declaración a la madre y al padrastro del niño, que convivía con ellos junto a otros seis menores –en edades que abarcan desde los seis meses hasta los 12 años-, hijos de parejas anteriores. La vivienda permanece clausurada y bajo custodia policial.
“La hipótesis principal del caso es una muerte violenta agravada por el vínculo, sin descartar la posibilidad de imputar alevosía. Todo quedará más claro luego de la autopsia”, explicó Guerrero, a la vez que confirmó que inmediatamente se dio intervención a la Defensoría y al Ministerio Pupilar, como así también al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia de Entre Ríos (Copnaf) frente a la gravedad del caso.
Según pudo constatar LA NACION, el niño fallecido contaba con internaciones previas en el hospital local por infecciones originadas por la presencia de sarna en su organismo, quemaduras por agua caliente y una derivación a servicio social por alto riesgo social debido al mal estado de higiene y la carencia de vestimenta y calzado.
“Desde otros organismos estatales se le solicitó intervención al Copnaf en reiteradas oportunidades, pero nunca se dio una respuesta integral ante la situación de este niño y los menores que convivían con él”, confirmó una fuente a este medio.
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