Horror en Córdoba. La sucesión de alertas que el Estado desestimó y convirtió la vida de Aralí en un calvario
La niña de ocho años fue asesinada el viernes a la noche y el sábado a la tarde su cuarto fue incendiado en un intento de borrar pruebas; por el hecho fueron detenidos el padrastro y la propia madre de la menor; la Secretaría de Niñez y Familia y la Justicia bajo la lupa
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CÓRDOBA.- Aralí Vivas tenía 8 años. La asesinó su padrastro. La autopsia reveló indicios compatibles con abuso sexual con acceso carnal. Ella practicaba fútbol en la pequeña localidad de Brinkmann con su hermanito de 9 años; cuando le decían que tenía que regresar a su casa, se hacía pis. Lo veían las mamás de sus compañeritos. Ambos hermanos vivieron un tiempo con su padre; después, con un tío, pero regresaron con su madre, Rocío Rauch, porque había violencia en la otra casa. Siempre estuvo lejos de las soluciones. Vivió en un círculo tóxico en el que la atrapó la muerte.
Rocío Rauch, que ahora está presa por homicidio calificado por el vínculo en calidad de partícipe necesaria, tuvo otros cuatro hijos con Matías Simeone, detenido como coautor del homicidio de Aralí junto con un amigo, Cristian Hernán Varela.
Tres de esos niños (uno tiene unos pocos meses) fueron retirados preventivamente del hogar, pero al cabo fueron devueltos porque las autoridades entendieron que estaban dadas las condiciones para que vivieran allí con sus padres y sus hermanos mayores.
Rauch consumía alcohol y se drogaba; por eso se le ordenó hacer un tratamiento en la Red de Adicciones Córdoba. Hace unos dos años unos vecinos dieron el alerta porque su beba, que entonces tenía diez meses, estaba jugando con combustible cerca de una salamandra y ella estaba prácticamente inconsciente. Esa niña tiene hoy tres años y está en guarda provisoria con otra familia.
Hay vecinos que dan cuentan de haberla denunciado porque ella estaba “tirada” y sus hijos comían y se bañaban en casas de otros. “Han vivido un calvario esos chicos”, coinciden en señalar a LA NACION. A uno de ellos, Simeone le dijo, el sábado a la hora de la siesta: “Aralí está durmiendo; me voy a la plaza a jugar con los chicos”. Poco después, el padrastro de la nena y su amigo prendieron fuego a la habitación.
Según datos de la investigación a los que accedió este diario, uno de los hermanitos contó que cuando el padre los invitó a ir a la plaza a jugar, él subió a llamarla. “Estaba dormida, la tapé y bajé”, describió. Él no lo sabía, pero Aralí ya estaba muerta.
Los bomberos encontraron su cuerpo boca abajo, en la cama, abrazada a una almohada. Les llamó la atención que la habitación era lo único que se había quemado en la casa; las puertas no estaban cerradas con llave y no había señales de que la nena hubiera intentado escapar al fuego. Su madre había viajado el viernes a Morteros; contó que había ido a buscar plata de la cuota alimentaria; estaba con su hijo más chico. Cuando volvió, según relataron los testigos, el bebé estaba en mal estado, sucio, paspado y con hambre. Hicieron una exposición policial.
Qué se hizo y qué no
Por todas estas historias y datos, la actuación de la Secretaría de la Niñez y la Familia (Senaf) de Córdoba y de la Justicia están en tela de juicio. No solo por cómo intervinieron sino también por lo que omitieron hacer. En Brinkmann ya comparan este caso con el del asesinato de Lucio Dupuy en La Pampa, por el que fueron condenadas su madre y la pareja, y por el cual fueron acusadas por mal desempeño la jueza Ana Clara Pérez Ballester y la asesora de Niños, Niñas y Elisa Alejandra Catán, que finalmente fueron absueltas.
Una vecina que llevó la voz cantante en las marchas pidiendo justicia, dijo a LA NACION: “No podemos seguir permitiendo que nos sigan robando los niños, que rompan a estas personitas. Porque quedan rotas”.
Daniel Solís, pastor evangélico de Brinkmann, sostuvo que la muerte de Aralí podría haberse evitado. Habló de “denuncias”. Hasta el momento el fiscal Oscar Gieco, que lleva la causa, no detalló si las denuncias a las que se refieren tanto los vecinos como desde la Municipalidad fueron realizadas ante los organismos pertinentes.
“Llamábamos a la policía y nos decían que no podían hacer nada”, describe otro habitante del barrio.
La muerte de Aralí no es un caso aislado, los indicadores de violencia contra las infancias en Argentina son de los peores en la región. Los golpes, los traumas y las muertes pueden evitarse con políticas públicas que involucren al estado, a las familias y a la sociedad civil.… https://t.co/8QVfN0joGE
— Gabriela Brouwer de Koning (@GabrielaBrouwer) November 4, 2024
Nazarena Rauch, hermana de Rocío y tía de la víctima, aseguró a LA NACION que está “partida, muy impactada por lo que dice la autopsia”. Sostuvo que la madre “no debería haber dejado a su hija con una persona con los antecedentes” que tenía Simeone.
La pareja de su hermana tiene prontuario por violencia de género, amenazas, tenencia ilegal de arma de fuego, encubrimiento, violación de domicilio, lesiones leves calificadas, daño, y desobediencia a una orden judicial. La mujer recordó a su sobrina como una nena muy cariñosa, muy pendiente de sus hermanitos, de los que solía hacerse cargo.
El domingo, Rauch se sentó en una esquina de la sala donde velaban a su hija, tocando una foto de ella y diciéndole que la extrañaría. Los vecinos que marchaban pasaron por el lugar a rezarle un Padrenuestro, y la mujer debió ser retirada porque había quienes le gritaban, acusándola. La noche del lunes, la misma gente fue a “iluminar con velas” la casa donde la nena fue asesinada.
Con Rauch y Simeone detenidos, el hermano mayor, está con una tía por parte del papá; los dos mayores del mismo padre están con una prima por parte de la madre y el bebé, con una maestra.
“Muerte traumática”
El fiscal Gieco, en conferencia de prensa, comunicó este martes que Aralí sufrió una “muerte traumática” antes del incendio de su habitación. Su muerte habría sido consecuencia de un golpe contundente en la cabeza, ya que presentaba “un fuerte traumatismo de cráneo. No se advirtió presencia de monóxido de carbono en los pulmones de la niña, de lo que se deduce que no inhaló el humo, lo que significa que “estaba muerta en el momento del incendio en la vivienda”.
“El incendio fue claramente para ocultar el homicidio de la niña”, se determinó; el horario de la muerte estaría situado cerca de la medianoche del viernes. Los investigadores precisaron que se pudo probar la presencia del padrastro de la niña y del amigo en la casa a la hora en que Aralí falleció.
“Las cámaras dejan ver a Varela llegando al domicilio a las 21.16 en bicicleta. A las 0.01 del sábado se retiró. Regresó a la casa a las 0.09. A las 0.11 se retiró Simeone y minutos después se fue Varela nuevamente”, describió.
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