Homicidio. Los colectiveros reclaman medidas para evitar ser víctimas del delito
Casi 50 líneas de transporte público quedaron paralizadas en la zona oeste, quince vehículos fueron incendiados frente a la comisaría de Virrey del Pino en una manifestación de impotente furia y la avenida General Paz fue bloqueada durante varias horas. Esas situaciones se generaron luego del asesinato del colectivero Pablo Flores. Los investigadores sospechan que ese caso no tiene que ver con la inseguridad cotidiana, pero los choferes consideran que este homicidio es otra demostración sobre la violencia que en forma cotidiana sufren en sus recorridos. Por eso exigieron medidas para protegerse de robos, como mayor patrullaje policial, botones antipánico y cabinas blindadas para los conductores de las unidades.
"Esto va a volver a pasar", explicó un compañero de Flores, asesinado a balazos mientras conducía en La Matanza un colectivo de la línea 218.
"Las medidas de seguridad que tomamos son a criterio de cada chofer, pero está basado en que antes de parar le miramos la cara a quién es el que está esperando y ahí definimos si sube o no", cuenta Nicolás, conductor de la empresa transportista La Perlita, otra empresa que tuvo a trabajadores afectados por el delito en los últimos meses. El trayecto de Nicolás en la línea 422 comienza a las 4, cuando empieza el circuito entre Moreno, General Rodríguez e Ituzaingó. Pocos meses atrás, fue víctima de un ataque cuando iniciaba su recorrido. Un delincuente subió al colectivo y con un cúter le cortó el brazo y la cara.
Uno de los graves problemas para los choferes, según contaron, es el consumo de alcohol y estupefacientes por parte de los pasajeros dentro del colectivo: "Me pasó que había uno que estaba tomando cerveza en la parada, y un compañero me avisó. Cuando fui a subir le dije ‘mira que no se puede tomar alcohol dentro del colectivo’, le dije que se bajara y que esperara al otro, pero comenzamos a discutir y se bajó insultándome, gracias a Dios no pasó a mayores", relató uno de los conductores.
José Miranda trabaja hace más de 20 años como chofer en La Perlita. El pasado 26 de febrero fue víctima de un robo en una parada dentro del barrio San Carlos, en la localidad de Francisco Álvarez. Dos personas que se comportaban hasta ese momento como simples pasajeros lo amenazaron con un arma de fuego y le provocaron un corte en un brazo con una navaja. En referencia al asesinato de Flores, ese colectivero comentó: "Estoy cansado de ver este tipo de situaciones, pasan todo el tiempo. Estamos indefensos".
Leonardo Rodríguez trabaja hace más de tres años como chofer de la línea 86 y 193 para la empresa de colectivos Duvi S.A. Todos los días realiza con su colectivo dos recorridos que van desde el Kilómetro 32, de González Catán hasta Pompeya, y el segundo, que también arranca en el Kilómetro 32, pero termina en el barrio porteño de La Boca. En julio pasado fue víctima un hecho de robo. Un delincuente se hizo pasar por un pasajero y antes de llegar a destino, lo amenazó con un cuchillo y se llevó $10.000. Quedarse con el dinero no fue suficiente para el agresor, ya que provocó heridas a Rodríguez, que recibió doce puntos de sutura en la cara y dos en el estómago.
"Siento mucha impotencia por lo que está pasando. Lo que le pasó a Pablo me pudo pasar a mí. Estamos expuestos a esto. Todos los días tenemos que estar preparados para enfrentar un hecho delictivo o una discusión dentro del colectivo", dijo Rodríguez al conversar con LA NACION sobre el asesinato de su colega en La Matanza.
Pocas semanas antes, un compañero de Rodríguez sufrió un hecho violento robo, en el cual recibió un disparó en el abdomen y, consecuencia de esa lesión, quedó con parálisis en sus piernas.
Leandro Pared tiene 30 años y es chofer de la Línea 205. En febrero de este año sufrió un hecho de inseguridad en el que fue herido con un arma blanca en su mano. Cerca de las 7, Pared se encontraba finalizando su recorrido en la avenida Rivadavia e Ibarrola, lugar donde desciende el pasaje por tratarse de una terminal. En ese momento fue atacado por un delincuente.
Pared consideró ayer que no hubo cambios desde el momento en el sufrió esa agresión. Con sus compañeros solicitaron que se sumasen cámaras de vigilancia en los colectivos, pero no obtuvieron respuesta.
Una familia destruida tras el homicidio del chofer
Pablo Flores tenía 28 años y llevaba tres años trabajando dentro de la empresa de transporte Almafuerte, compañía en la cual trabajó su padre hasta jubilarse. Estaba casado con Lorena y tenía dos hijas pequeñas. Hincha de independiente, aprovechaba su tiempo libre para estar con su familia y tocar la guitarra.
De personalidad tranquila, sus amigos lo recuerdan como una persona muy buena. "Pablo siempre buscaba lo mejor para su familia y seres queridos", expresó Nadia, amiga de la esposa del asesinado conductor.
"Cuando me enteré, no lo podía creer, solo se me caen las lágrimas y pienso en mi amiga que es la mujer en los chicos y la familia. Ella está devastada", agregó Nadia.
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