“Hay que tener paciencia y fe”: la caída de “los roballaves”, ladrones que desvalijaban departamentos en Núñez y Palermo
Los delincuentes seguían a sus potenciales víctimas y, con inhibidores de señales, abrían automóviles para sustraer llaveros y así poder ingresar en los edificios donde vivían sus objetivos
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Cinco días antes, cuatro cómplices habían sido detenidos tras una serie de golpes en Villa Urquiza y Caballito. Al resto de la banda no le importó y continuó con la empresa criminal. Casi a las 15 del 14 de septiembre pasado, uno de los ladrones le dijo a sus cómplices: “Como 29 pisos en total”. Recibió como respuesta: “Hay que tener paciencia y fe…”. Los “roballaves” estaban por ingresar en un edificio para intentar desvalijar la mayor cantidad de departamentos en el menor tiempo posible. Estaban tranquilos. No sabían que la comunicación, una “teleconferencia”, iba a ser escuchada por detectives policiales y judiciales que estaban tras sus pasos.
La banda, integrada por ciudadanos argentinos y colombianos, elegía a sus víctimas al azar, después de verlas salir de los edificios donde vivían y seguirlas hasta lograr robarles las llaves de los inmuebles donde residían para poder ingresar sin llamar la atención de otros vecinos.
Como informó LA NACION en octubre pasado, los primeros cuatro sospechosos detenidos, todos de nacionalidad colombiana, fueron procesados con prisión preventiva por el juez en lo criminal y correccional porteño Martín Yadarola. La investigación continuó para intentar dar con otros integrantes de la organización criminal.
La parte inicial de la investigación fue hecha por la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comuna 6 de la Policía de la Ciudad, que detuvo a los primeros cuatro sospechosos. Después, para continuar la pesquisa, el magistrado le dio intervención al Departamento Inteligencia contra el Crimen Organizado de la Policía Federal Argentina (PFA) que ya estaba tras los pasos del resto de la banda.
“Se documentó que los delincuentes procuraban hacerse, cuanto menos, de las llaves de acceso a los edificios, y en ocasiones también han logrado obtener las llaves que sirvieran para la apertura de los departamentos, hallándolas de forma azarosa o bien sustrayéndolas del poder de sus verdaderos poseedores. Y cuando no se hicieran de estas últimas, forzaban las puertas o cerraduras hasta facilitarse el ingreso en las viviendas en cuestión”, explicó el juez Yadarola en una resolución del mes pasado, donde procesó a ocho sospechosos, entre ellos a un suboficial escribiente de la División Operaciones Judiciales del Departamento Investigaciones Judiciales de la PFA.
En el expediente interviene la fiscal en lo criminal y correccional porteña Marcela Sánchez. El fallo de Yadarola fue confirmado por la Sala VI de la Cámara del Crimen, informaron fuentes judiciales.
“Los imputados han realizado constataciones previas en los inmuebles seleccionados, verificándose la presencia de algunos de ellos en días u horas previas a los atracos, a fin de probar el normal funcionamiento de las llaves ilegalmente obtenidas, deambular por el interior de los complejos habitacionales para verificar las condiciones edilicias y tocar timbre confirmando que, en principio, no se hallaban ocupantes al momento de irrumpir. Y tras determinar la ausencia de moradores, procedían al ingreso y posterior desapoderamiento de todo aquello que les resultara de interés. Para finalmente fugar de la escena a bordo de algún automóvil en el que previamente llegaran a la zona”, explicó el magistrado.
Uno de los robos que se le adjudica a los “roballaves” ocurrió en septiembre pasado en un edificio de Amenábar al 3000, en Núñez. Los ladrones robaron en cuatro departamentos.
Una de las víctimas le contó a los investigadores que el día anterior al asalto, un vecino suyo había sufrido el robo de un bolso donde había puesto las llaves del edificio.
“A partir de las tareas de investigación desarrolladas, en la que se resalta el estudio de las cámaras de seguridad aportadas por el Centro de Monitoreo Urbano (CUM), se verificaron movimientos significativos para la causa”, sostuvo el juez Yaradola en su resolución.
A partir de las imágenes de las cámaras de seguridad aportadas por el gobierno porteño, se pudo observar cómo la banda, en dos autos, un Ford Fiesta y un Peugeot 308, siguió al vecino al que le sustrajeron las llaves del edificio.
“Al llegar a Niceto Vega al 4900, alrededor de las 12, la víctima estacionó y descendió del rodado por unos instantes. En ese momento, presumiblemente con un inhibidor de señal, le bloquearon el cierre centralizado de puertas de su auto, tras lo cual un sujeto bajó del Ford Fiesta y miró hacia donde iba el damnificado, al tiempo en que otro descendió del Peugeot 308, se acercó al rodado de la víctima, lo abrió y le sustrajo un bolso que contenía, entre otras cosas, las llaves del edificio donde residía. Al día siguiente, alrededor de las 14, sujetos emparentados con la organización delictiva comenzaron a tocar los timbres de los distintos departamentos del edificio con diversas excusas, a efectos de verificar si había moradores en ellos. Luego, ingresaron en el inmueble, presumiblemente con las llaves sustraídas el día anterior, ya que no se cambió la cerradura del edificio, y perpetraron el robo”, afirmó el magistrado en su reciente resolución.
Según se desprende del expediente judicial, la banda de los “roballaves” habría protagonizado ingresos en inmuebles ubicados en Villa Crespo y en Palermo.
En una de las últimas conversaciones interceptadas por los investigadores, los sospechosos hablaban de su próximo golpe. “Che igual, mira que el domingo boludo con las manos vacías ni en pedo vamos a venir”, dijo una de los ladrones. Poco después iba a estar tras las rejas.
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