“Hacele daño”: una selfie frente a un espejo se convirtió en una trampa mortal para una joven que fue engañada, acuchillada y quemada
Un jurado popular encontró culpables del femicidio a cuatro hombres y a la mujer que instigó el crimen
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Una selfie tomada en el inquilinato que usaba para mantener encuentros sexuales se convirtió en una trampa mortal para Agostina Gisfman. El 14 de abril de 2021 utilizó el celular de Juan Carlos Monsalve, un taxista con el que había pactado una relación de algunas horas, para retratarse frente a un espejo. La imagen cayó en manos de la esposa de ese hombre y se inició una atroz secuencia que llevó al femicidio de esa joven.
“Si querés seguir conmigo, hacele daño”, fue el mensaje de Ana Perales a su marido poco antes de irse de la casa y llevarse a su hijo. Monsalve buscó cómplices entre sus amigos y familiares. Agostina no tenía oportunidades de evitar la muerte cuando cayó en una trampa el 14 de mayo del año pasado. Fue golpeada, acuchillada y su cuerpo terminó quemado en un basural de la localidad neuquina de Centenario. La instigadora del crimen, su pareja y otros tres hombres fueron encontrados ahora culpables por un jurado popular. En los próximos días recibirán la pena por el femicidio, que será prisión perpetua.
Los investigadores policiales habían descifrado rápido los últimos momentos de Agostina, una vez que pudieron determinar la identidad del calcinado cadáver a partir del reconocimiento de un anillo. Llegaron al lugar que ella y otras jóvenes usaban para breves encuentros sexuales. Los detectives merodearon esa gomería que tenía cuartos de alquiler temporario hasta que el 24 de mayo de 2021 se quedó el propietario del lugar. Gustavo Chianese confesó la trama detrás del horror que lo tenía como uno de los protagonistas.
Ese hombre reconoció que había sido el intermediario entre su amigo Monsalve y Agostina. También relató a la fiscalía el pedido posterior de su amigo para ubicar nuevamente a la joven. Reconoció que sabía lo que pasaría. Dijo a los investigadores que Perales quería “una prueba de amor” y que Monsalve estaba dispuesto a cumplir con el mortal encargo. Los diálogos entre esos hombres en mensajes de audio permitieron a los funcionarios judiciales avanzar sobre Monsalve. Fue detenido un día después de la confesión de su amigo. Por entonces, los investigadores judiciales ya habían identificado que su celular era el único móvil que se activó tanto en el lugar donde desapareció Agostina como en el lugar donde quedó su cuerpo. Había mandado un mensaje desde el basural, con el cadáver aún en llamas. A su esposa, según quedó determinado en el juicio, que se realizó dos veces en menos de tres meses.
“El 11 de mayo y como Monsalve no había cumplido con lo que le había pedido, Perales abandonó la vivienda en la que ambos convivían y se fue hacia la localidad de San Javier, en la provincia de Río Negro. Ante esta situación, Monsalve intensificó la organización de un plan para asesinar a Gisfman, tal como le había exigido su esposa y por esta razón se contactó con Chianese”, indicó el fiscal Juan García en su alegato.
Los primeros doce ciudadanos que escucharon los testimonios y observaron las pruebas de la fiscalía no pudieron definir el caso. Justo antes de la deliberación apareció en un baño del tribunal una amenaza. Se sospecha que fue realizada por uno de los integrantes del jurado popular, no pudo aún demostrarse esa hipótesis y ese debate oral se anuló. Otro jurado escuchó nuevamente a testigos y peritos.
La autopsia definió que Agostina fue acuchillada mientras estaba de pie. La habían desnudado. La escena del crimen fue el mismo lugar donde fue quemado el cuerpo. Allí se halló un cigarrillo consumido. Tenía el ADN de Agostina. La dejaron fumar por última vez. Fue una ejecución calculada.
Monsalve no estuvo solo allí. El jurado popular determinó la culpabilidad compartida de su sobrino Enzo Monsalve y del cuñado de este, Maximiliano Zapata. La trampa había sido colocada por Chianese, mientras Ana Perales aguardaba el resultado de su pedido. “Hacele daño”, había dicho. La mujer fue capturada varios meses después del arresto de los hombres involucrados en el femicidio. El 1° de diciembre de 2021 fue a buscarla a su casa una comisión policial. En su tiempo en libertad había usado mucho el teléfono. Aparato que estaba bajo intervención judicial. Los diálogos que fueron reproducidos en el juicio despejaron las dudas de los jurados.
Monsalve llegó al debate oral en silla de ruedas. Sus problemas de diabetes derivaron en la amputación de sus piernas. Acorralado por las pruebas, intentó encontrar una salida para imponer dudas en el tribunal. Dijo entonces que solo se defendió, que la joven lo había amenazado con un cuchillo. Nadie le creyó.
Agostina tenía 22 años y una hija que en estos días cumplió 3.
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