Habló Enrique Blaksley. “Yo siempre quise pagar, y tenía con qué”, dijo el hombre señalado como el “Madoff” argentino
El presidente de la fallida Hope Funds insistió con que había bienes suficientes para enfrentar las deudas con los acreedores, pero que eso se paralizó con la judicialización del caso; cargó contra el síndico de la quiebra de su empresa
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La etapa de testimonios y declaraciones en el juicio por la presunta megaestafa de la empresa Hope Funds terminó con la extensa ampliación de indagatoria de Enrique Juan Blaksley Señorans, el omnipresente presidente de la empresa que tuvo el Hard Rock Café, que trajo a Roger Federer, Usaín Bolt y las hermanas Williams a la Argentina, que se codeó con personalidades de todo tipo y que, desde hace cuatro años y medio, está preso en la cárcel de Ezeiza.
Desde la U31 habló hoy, durante casi cinco horas, para repasar el nacimiento, auge y caída de su emporio, pero, sobre todo, para enfatizar, como lo ha repetido desde que se inició el juicio, en febrero de 2021, que su estructura de negocios naufragó por una “mediatización” –así la llamó–, un sembrado de sospechas a través de publicaciones periodísticas (la primera, en Infobae) que pusieron bajo sospecha el origen de los fondos con los cuales hacía inversiones y fomentaba actividades de alta exposición pública.
Lanzó fechas y datos de documentos, operaciones y cláusulas de contratos; montos en millones de dólares; nombres de empresas y marcas que compró o creó; detalles de inmuebles desparramados alrededor del mundo adquiridos bajo el sello de las sociedades locales y off shore de su holding.
Y, como lo hizo en sus tres declaraciones anteriores, enfatizó dos puntos, para él, cruciales.
Primero, que todas sus inversiones se consumaron en la “economía real”, en empresas, emprendimientos, eventos y bienes inmobiliarios comprados con fondos de ahorristas privados –los “mutuos”, que fueron miles, pero en esta causa penal llevan los nombres de 318 damnificados– y reinversiones de operaciones comerciales de Hope Funds y sus sociedades satélite.
Segundo, que, justamente como el movimiento de fondos tenía su contrapartida en operaciones comerciales reales que están documentadas en el expediente y que aparecen a su nombre o al de su empresa, lo suyo fue una quiebra comercial no fue una estafa de tipo Ponzi. “Me llaman el Madoff argentino. Peor él engañó a las personas falseando la información, diciendo que hacía cosas que no hacía [con el dinero de los inversores]. Yo quiero enumerar todas las unidades de negocios que desarrollamos”, dijo Blaksley.
Sobre todo, afirmó que la caída de Hope Funds fue producto de una “corrida” provocada por publicaciones maliciosas que pusieron en tela de juicio el origen de los fondos que usaba y la verosimilitud del destino que les daba, del “descalce” del flujo de caja, producto de que quienes habían invertido sus dólares a cambio de tasas de interés más atractivas que las de un banco, pero que precisamente la existencia de bienes reales daba la posibilidad de recuperación, de devolución del dinero a los prestamistas y de renacimiento de los negocios. “Yo siempre quise pagar, y tenía con qué hacerlo. Pero terminé penalizado, y aquí estamos”, afirmó.
Apoyado en la lectura de papeles y documentos desplegados en una pequeña mesa frente a una computadora en la minúscula sala de la Unidad 31 del Servicio Penitenciario Federal (SPF), Blaksley declaró a través de Zoom, mientras el presidente del Tribunal Oral Federal N°4, Néstor Costabel, la secretaria letrada y un par de abogados defensores sostenían la presencialidad, y el resto seguía la audiencia de manera remota.
“Ratifico mis dichos de mis tres indagatorias anteriores. Creo que quedó demostrado que Hope Funds era una compañía de inversión privada que se dedicaba a adquirir empresas, crearlas, desarrollar negocios y emprendimientos. Se fondeaba a través de préstamos privados (contratos de mutuo), tanto en lo nacional como en lo internacional. Ese fue el modelo organizacional. Nunca ocultamos ningún activo a los inversionistas y ni a los [productores] comerciales. Todas las sociedades estaban nominadas. Y todo eso está documentado en la causa, todos lo pueden ver”, señaló. Y precisó: “Siempre me sometí a la Justicia y envié la información. El 21 de mayo de 2014 presenté ante el juzgado de la jueza Sandra Arroyo Salgado el listado de todas las cuentas de bancos y de todos los activos, sin saber de qué se me acusaba”.
Mencionó 30 unidades de negocio (Hard Rock Café, Buenos Aires Desing, Hertz, Tango House, Ideas Sports –con Marcelo Tinelli, para el esponsoreo de vóley y básquet–, Imagen Deportiva –y los eventos con figuras de talla mundial–, la compra del edificio del Banco Patagonia –de 18 pisos, con dos de cocheras y otros tantos de bóvedas blindadas– y hasta una chacra de arándanos en San Pedro y otra en Pergamino), 36 departamentos en Estados Unidos y 40 en Panamá. Usó el ejemplo de las inversiones en el exterior, que requirió de aperturas de cuentas sujetas a due diligence, para intentar demostrar que Hope Funds había pasado los filtros más estrictos en materia de lavado.
Pero se enfocó, esencialmente, en los emprendimientos inmobiliarios en la zona de Pilar, sobre todo, en lo que debía ser la “joya de la corona” del hólding: el emprendimiento Verazul, con tres millones y medio de metros cuadrados para lotear y llevar adelante un desarrollo de magnitud superior a la de Nordelta.
Al respecto, todavía cree que Verazul puede ser la clave para pagarles a los acreedores. “Verazul paga todo”, afirmó Blaksley. Es más, Recientemente el proyecto se relanzó con el nombre de Blü - Comunidad del Lago, pero sin la participación de Hope Funds. Pero lo cierto es que hay 99 lotes de lo que era Verazul I y los llamados macrolotes de lo que iba a ser Verazul II, de 123 hectáreas privilegiadas en el que iba a desarrollar un centro comercial, un complejo de departamento tipo dormis con diseño de Páez Vilaró, según explicó.
“Los damnificados empiezan a ponderar que no fue una estafa, sino que hoy es un negocio brillante, dicho esto por el síndico y por los beneficiarios”, dijo el acusado. A partir de ahí, apuntó sus dardos contra Osvaldo Cordero, el síndico de la quiebra de Hope Funds, que en algún momento dijo que aquel terreno en Villa Rosa era un baldío que “valía un peso” después de la caída de Blaksley, y que el año pasado se presentó ante el juzgado de la quiebra para homologar un acuerdo con los fiduciantes para desarmar los litigios cruzados y poder comercializar el megaemprendimiento inmobiliario de Pilar.
“Evidentemente, el síndico no hizo nada, si tanto esmero tienen en recuperar la plata de las personas. Abogados hay, se están poniendo honorarios [...] El proyecto Verazul había que continuarlo para pagar las obligaciones incumplidas y obtener nuevas ganancias. Esto no se hizo y el síndico reconoció en el juicio que se equivocó al frenar la operatoria con una cautelar. Si el juzgado en lo comercial trabaja las cosas como deben trabajarse, todos van a poder cobrar, si se ocupan”, lanzó.
“Verazul paga todo. El síndico se está poniendo un millón de dólares de honorarios. Olfateo que hay distintos tipos de acreedores en Hope Funds: los que hicieron juicio penal, los que verificaron en el fuero comercial (porque la mayoría no quiso penalizar). El que penalizó, con todo su derecho, tiene su consecuencia, que es el freno del pago. El mismo hombre que dijo que Verazul no vale nada ahora participa de una carta de oferta de 13 millones de dólares”, precisó Blaksley.
“Es grave, yo estoy acusado de lavado de activo, de una deuda, que soy Madoff. Al menos hay una picardía. Yo entiendo lo que están haciendo: desapoderarme, que yo diga dónde encontrar los negocios y que termine en una propuesta vil. No estoy acá para dar lástima, porque tengo orgullo, pero tengo mucho dolor, hay mucha gente imputada y mucha gente que no cobró. Y estas picardías son avivadas que no se pueden dejar pasar. La verdad es que el síndico vive muy bien de Hope Funds. ¿Y qué pasó con las utilidades de los otros bienes?”, inquirió.
“Viví expuesto, quería hacerlo, llevar mi empresa a un alto nivel [...] Nunca se ocultó nada. Todas las propiedades están compradas a nombre de la empresa y en todas fui el presidente y el beneficiario final. ¿Qué es lo que ocultamos? Hablan de “velo societario”, usando una frase del juzgado. Pero, ¿cuál es el velo si todo está a mi nombre?”. Creo que la fiscalía pensó que tomar fondos de una empresa para cancelar deuda de otra (pagar sueldos, por ejemplo) era un esquema Ponzi. El Estado lo hace hoy al hacer un canje de deuda... Pero si lo hago yo es Ponzi. ¡Entonces, todo es Ponzi!, los descubiertos en el banco, los de tarjetas, el canje de deuda vieja por deuda más barata”, graficó.
“Me hago cargo de todas las decisiones. Los empleados, por su desarrollo de trabajo, fueron creciendo y se sintieron orgullosos. Nos hicieron sentir que la lealtad, la fidelidad y la nobleza son un error, todo lo que nuestros padres nos enseñaron: a ser fieles, leales y nobles. Hasta el último día estuvimos en Hope Funds, hasta sin luz. Yo me quedé sin nada. Mi hija se quedó sin casa. Mi madre vive en una casa que va a ser rematada. Mi hermana está en la quiebra... La cosa es simple: corrida, descalce, activos duros que no se podían vender, el país que venía mal, el miedo de la gente. De los 102 querellantes que declararon en el juicio, 95 litigan por contratos que no estaban vencidos; ejercieron el derecho de la cláusula de retiro anticipado por el problema de la mediatización. Era gente que se asustó, vino en masa a retirar su dinero y cada uno, a su manera, trató de salvarse, y es comprensible”, concluyó.
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