Córdoba. Arrestaron a tres comisarios por encubrir un caso de "gatillo fácil"
CÓRDOBA.- Tres comisarios fueron detenidos por encubrir un crimen en un caso de "gatillo fácil" registrado en esta ciudad. El adolescente Blas Correas fue asesinado en agosto pasado y hay dos agentes detenidos acusados de homicidio agravado y el mismo delito en grado de tentativa porque los disparos, además de matar al joven, podrían haber terminado con la vida de algunos de sus amigos.
Los tres comisarios están acusados de ocultar a los responsables del asesinato y ahora el fiscal José Mana, a cargo de la investigación, los imputó por omisión de deberes de funcionario público y encubrimiento agravado.
El fiscal ordenó la detención de los comisarios inspectores Walter Soria y Jorge Galleguillo, y el subcomisario Enzo Quiroga, medida fue tomada tras nuevas pruebas incorporadas en el expediente y en "la naturaleza de los delitos atribuidos, el modus operandi, sus cargos jerárquicos en la fuerza de seguridad, el estado de la investigación y la necesidad ineludible de realización de actos que inevitablemente implican la presencia física de los imputados".
En la causa hay 16 imputados (13 son policías y tres son empleados de una clínica privada que se negó a atender las heridas del adolescente). De los policías imputados, cinco están detenidos.
En tanto, la fiscalía dispuso liberar a los agentes Rodrigo Emanuel Toloza, Leonardo Alejandro Martínez, Leandro Alexis Quevedo y Ezequiel Agustín Vélez, quienes continúan imputados por los delitos de encubrimiento agravado y falso testimonio.
La agente Wanda Esquivel, quien estuvo en el control vehicular que evadieron Correas y sus amigos, declaró esta semana cómo los policías habían intentado perjudicar a los jóvenes. Confesó que ella y un compañero habían "plantado" un arma para intentar desviar la investigación y justificar el acto de "gatillo fácil" inculpando a las víctimas.
Según afirmó, cuando iba en el móvil policial con su compañero Javier Alarcón -uno de los acusados del homicidio-, ese agente sacó un revólver de su chaleco y le dijo que lo tirara por la ventana en un lugar determinado.
A las pocas horas del hecho, los policías sostuvieron que un testigo -a quien no identificaron porque, como ya se sabe, no existía- había visto cómo desde el auto en el que iban Correas y sus amigos "descartaban" un arma de fuego.
Los policías aseguraron que luego de rastrillar el lugar habían hallado un revólver calibre 22; los peritajes determinaron que el arma era vieja, estaba desarmada y no estaba en condiciones de uso.
Desde el primer momento el fiscal José Maná sospechó que el arma había sido "plantada". El dermotest (prueba de rastros de pólvora) que se les practicó a los cuatro amigos de la víctima dio resultado negativo.
El 6 de agosto pasado, Blas Correas había ido a un bar con amigos. Después de la cena, el grupo pasó a buscar a otros jóvenes. Cuando circulaban en un Fiat Argo, y tras un incidente de tránsito con el conductor de una moto, evadieron un control policial. En ese momento, una pareja de agentes les disparó.
El vehículo continúo la marcha, pero luego de circular varias cuadras, los dos jóvenes que se trasladaban en el asiento de atrás pidieron bajarse. En ese momento, Correas dijo que estaba herido. Murió poco después.
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