García Belsunce: una investigación unidireccionada, un salvavidas para dos acusados y un “golazo”, qué pasó en el juicio
En una nueva jornada del debate, un testigo sostuvo que la hipótesis que señalaba como sospechoso del homicidio ocurrido en el country Carmel a Nicolás Pachelo fue abandonada prematuramente por el fiscal Diego Molina Pico
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Fue la primera audiencia donde Nicolás Pachelo, el exvecino del country Carmel, de Pilar, juzgado por el homicidio de María Marta García Belsunce, crimen ocurrido hace casi 20 años, se mostró enojado por las afirmaciones de los testigos. Varias veces se acercó a sus abogados defensores, Roberto Ribas y Marcelo Rodríguez Jordán, para hacer comentarios de lo que escuchaba. Molesto, en una oportunidad, se tiró para atrás y el ruido del golpe de su cabeza contra la pared no pasó desapercibido. Sí, tuvo un momento que sintió como un triunfo y llegó a exclamar “golazo”, expresión que acompañó de una sonrisa.
La cuarta audiencia del juicio en el que Pachelo, de 46 años, y dos exvigiladores de Carmel están acusados del homicidio ocurrido el 27 de octubre de 2002, debate a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, comenzó con la declaración testimonial del comisario mayor retirado de la policía bonaerense Alejandro Elorz, quien en el momento del homicidio cumplía funciones en la Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Pilar, con jurisdicción en la zona del country Carmel.
La declaración de Elorz duró dos horas y media. El testigo tuvo afirmaciones contundentes respecto de la participación de Pachelo en el homicidio y cuestionó la tarea de Diego Molina Pico, el primer fiscal a cargo de la investigación.
“Según los elementos recolectados y todo lo ocurrido con posterioridad, todo hace presumir que el señor Pachelo fue el autor del homicidio”, sostuvo el comisario mayor retirado en su declaración.
Elorz sostuvo que la investigación de Molina Pico estuvo “unidireccionada” sobre la pista de Carlos Carrascosa y la familia García Belsunce.
“La pista Pachelo fue abandonada prematuramente. La investigación estaba unidirrecionada”, dijo el jefe policial ante una pregunta del fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari.
Aclaró que su equipo de trabajo no participó de la investigación. “La policía fue solapadamente corrida”, agregó.
Por su experiencia, afirmó que la víctima fue sorprendida en el baño de la planta alta de la casa donde vivía.
“Hubo un forcejo. El agresor disparó una vez y, después, aprovechando el estado de indefensión, la ejecuta de cinco balazos”, sostuvo el testigo.
Según Elorz, para simular o desviar la investigación, el asesino introdujo medio cuerpo de la víctima en la bañera, lugar donde la encontró Carrascosa.
Las palabras del testigo fueron un salvavidas para los otros dos acusados del homicidio, los exvigiladores Norberto Glennon y José Ortiz. “A partir de mi experiencia, con un grado de certeza, puedo decir que el asesino actuó en forma individual”, afirmó.
Elorz también tuvo tiempo para hablar de una Investigación Preliminar Preparatoria (IPP) que se investigó por separado al homicidio de García Belsunce. Se trata de una causa que se inició en la fiscalía de Molina Pico tras una denuncia que hicieron representantes de las Damas de Pilar, una ONG de la que participa la víctima.
La denuncia fue presentada el 5 de diciembre de 2002, tres días después de que la autopsia determinara que García Belsunce había sido asesinada a balazos, y daba cuenta de la desaparición de un cofre de seguridad que tenía García Belsunce donde se guardaban chequeras de la ONG.
La causa, que se tramitó como un hurto, fue archivada por Molina Pico a comienzos de 2004.
“Humildemente, opino que se tendría que haber ventilado en la misma causa que el homicidio. Si ese tratamiento lo hubiese hecho la policía, sin temor a equivocarme, puedo decir que un magistrado o un fiscal hubiese cuestionado [la decisión]”, afirmó el comisario mayor retirado.
El segundo testigo de la jornada fue Eduardo Ferrer, un vecino de Carmel, que en 2001 sufrió un robo en su casa mientras estaba de vacaciones en Pinamar.
El testigo recordó que unos meses después del robo lo llamaron de la guardia de Carmel porque habían encontrado en el baúl de un auto una computadora. Ferrer reconoció el aparato como el que le habían sustraído de su casa en el robo.
“El auto pertenecía a un jardinero o un obrero que salía de la casa de Pachelo y dijo que la computadora se la había dado él [por el imputado]”, recordó el testigo.
Ferrer fue el “responsable” de sacarle a Pachelo “el grito de gol”. Fue cuando tuvo que marcar en un plano de Carmel el recorrido que había que hacer para ir a pie desde la casa donde vivía el acusado hasta el estacionamiento del Club House.
Si bien dijo que “no era lo más lógico” pasar por la casa donde vivía la víctima, explicó que había una posibilidad de hacerlo porque había un “pasaje de tierra”. En ese momento, Pachelo exclamó “golazo” y le dijo a sus abogados: “Se quieren matar” [por los acusadores]. De inmediato, miró hacia el sector donde se sientan los periodistas que cubren el debate.
La exclamación de Pachelo se debe a que tres testigos, en la instrucción de la causa, dijeron haberlo visto en ese camino y también a María Marta pasar en bicicleta. El acusado, en su momento, explicó que iba al estacionamiento del Club House a buscar su vehículo. Para los investigadores caminaba en dirección a la vivienda de la víctima.
El último testigo de la jornada fue Nicolás González del Cerro, vecino de Carmel y amigo de la víctima. Ayer había declarado su esposa, María José Díaz Herrera y afirmó que le tenía miedo a Pachelo porque era capaz de cualquier cosa.
González del Cerro recordó un encuentro con Pachelo en su casa, donde tomó el recaudo de tener una pistola cerca del apoyabrazo del sillón donde se había sentado. La decisión de tener el arma cerca era porque sabía la clase de persona que iba a tener enfrente.
“En un momento le dije ‘vos sabrás qué hiciste o no con el perro [de la víctima] y con el resto de las cosas [de los robos ocurrido en Carmel], te aclaro que nuestros chicos tienen prohibido ir a jugar a tu casa y subirse a cualquier auto en donde estés vos o tu mujer’. La respuesta fue ‘hacés muy bien, yo en tu lugar haría lo mismo’. No me sentí atemorizado, lo tomé como una advertencia”, afirmó González del Cerro.
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