Fue condenado a 18 años de prisión por fracturar a mujeres para cometer estafas
El abogado Schiber recibió una fuerte sentencia por su rol como jefe de una red que usaba a personas humildes para simular accidentes viales
"Nosotros quebramos piernas y brazos para ayudarlas a ustedes", decía el abogado Hugo César Schiber, según declaró una de las testigos en el juicio oral que terminó en los últimos días con la condena a 18 años de prisión contra el letrado.
El Tribunal Oral Nº 7, de San Isidro, consideró a Schiber el jefe de una banda de rompehuesos que se dedicaba a estafar a compañías de seguros con los cobros de indemnizaciones millonarias por accidentes que nunca ocurrieron.
Además, el tribunal integrado por los jueces María Coelho, María Elena Márquez y Alberto Gaig condenó a 15 años de prisión a Daniel Ceferino Herrera, acusado por algunas de las víctimas de ser uno de los que rompieron las piernas de por lo menos ocho mujeres para simular que habían sido arrolladas por automóviles. Después, les retenía los documentos de identidad y las obligaba a firmar poderes en favor de Schiber, quien iniciaba las demandas contra las aseguradoras.
Durante la investigación iniciada en 2011 por la fiscal de San Isidro, María Virginia Toso, quien también estuvo a cargo de la acusación en el juicio oral, se determinó que los integrantes de la banda se aprovechaban de la situación de extrema pobreza de las mujeres y les ofrecían dinero para que se dejaran quebrar las piernas, pero nunca les pagaron.
"Conozco a Hugo del estudio. Al hijo también. No tenía dónde vivir y ni para darles de comer a mis hijos. Si dejaba que me quebraran las piernas iba a tener una casa para ellos. Me preguntó si quería entregar mi pierna y mi brazo y dije que sí. Lo hice por necesidad", expresó Leticia Taglieri, una de las víctimas.
Al exponer los fundamentos de la resolución, los jueces valoraron como agravantes de la condena: "El trato cruel, discriminatorio, inhumano y degradante dispensado hacia las víctimas en las maniobras delictivas y durante el juicio".
Entre las pruebas que los magistrados tuvieron en cuenta para fundar la condena figuran una serie de escuchas telefónicas. En esas conversaciones los acusados mencionan la necesidad de conseguirles clavos y prótesis a las mujeres que habían fracturado y que se atendían en hospitales públicos del conurbano. Al analizar estos elementos, los jueces consideraron que constituían una circunstancia que agravaba la responsabilidad de los acusados y remarcaba la magnitud del delito.
"Utilizaron el sistema público de salud, al que todos los ciudadanos concurrimos solidariamente a sostener con los impuestos, para consumar sus propósitos delictivos y su ánimo de lucro. Se verificó que todos los accidentes fraguados eran atendidos en guardias y servicios de los hospitales públicos, y los equipamientos y las prótesis eran solventados por el Estado. Esto provocó un elevado perjuicio económico contra el erario público, que derivó en favor de los acusados", expresó la jueza Coelho al revisar las pruebas.
Schiber no presenció la lectura de la sentencia. Decidió quedarse en el calabozo de la cárcel de Olmos.
A mediados de diciembre, en un anticipo del veredicto, el tribunal lo consideró culpable de ser el jefe de una asociación ilícita que les rompió las piernas a ocho mujeres a las que les provocó lesiones graves y también lo responsabilizó por seis casos de estafa procesal en grado de tentativa. En ese momento, ordenó su detención. Ese día también fue apresado Herrera. A diferencia de su jefe, Herrera, vestido con campera rompevientos azul, escuchó la lectura de la sentencia. Al finalizar la audiencia, vigilado por un guardiacárcel, abrazó a su esposa e hija, los únicos familiares que concurrieron al tribunal.
"Me llevaron a una casa que no tenía luz. Me quebraron en seco, sin anestesia. Usaron algo muy pesado, una barra de hierro o una madera. Me pegaron en las piernas hasta provocarme una fractura expuesta de tibia y peroné. También me pegaron en el brazo. En el hospital me pusieron clavos. Vino Rulo y me pidió que firme un poder. Al otro día, Rulo me dio la dirección del estudio de Schiber. Estuve internada un mes y medio", expresó Taglieri.
Rulo es el alias de uno de los integrantes de la banda, que habría sido identificado como Francisco Valentín Ortiz y que ya había sido condenado a seis años de prisión por otro tribunal. Según la hipótesis de la fiscal, Ortiz, al igual que Herrera, se dedicaba a buscar mujeres para romperles las piernas y fraguar accidentes de tránsito. Al dictar la sentencia, los magistrados ordenaron que se investigue a dos médicos que aparecieron mencionados en las escuchas telefónicas y habrían trabajado entre 2008 y 2009 en hospitales públicos de Moreno, Morón y Loma Hermosa.
En una agenda personal negra que la policía secuestró durante el allanamiento realizado en la casa del abogado Schiber figura la anotación: "31 de diciembre. Ingresos: $478.189. Egresos: $22.000, para Pablo, médico". Según quedó expuesto en el juicio oral, en esa libreta el letrado anotaba todos los pagos que realizaba para concretar las estafas. "Nunca cobré nada. Me decían que me iban a llamar y nunca me llamaron. Rulo me llevó dos veces al estudio. El abogado ya sabía todo lo que me había pasado. Hubo una reunión con Schiber en la que me dijo que tenía mi caso y que tenía que decir que un auto me chocó en una calle cortada", recordó Taglieri.
Dentro de la banda había otra pieza importante: Federico Schiber. A su nombre estaba la camioneta Peugeot Partner que la organización usaba como falsa ambulancia para tener prioridad de ingreso en los hospitales. El hijo de Hugo Schiber huyó antes del veredicto y tiene pedido de captura internacional. Según fuentes de la investigación, habría logrado llegar a Israel. Cruzó desde la Argentina a Uruguay, mediante una lancha colectiva que lo dejó en Carmelo y se embarcó en un vuelo de Air Europa -pagó el pasaje en efectivo- hacia Barcelona. Su rastro se perdió en Israel.
Como Taglieri, Samanta Barrientos, recordó que le rompieron las piernas dos veces, en 2008. Dijo que aceptó el ofrecimiento porque tenía cuatro hermanos y no tenía nada para comer, además su madre estaba por perder la casa y necesitaba el dinero que le ofrecían para cancelar una deuda. "Vos te vas al rancho y yo me voy a mi mansión en Parque Leloir", le gritó Schiber a Barrientos luego de escuchar su testimonio en una de las audiencias del juicio en las que también increpó a la fiscal.
Schiber recibió ahora la notificación de sus abogados sobre la condena de 18 años de prisión. Estaba en su calabozo del penal de Olmos, muy lejos de Parque Leloir.
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