Fingió su muerte para evitar que "el loco del martillo" la asesinara
El plan era matarla. Asesinarla para robarle y por odio a su identidad de género. Aprovechando que estaba en el departamento de María Celeste S., una mujer trans de 37 años, a cargo de unos trabajos de reparación, primero electrificó el marco de la puerta del baño. Cuando ella apoyó sus manos, recibió una descarga eléctrica que la hizo desvanecer. Entonces, Cristian Scigliano comenzó a pegarle golpes de puño en todo el cuerpo mientras exclamaba: "¿Me vas a dar la plata?".
Era el principio de un brutal ataque en un departamento del noveno piso de un edificio situado en Suipacha al 700, en el barrio de San Nicolás. Cuando María Celeste S. recuperó el conocimiento, Scigliano comenzó a golpearla en la cabeza con la punta de un martillo y decía "morite puto, te voy a matar". Fueron dos golpes certeros en el cráneo que le provocaron fracturas de la calota craneal.
La víctima intentó defenderse y logró sacarle el martillo a su agresor. Pero todo fue peor porque Scigliano, de 37 años, la tomó del cuello y comenzó a asfixiarla. Después la llevó hasta una ventana con la intención de arrojarla por el balcón pero no pudo porque María Celeste S. se resistió y comenzó a forcejear con su atacante.
En el forcejeo, "el loco del martillo", como definió al acusado un detective del caso, intentó, contra la voluntad de la víctima, bajarle las calzas y violarla. La llevó a la cama y volvió a pegarle golpes de puño. Fue el peor momento porque María Celeste S. sentía que se ahogaba con su propia sangre y su agresor comenzó a apretarle el cuello mientras le espetaba "morite puto, morite puto". Ella pensó que no tenía escapatoria y que la muerte era lo único que le quedaba. Entonces, fingió que estaba muerta.
La actuación de su propia muerte la salvó. Scigliano la soltó, le robó el dinero que tenía en la billetera, la tarjeta SUBE, una tarjeta de crédito, el DNI y las llaves del departamento y escapó.
Así surge de una resolución del juez en lo criminal y correccional porteño Darío Bonanno que procesó con prisión preventiva a Scigliano por el delito de homicidio agravado por haber sido cometido para consumar otro delito, por haber sido cometido por el odio a la identidad de género y por medio violencia de género en grado de tentativa en concurso real con el delito de robo agravado por el uso de armas y concurso real con el delito de abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa. En el expediente, el Ministerio Público está representado por la fiscal Marcela Sánchez. Los funcionarios judiciales tuvieron la colaboración de detectives de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad.
Intensidad y desmesura de la agresión
"En relación a la figura de homicidio, entiendo que la intensidad y la desmesura de la agresión, en particular por sus reiterados y fuertes golpes, alguno de ellos con un elemento absolutamente idóneo para causar un gran daño físico, como lo es un martillo, y el lugar sensible donde dirigió sus ataques, sumado al intento de, luego, asfixiar a la víctima y empujarla por el balcón, permite afirmar sin hesitaciones que la acción disvaliosa del acusado se vio dirigida a quitarle la vida a María Celeste S., y que el resultado muerte no ocurrió por cuestiones ajenas a su voluntad, pese a que desplegó acciones idóneas para lograrlo", afirmó el juez Bonanno en el auto de procesamiento.
Para el juez, según la resolución, es probable que el acusado haya querido matar a María Celeste S. para poder robarle dinero y luego cambió la intención y quiso quitarle la vida por el odio a su identidad de género.
El magistrado entendió que Scigliano actuó con desprecio. "Su objetivo no solo fue quitarle la vida a María Celeste S., sino también anular su libertad de expresar su identidad de género. Con este accionar, el acusado expresó un mensaje totalmente despreciable, de odio, que trasncendió una afectacción individual de los bienes jurídicos de la víctima para proyectarse, además, sobre el colectivo de personas que eventualmente puedan sentir que comparten la identidad de género con ella y que expresar su identidad puede ser peligroso para su integridad física y psíquica", explicó el juez Bonanno en su resolución.
En una comunidad hippie
El ataque contra María Celeste S. ocurrió entre las 19 y las 22 del 14 de agosto pasado. El acusado fue detenido 45 días después en Verónica, en el partido de Punta Indio. Fue apresado por una comitiva de la Policía de la Ciudad, con la colaboración de uniformados de la policía bonaerense.
Según fuentes policiales, el sospechoso era cliente de María Celeste. Ella prestaba servicios sexuales a cambio de dinero. En uno de los encuentros arreglaron que él iba a hacerle unos trabajos de refacción en su departamento, situado en Suipacha y Córdoba, en el barrio de San Nicolás.
Cuando, después del ataque, el personal de la Policía de la Ciudad hizo una inspección en el departamento de la víctima, secuestró una moladora que había dejado el sospechoso y se tomaron muestras de manchas hemáticas.
La víctima aportó el número de teléfono del sospechoso. Por orden de la Justicia se ordenó la intervención de la línea telefónica. En una de las comunicaciones interceptadas surgió el dato de que el sospechoso estaba en la localidad de Verónica, a 90 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires.
Detectives de la División Homicidios de la Ciudad estuvieron varios días en Verónica y trabajaron de forma encubierta en la misma comunidad hippie donde se había radicado el sospechoso hasta que lograron detenerlo.
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