Fin de semana sangriento. En solo 48 horas, las balas se cobraron las vidas de siete personas en Rosario, una menos que en todo octubre
Tres de esos homicidios se produjeron en el barrio Stella Maris, donde el centro de salud de la zona debió cerrar por los disparos, con la venta de drogas como trasfondo de los crímenes
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ROSARIO.- En todo el mes de octubre se cometieron ocho homicidios en Rosario, la cifra más baja de los últimos años. Ese llamativo y abrupto descenso de la violencia no duró mucho. En las últimas 48 horas mataron a siete personas, tres de ellas, asesinadas en el barrio Stella Maris, donde el centro de salud de la zona debió cerrar como consecuencia de los ataques a balazos.
El departamento Rosario acumula en lo que va de este año 228 asesinatos. El año pasado, esta ciudad rompió el récord, con 288 crímenes. La violencia recrudeció en noviembre, cuando se cometieron 13 asesinatos, casi uno por día.
El lunes a la noche dos sicarios ejecutaron a un hombre desde una moto en aquel barrio donde repentinamente la violencia se adueñó de la situación. El crimen ocurrió cuando estaba en el lugar el ministro de Seguridad de Santa Fe Claudio Brilloni, que se movilizó al vecindario para tratar de calmar a los vecinos, que estaban consternados.
Fue a las 21 horas, en Juan B. Justo al 8100, a siete cuadras del centro de salud Ceferino Namuncurá, que reabrió el lunes, luego de que suspendiera la atención al público durante el fin de semana por los reiterados hechos de violencia en la zona, incluidos dos asesinatos.
La víctima fue identificada como Alejandro Marcelo Palial, de 58 años. Circulaba en una camioneta Ford Ranger por el barrio cuando fue abordado por dos sicarios que se desplazaban en una moto. Los vecinos aseguraron haber escuchado ocho disparos. La víctima murió en el acto, dentro del vehículo.
A siete cuadras de donde ocurrió el crimen estaba el ministro de Seguridad de Santa Fe. Su presencia no representó ningún tipo de disuasión para los asesinos. Brilloni, excomandante de Gendarmería, insistió con lo que desgrana desde hace tiempo a modo de defensa: “Si tuviéramos los recursos que necesitamos para afrontar tanta demanda seguramente estos hechos no ocurrirían”.
El titular de la cartera de Seguridad fue hasta ese lugar porque durante el fin de semana se produjeron hechos de extrema violencia que obligaron a que el centro de salud cerrara sus puertas hasta el lunes.
La seguidilla
El barrio Stella Maris es blanco de hechos sangrientos desde el fin de semana, cuando se rompió la paz aparente que parecía reinar en Rosario.
El lunes de la semana pasada mataron en la puerta de su casa a Sofía Archilasqui, de 29 años, en un ataque que fue ejecutado por sicarios. Dos días después, cerca de la medianoche, los vecinos escucharon varias balaceras en la zona. Dos hombres resultaron heridos de bala. El viernes se decidió el cierre del centro de salud de José Ingenieros 8590, que fue reabierto después del asesinato de Lorena Itatí Vega, de 42 años, baleada este domingo en Juan B. Justo al 8600 y fallecida en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA).
Vega fue asesinada frente a su hijo. La mujer, de 42 años, murió alcanzada por las balas que dos jóvenes dispararon contra su casa, en el barrio Stella Maris. Uno de los hijos de la víctima posteó en Facebook una despedida a su madre, a la que vio morir en la puerta de la vivienda: “Por qué a mi mamá, por qué? Dios, si a ella la conocía todo el mundo, todos la querían, no se metía con nadie; ¿por qué es tan injusto este mundo, por que a vos, viejita, que eras todo lo bueno de este mundo?”.
Álvaro, el hijo de la víctima, dejó en claro que el crimen no quedará ahí. “Esta no se la llevan de arriba. En este barrio no se mueve una piedra sin que yo me entere”, escribió el joven y abandonó en su texto toda melancolía hacia su mamá para expresar su sed de venganza. “Esto no va a quedar así”, amenazó desde las redes sociales.
La casa de Vega ya había sido baleada el 22 de julio pasado, cuando desde una moto dispararon seis tiros contra la propiedad, donde se sospecha que podría funcionar un búnker de venta de droga.
Brilloni consideró que en el barrio Stella Maris reaparecieron conflictos entre pequeños grupos dedicados al narcomenudeo. “Es un barrio de conflictividad y vulnerabilidad, un lugar donde confluyen muchos factores. Entre ellos, disputas entre bandas dedicadas al narcomenudeo que disputan el liderazgo territorial”, reconoció el ex gendarme.
Walter, un trabajador del Centro Asistencial Ceferino Namuncurá, contó a Radio 2 que a raíz de los hechos violentos que golpean al barrio desde la última semana, trabajan con custodia policial. Dijo que abrieron recién este lunes las puertas –que habían decidido cerrar el último viernes– porque se garantizó la presencia policial entre las 9 y las 17.
“Estamos en un momento difícil, la gente tiene mucho miedo”, dijo el trabajador, que agregó: “A la gente le está costando llegar al centro de salud; hay una merma en la atención con los turnos, estamos en una situación complicada”.
Una de los posibles detonantes de la violencia en el barrio Stella Maris es un reacomodamiento de grupos pequeños que se dedican al narcomenudeo y que pretenden ocupar un lugar vacante que dejó el clan Villalba, diezmado en los últimos años tanto por la muerte violenta de algunos de sus integrantes como también el arresto y encierro de otros miembros de ese grupo.
En septiembre de 2021 el ministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, irrumpió sin avisar a nadie en el gobierno santafesino con una tropa de élite en el barrio Gráfico para detener a gente de esa banda por tráfico de cocaína. La policía bonaerense secuestró 12 kilos de cocaína y fueron detenidos los hermanos Julio y Gonzalo Villalba. Como detalló el diario La Capital, después de ese golpe contra el clan cuatro integrantes de la familia asesinados: Martín Villalba, que tenía 35 años y se movía en silla de ruedas, ejecutado en marzo de 2022, en el barrio Gráfico; Marlén Villalba, de 15 años, y su madre Carmen, de 53, acribilladas en la misma zona en junio de ese año, y Jeremías Villalba, de 21 años, a quien mataron en febrero pasado también en la zona oeste.
Fuentes policiales señalaron que el remanente del clan Villalba decidió mudarse al barrio Stella Maris, donde ahora empezaron los problemas de violencia con tres crímenes en pocos días. Los Villalba tenían relación de parentesco con Sofía Archilasqui, que fue asesinada el fin de semana. La hipótesis que maneja la policía es que la violencia contra este sector que se dedica al narcomenudeo podría haber surgido por una deuda con uno de los proveedores más importantes de Rosario, el expiloto Julio Rodríguez Granthon, de nacionalidad peruana, que está siendo juzgado por segunda vez en los tribunales federales de Rosario.
El clan Villalba está en el negocio de la droga desde hace más de una década. Y desde hace diez años distintos miembros enfrentan causas en la justicia federal. Nunca abandonaron la producción y venta de drogas. Lo extraño es que nadie puede cortar ese brazo de una economía ilegal que irradia en esa zona.
Este grupo narco, que tiene varios líderes, entre ellas a Marcela Villalba, conocida como Colorada, nunca puede ser desmantelado. Es un ejemplo del llamado efecto hidra, como llaman los especialistas a la capacidad por sobrevivir. Si cortan de un lado, la enredadera crece por otro. Siempre se sospecha que esa banda se mueve con la complicidad de sectores de la policía. En 2022 la justicia provincial ordenó más de 20 allanamientos contra personas vinculadas a ese clan. Y no pudieron secuestrar ni un gramo de droga, tampoco ni una sola arma. La sospecha que surgió en ese momento fue que la propia policía había “vendido” los allanamientos.
El crimen de Martín Villalba, que se movía en silla de ruedas, también es parte de uno de los mitos en el mundo narco. Dos jóvenes en moto le asestaron siete tiros. Una versión que manejan investigadores judiciales es que a este hombre lo mataron para robarle un bolso con más de 100.000 dólares, y se sospecha que sectores de la policía participaron del plan.
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