Filicidios e infanticidios: ¿Por qué preocupan a los expertos los asesinatos de niños en la Argentina?
Según los especialistas, el maltrato infantil y el abuso sexual derivan en la forma de violencia más extrema: el asesinato; coinciden en que las causas se relacionan con la “violencia estructural”, profundizada tras la pandemia
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El año pasado terminó con los ecos del drama de Lucio Dupuy, el chico de 5 años asesinado a golpes a fines de noviembre en su casa de La Pampa, y por el que están detenidas su madre y la novia. Y en lo que va de este año varios niños corrieron su mismo y trágico destino. La estadística señala el crimen de una nena de nueve años en Zárate, el estrangulamiento de una beba de tres meses en Lomas de Zamora, el asesinato de un niño de dos años, hallado muerto por asfixia en su casa del barrio porteño de Parque Patricios y el más reciente, este fin de semana, en Tucumán, donde un hombre mató a su hijo de 3 años, carbonizó su cuerpo y después se ahorcó.
Si bien los casos no tienen relación entre sí, expertos en temas de niñez y adolescencia dialogaron con LA NACION y coincidieron en que sus causas obedecen a la violencia social “estructural”, profundizada tras la pandemia del Covid-19, donde la violencia intrafamiliar constituye la antesala de los crímenes hacia la infancia.
“Los infanticidios (asesinato de un niño por su condición de tal) o filicidios (asesinatos a mano de alguno de sus padres. o de ambos) son una práctica muy invisibilizada en todo el mundo en general, y en la Argentina y América latina, especialmente”, afirmó Sonia Almada, psicóloga y presidenta de Aralma, asociación civil que trabaja contra las violencias en la infancia.
Para Almada, la invisibilización de los infanticidios radica en que “los niños no han ocupado un lugar importante en la historia por no ser considerados sujetos públicos y no participar de la vida pública”, ya que “han estado confinados a la vida familiar y escolar” y “desde la Antigüedad han sido objeto de grandes torturas”.
Agregó: “Si bien las humillaciones, los abusos sexuales y los asesinatos contra los chicos están penados por la ley, hoy sigue predominando la mirada del niño como un déficit porque el patrón de referencia es el adulto. El niño aparece como alguien molesto o, a lo sumo, como alguien tierno o gracioso, pero siempre en un lugar de objeto”.
“Ese lugar de ‘objeto’ va armando una narrativa sociocultural acerca de qué es un niño, que pareciera no tener la categoría de ser humano completo. Es alguien a tutelar, a cuidar, a proteger, en el mejor de los casos. Así, aquel que asesina a un niño no está asesinando a un sujeto, sino que se está sacando de encima un objeto”, añade.
Rosario Hasperue, coordinadora del Foro por los Derechos de la Niñez, la Adolescencia y la Juventud, sostiene que las diversas formas de violencia hacia los niños (maltrato infantil o abuso) y su forma más extrema (el infanticidio o filicidio) son “multicausales”.
“Vivimos en una sociedad donde proliferan distintos tipos de violencia, en el marco de una crisis económica que es, en realidad, una crisis de los derechos humanos, porque hay gran parte de la población que no accede a un trabajo registrado, a una vivienda digna, a servicios esenciales, a educación de calidad, y eso se manifiesta en los vínculos humanos”, asegura.
Por su parte, la titular de la asociación Infancia Robada, la monja Martha Pelloni, acuerda en que las causas de los últimos infanticidios se relacionan con la “violencia estructural, empezando por la familia, que es donde comienza a desarrollarse el ser humano”. Y afirma que dicha violencia “fue profundizada por la pandemia” porque “produjo más falta de trabajo y, con ello, más desesperación”.
Violencia intrafamiliar, la antesala del crimen
Según un informe de Unicef, elaborado a partir de un programa que dispone de los datos de la línea telefónica 137 y del canal de WhatsApp del Estado nacional para realizar denuncias, entre octubre de 2020 y septiembre 2021 se registraron 9989 casos de niños y adolescentes víctimas de violencia familiar y/o sexual. Esa cifra refleja un aumento del 15% respecto al mismo periodo del año anterior. La estadística revela que el 74,2% de las víctimas fueron violentadas por alguien de su entorno cercano o ámbito de confianza, es decir que sufrieron violencia intrafamiliar.
“La mayoría de las veces es violencia intrafamiliar que se descarga sobre los niños en la forma de crianza, y que es naturalizada. Por ejemplo, si una madre o un padre maltrata a su hijo en la vía pública, le pega una cachetada o lo zamarrea para que deje de llorar, difícilmente alguien intervenga. Y eso es violencia, una forma de criar a los niños que termina derivando, lamentablemente, en asesinatos, como vimos en las últimas semanas”, sostiene Hasperue.
Por su parte, Almada expresa que la violencia intrafamiliar atraviesa a todas las clases sociales, aunque reconoce que los niños en situaciones de vulnerabilidad están expuestos a mayores índices de violencia, desde el maltrato infantil, del que “no se habla mucho”, hasta el abuso sexual y la muerte.
“Las situaciones de alta vulnerabilidad afectiva y socioeconómica son un barro fértil para que ocurran crueldades, porque cuando los niños están en situación de desamparo, ya sea porque sus padres también lo están, o sus familias no pueden protegerlos porque hay enfermedades mentales, adicciones, situaciones de marginalidad, es lógico que ocurran hechos más violentos porque ahí ni siquiera están garantizados los derechos de los adultos”, explica Almada.
La tesis de esta especialista encuentra asidero en las cifras alarmantes arrojadas por mediciones públicas y privadas en 2021. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el 54,3% de los menores de 14 años, alrededor de 5.900.000 de niños, son pobres en la Argentina. En tanto, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina reveló, en octubre del año pasado, que el 64,9% de los menores de 18 años vivían en la pobreza.
"Las situaciones de alta vulnerabilidad afectiva y socioeconómica son un barro fértil para que ocurran crueldades"
Sonia Almada, presisenta de la asociación Aralma
La titular de Aralma destaca la importancia de que el Estado atienda no solo la forma más extrema de la violencia hacia la niñez (infanticidio o filicidios), sino también el maltrato infantil, que es “moneda corriente en todas las clases sociales”. Y agrega: “Los niños son maltratados física y psicológicamente mediante abusos sexuales, desamparos, negligencias, pero también por padres que se van de viaje durante meses y dejan a sus hijos a cargo de empleados”.
Según Almada, el común denominador es claro: “Hay una forma degradada de tratar a los niños, como si fuesen algo menor que el adulto. Y esta forma de pensarlos hace que se les pueda hacer cualquier cosa, desde vestirlos como uno quiere, hasta mandarlos al colegio que uno quiere, decirles cómo tienen que ser y cómo tienen que pensar, hasta maltratarlos y, en casos extremos, llegar a matarlos”.
Falta de datos oficiales
En la Argentina, el delito de infanticidio fue eliminado de la legislación nacional en 1994. Desde entonces, los asesinatos a niños se encuadran en el delito de homicidio, por lo que no existen datos públicos en la materia. Las estadísticas criminales se agotan en el registro oficial de “homicidios dolosos” (intencionales) del Ministerio de Seguridad de la Nación, que sistematiza la cantidad de hechos y víctimas, pero no desagrega las cifras en subcategorías como “homicidios agravados por el vínculo”, lo que permitiría, al menos, una aproximación a la problemática.
Sara Cánepa, abogada especializada en niñez y adolescencia, asegura que “no existen registros porque en la Argentina no se valora la generación de datos para tener un diagnóstico que permita el diseño y la implementación de políticas públicas eficaces. Por lo tanto, son deficientes los mecanismos de gestión y los presupuestos destinados a la niñez”.
En la misma línea se expresó el Foro por los Derechos de la Niñez, la Adolescencia y la Juventud, a propósito del crimen de Lucio Dupuy, el niño de cinco años asesinado en La Pampa el 26 de noviembre pasado, por el que están detenidas su madre y su pareja. “Se viene advirtiendo que es escaso el presupuesto hacia áreas de promoción y protección de niñez, pero, además, estos presupuestos suelen estar subejecutados. Es decir, se invierte poco y mal”, sostuvo el Foro en un comunicado.
Más articulación, menos violencia
A los casos de asesinatos de niños reportados en las últimas semanas, se suman los crímenes de Yoselín Rodríguez, de 11 años, violada y asesinada en la provincia de San Juan, y de Pamela Julia Flores, de 12, de la comunidad wichi de Salta, cuyo cuerpo fue hallado a la vera de la ruta nacional 81. En ambos casos, los peritajes iniciales revelaron signos de abuso sexual previos al asesinato. Ya sea por razones de violencia estructural o de coyuntura, debido a la crisis socioeconómica profundizada con la pandemia del Covid-19, los expertos prevén que la espiral de violencia continúe en alza y exigen mayor articulación entre las instituciones públicas para atenuar la problemática.
“La violencia hacia los niños es un problema social que hay que visibilizar y del cual hay que hacerse cargo, que se puede prevenir. No hay que llegar al asesinato para tomar noción de las implicancias de las microviolencias contra la niñez”, afirma Hasperue. Y añade: “El Estado, como garante de los derechos de los niños, tiene que estar atento, hacer campañas e intervenir de manera urgente y eficaz ante las primeras denuncias de violencia familiar”, algo que considera posible si se cuenta con “políticas adecuadas y presupuestos correspondientes, ejecutados en tiempo y forma”.
“Es necesario trabajar en red entre todas las instituciones públicas y de la sociedad civil para abordar temas de niñez y adolescencia. Es fundamental la articulación institucional en todos los niveles porque la violencia es estructural y solo se puede abordar integralmente”, sugiere Pelloni.
Por su parte, Cánepa afirma: “Debe implementarse la intersectorialidad en las políticas públicas poniendo el eje de atención en la población de niños. Todos los organismos de gobierno deben generar una base de datos compartida donde se vuelquen las acciones que se van desarrollando, además de jerarquizar las áreas de niñez con personal calificado que no tema por su estabilidad”.
En tanto, Almada pone énfasis en la necesidad de revisar el marco normativo en relación con la niñez. “Me gustaría que se tipificara la violencia sexual en la infancia, que hoy prescribe, y la venta de niños, que no está en el Código Penal como un crimen hacia los niños”, sostiene. Y en cuanto a infanticidios y filicidios, cree que “deberían tipificarse como crímenes de odio hacia la infancia”.
"Es fundamental la articulación institucional en todos los niveles porque la violencia es estructural y solo se puede abordar integralmente"
Martha Pelloni, titular de la red Infancias Robadas
Almada también considera importante la realización de campañas de prevención que “debieran mostrar que no se le puede pegar a un niño, porque es un sujeto de derecho y de deseo al que no se lo puede maltratar”. Además, la experta destaca las campañas contra el maltrato infantil y el abuso sexual porque “previniéndolos se están previniendo las formas de violencia más extremas”.
Y concluye: “Esas campañas podrían hacerse, pero son decisiones políticas; sin embargo, a ningún gobierno parece haberle interesado la infancia. En las propuestas de los partidos, la infancia sigue brillando por su ausencia”.
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