Fernando Cáceres: “La delincuencia entre los jóvenes es un tema social, no de inseguridad”
Fernando Cáceres no se siente una víctima, ni siquiera se permite una queja. Desde 2009, cuando sufrió el intento de asalto que casi le costó la vida, se ocupó, primero, de rehabilitarse para volver a caminar lo antes posible y, luego, de buscar la manera para que chicos, como los que le dispararon, tengan una alternativa a través del fútbol.
“La idea de fundar un club –explicó el exmarcador central del seleccionado, de River y de Boca, entre otros equipos– nació por la necesidad de contención que hay en los sectores más humildes. La delincuencia entre los jóvenes es un tema social, no de inseguridad. El fútbol entretiene mucho, te permite hacer amigos, conocer lugares que uno jamás se habría imaginado. El chico puede tener el apoyo de un grupo, de compañeros que en algún momento pueden llegar a ser amigos. La mayoría de los chicos que eligen el camino equivocado es porque no tienen un grupo que los contenga”.
El 1º de noviembre de 2009, cerca de las 2, “el Negro”, como le dicen todos, conducía su BMW por la avenida Gaona, a la altura de Ciudadela. Un Fiat Siena con cuatro jóvenes –tenían entre 15 y 18 años– a bordo se cruzó en su camino. Una reacción inesperada, una demora o el propio miedo de los atacantes provocó que uno de los delincuentes disparase contra el rostro de Cáceres. La bala entró por el ojo derecho y le perforó la base del cráneo. Lo que siguió fue un tiempo en coma, un par de operaciones maratónicas y varios meses de internación en el instituto Fleni de Escobar. Allí, entre sesiones de rehabilitación cognitiva y de lenguaje, Cáceres se convenció de aprovechar todo lo que había vivido durante 20 años como futbolista profesional; no solo por él, sino por los más desprotegidos.
“Con los chicos que también estaban internados hablábamos mucho de fútbol. Se la pasaban preguntándome cosas. Me daba cuenta de que era un tema que les interesaba. Me pedían que les enseñara o les explicara cuestiones tácticas. Ahí supe que cuando saliera tenía que fundar un club”.
En septiembre de 2012, dos meses después de dejar la internación, Cáceres comenzó a trabajar en un predio cedido por los trabajadores municipales de La Matanza, en el kilómetro 35 de la ruta 3.
“Mi trabajo en ese momento – recordó– era entrenar a chicos que venían de zonas humildes, relegadas, y que no podían practicar fútbol en otro club porque no tenían plata para la ropa o para pagar una cuota. Nosotros nunca les cobramos nada y, aunque cada vez está más difícil, lo mantenemos. Empezamos con 35 chicos y ahora tenemos 250”.
Hoy, Fernando Cáceres Fútbol Club compite en la liga de Luján y la representa en el Torneo Federal C. No tiene una sede propia, pero esperan construir el estadio sobre los terrenos cedidos por un frigorífico en Virrey del Pino. El otro gran sueño es ascender a la B Nacional.
“Tenemos la esperanza –dijo Cáceres– de que alguien se acerque a colaborar. Necesitamos plata para iniciar las obras. Además de la cancha, queremos tener un espacio para que puedan trabajar los chicos. Tenemos un proyecto para que los chicos lleguen lo más alto posible”.
“El Negro” es el presidente del club, pero cuando opina de la parte técnica o da una charla motivadora al plantel siempre lo hace con el aval de los entrenadores. Aunque en esos momentos vuelva a respirar el ambiente de un vestuario, lo que más disfruta es el trabajo con los menores el resto de la semana.
“Organizamos partidos con las inferiores de equipos de primera división para que los chicos vayan teniendo roce. De esa manera aprenden y crecen. Si al chico lo tratás bien y encima lo tenés motivado y le mostrás algo interesante, al otro día va a volver con más ganas”, explica.
Sin necesidad de mano dura
Cada vez que el debate por la baja en la edad de imputabilidad volvió a instalarse, Cáceres se encargó de dejar en claro su rotundo rechazo a la propuesta, aun cuando pudo sentirse con el derecho de reclamar más mano dura. “Yo creo –argumentó– que los chicos no tienen la culpa de todo lo que está pasando. Ellos necesitan oportunidades que no tienen y entonces se escudan en lo más fácil, que es lo malo. Seguro que a lo largo de sus vidas tuvieron problemas y por eso tomaron el camino equivocado. No hay que sumarles más condenas”.
Cáceres está en un estado avanzado de su rehabilitación, momento en que las mejoras no son significativas de la noche a la mañana. “El proceso es un poco más lento ahora –contó–, pero igual estoy haciendo mucho. Lo único que me falta es recuperar el ritmo para caminar y el equilibrio. Se trata de una secuencia de los mismos ejercicios, que pueden ser aburridos, pero igual sé que con paciencia voy a lograr recuperarme del todo. Siempre les digo a los chicos: si yo pude superar algo malo y llegar a estar bien, ustedes tienen que hacer el doble de lo que hice”.
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