Femicidio: “Nos sentimos más inseguras que antes”, dicen las amigas de Úrsula
ROJAS.- El silencio que se replica en las cuadras de esta localidad bonaerense no debe confundirse en estos días con la típica tranquilidad que se impone en localidades que apenas superan los 20.000 habitantes. Eso es aquí parte del pasado. El femicidio de la adolescente Úrsula Bahillo convirtió esa falta de bullicio en las calles en un síntoma del luto de los vecinos, que coinciden en que el crimen de la joven se podría haber evitado.
La tensión en Rojas también está en las paredes de la comisaría, que exhiben pintadas en aerosol frases que marcan un sentimiento colectivo: “La Policía es cómplice”, quedó grabado en esa seccional, escenario de un enfrentamiento durante la noche del lunes, poco después de conocerse la noticia del femicidio. El policía Matías Martínez fue detenido a pocos metros del cuerpo de su exnovia, a quien acosaba en forma reiterada. Los vecinos acusan a los agentes locales de negligencia ante los reiterados pedidos de auxilio de Úrsula.
Así lo expresó Miguel, el abuelo de la víctima. “Era la niña más buena, chiquita e inocentona. Vivió esta pesadilla siete meses y nosotros no lo sabíamos. Yo me enteré hace casi un mes de lo que estaba pasando con su exnovio, y desde entonces ella no paró de denunciarlo”. Está convencido que Martínez fue encubierto por la institución que integraba. “La policía es cómplice, lo podrían haber separado de la fuerza. El tipo tenía denuncias de abuso sexual y nadie hizo nada. Mi nieta lo denunció cinco veces y no se hizo nada. Ahora dicen que un tío de él, policía, archivaba las denuncias. Yo sólo espero justicia, que paguen todos” pidió el abuelo de la joven asesinada en un diálogo con LA NACION.
También una de las amigas de Úrsula señala la responsabilidad policial. Me dieron un balinazo, lo único que saben hacer es reprimir, pero no pudieron evitar el crimen de Úrsula, cuando hubiera sido tan fácil hacerlo”, contó Serena, que fue herida en un ojo al protestar frente a la comisaría. Y agregó: “Patricia, su mamá, es madrina de mi hermana. Jugábamos un montón juntas cuando éramos chicas. Me duele lo que le pasó porque en mi familia tuvimos una situación de violencia y nos podría haber pasado lo mismo, termina siendo una cuestión de suerte”.
La idea de que el femicidio de Úrsula Bahillo se podría haber evitado es constante en las palabras de los habitantes de esta localidad. Exponen que Martínez acumulaba 18 denuncias por violencia de género y, pese a eso, seguía en las filas de la policía provincial. Desde comienzos del año pasado estaba con licencia por recomendación psiquiátrica. Un mes antes del femicidio de Úrsula, había sido denunciado judicialmente por Belén, con quien había tenido una relación sentimental que derivó en constantes amenazas. “Ella lo denunció públicamente un mes antes del femicidio de Úrsula, ahí fue que todas las chicas del pueblo nos enteramos de quién era ese tipo”, relataron Victoria, Agustina y Mercedes, tres chicas de la misma edad de Úrsula, conmovidas por el crimen.
Las tres participaron de las manifestaciones en reclamo de justicia. “Marchamos porque estamos hartas. Se podría haber evitado su muerte, el Estado es responsable de que ese tipo pudiera portar un arma”, dijeron. También padecieron las balas de goma y los gases lacrimógenos de la policía local, incidentes que provocaron la intervención de la comisaría por orden del Ministerio de Seguridad bonaerense. “Nos tiraban a la cara, eso es maldad. El aire picaba en los ojos, nos tuvimos que tirar leche para que pudiéramos ver”, recordó Mercedes.
“El lunes, apenas supimos de la muerte de Úrsula, nos organizamos por WhatsApp y salimos a la plaza. Nos sentimos más inseguras que antes. No puede ser que no te tomen una denuncia porque es fin de semana. La culpa es de todos: la fiscal, la policía, el intendente. Es indignante que el intendente esté encerrado en su casa con custodia y Úrsula nunca la haya tenido”, se quejó Victoria. Ella, Mercedes, Agustina y también Serena coinciden en que van a seguir marchando, con un reclamo de justicia que surgió por Úrsula pero que también fue una forma de mostrar que “Rojas se levantó por primera vez”.
Agustina tomó la palabra para expresar un sentimiento compartido en su grupo de amigas: “Cuando escuchás de un caso lejano te lamentás y pensás ‘perdimos a una compañera’, pero cuando la conocés, y en Rojas nos conocemos todos, te das cuenta que podría ser cualquier amiga, y te da más bronca”.
Y recordaron las palabras que el padre Roberto pronunció sobre el féretro de Úrsula: “Ella murió por la inoperancia, la nuestra, la de la policía, la del que puede estar con miedo en su casa. Pero no va a ser en vano: Úrsula nació como una niña, fue criada como un roble por sus padres y murió como una mártir, para que estos casos no se repitan, para que no haya nunca más otra Úrsula”.