Femicidio: “No me pegues, no me pegues”, los desesperados gritos de una oficial de la Policía de la Ciudad antes de ser asesinada
Por el homicidio de Sol Acuña Bilbao fue procesado con prisión preventiva su pareja, Germán Baigorria, también integrante de la fuerza de seguridad porteña
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Después de salir con una amiga, la uniformada de la Policía de la Ciudad Sol Acuña Bilbao, de 24 años, volvió a su casa de Villa del Parque, donde vivía con su pareja, Germán Baigorria, también integrante de la fuerza de seguridad porteña. Eran las 3 del 1 de este mes cuando la joven abrió la puerta del inmueble. En ese momento comenzó una discusión. Hubo llantos, golpes y forcejos. Ella, desesperada, gritó: “No me pegues, no me pegues”. Dos horas después hubo un disparo, que fue escuchado por los vecinos. La oficial murió de forma instantánea. La asesinaron de un balazo en la cabeza cuando estaba arrodillada o sentada.
En las últimas horas, la jueza en lo criminal y correccional porteña Yamile Bernan procesó a Baigorria, que cuando llamó al 911 dijo que su pareja se había suicidado, con prisión preventiva por el delito de homicidio triplemente agravado por el vínculo de pareja, por haber mediado violencia de género (femicidio) y por haberse cometido mediante el empleo de un arma de fuego. La magistrada trabó un embargo sobre los bienes del acusado hasta cubrir la suma de $ 20.000.000.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales. “El hecho [el femicidio] se enmarca así en un contexto de violencia de género, dado que durante la relación de pareja el imputado ejercía violencia psicológica sobre la víctima celándola incesantemente, revisándole el teléfono celular al punto de tener que borrar los mensajes para que no los leyera, fastidiándose si ella recibía a amistades en la casa en que convivían, y desplegando violencia ambiental cuando se enojaba rompiendo objetos de su domicilio”, sostuvo la jueza Bernan en resolución.
Según la magistrada, en la relación de pareja, Baigorria “ejerció en forma reiterada actos de hostigamiento, intimidación y violencia doméstica y de género contra la víctima”.
Durante la investigación se pudo determinar que Baigorria, que hasta su detención cumplía funciones en Servicios Especiales de Tránsito de la Policía de la Ciudad, siempre interrogaba a Acuña Bilbano sobre con quiénes se reunía cuando no estaban juntos, le revisaba su teléfono celular para saber con quién hablaba o chateaba y le cuestionaba cuando demoraba cierto tiempo en responderle los mensajes.
“Fue en ese marco que en la fecha del hecho, luego de que Acuña Bilbao regresara a su domicilio tras salir con una amiga, se generó una discusión a los gritos en la que Baigorria la agredió físicamente y que se prolongó por aproximadamente unas dos horas, hasta que el encartado tomó el arma reglamentaria de su pareja y le disparó en la cabeza, provocando su muerte”, explicó la jueza en su resolución, a la que tuvo acceso LA NACION.
La víctima, que cumplía funciones en la Comisaría Vecinal 12-B, y el victimario se habían conocido en 2018 en el Instituto Superior de Seguridad Pública, de donde egresaron como oficiales de la Policía de la Ciudad.
En la causa declararon varios testigos. Entre ellos una oficial de la Policía de la Ciudad, amiga de la víctima y relató que “Acuña Bilbao le había contado que tenía que borrar diariamente las conversaciones que mantenía con ella por Whatsapp, ya que Baigorria le revisaba el teléfono”.
La testigo sostuvo que fueron varias las veces en las que, según la víctima, la pareja discutía y Baigorria se desquitaba de manera agresiva, rompiendo muebles y objetos de la casa.
La testigo es la compañera con la que Acuña Bilbao salió la noche anterior al femicidio. La oficial recordó que fueron a un bar y, que mientras estaban allí, su amiga le dijo que estaba discutiendo por WhatsApp con Baigorria porque “le preguntaba por qué había salido y le demostraba su desconfianza, ya que no le creía que estuviese solo con ella, sino que suponía que estaba con alguien más con quien mantendría una relación”.
La discusión continuó cuando la oficial llegó casa de la calle Terrada al 2500. Un encargado que trabaja en un edificio cercano a la escena del crimen declaró como testigo y sostuvo que a las 3.30 del 1 de este mes “escuchó gritos de una mujer que manifestaba reiteradamente ´no me pegues´ y, luego de unos segundos, fuertes ruidos de golpes, pero que no podía precisar si se trataba de muebles u objetos”.
El testigo, después de unos minutos volvió a escuchar los desesperados gritos de la mujer y decidió llamar al 911 y, según dijo, un patrullero recorrió la calle Terrada.
Otra vecina que declaró como testigo también afirmó haber oído, a las 3 del 1 de este mes, fuertes golpes, “similares a golpes de puño sobre una puerta”. La mujer relató que fue hasta su terraza, donde escuchó “fuertes gritos y llantos de una chica”.
La testigo recordó que intentó dormir, pero a las 5 escuchó un sonido similar a un disparo. Volvió a la terraza y pudo oír el llanto de un hombre. Baigorria llamó al 911 y sostuvo que Acuña Bilbao se había disparado en la cabeza.
En una ampliación de su declaración indagatoria, Baigorria admitió discusiones en la relación de pareja, pero negó haber agredido físicamente a Acuña Bilbao y no se hizo cargo de haber tenido actitudes violentas en la casa que compartían.
“Esa madrugada [1 de este mes], luego de salir con una amiga, Acuña Bilbao regresó al domicilio alrededor de las 3. Suscitándose entre ella y Baigorria una fuerte discusión en la que existieron gritos, llantos, forcejeos y golpes que fueron advertidos por los vecinos, y hasta un disparo de arma de fuego. Dicha situación se prolongó hasta que en un determinado momento, en torno a las 5, Baigorria tomó el arma [la pistola asignada por la Policía de la Ciudad a la oficial] y en la habitación de la planta baja apuntó hacia la cabeza de la víctima desde una muy corta distancia y efectuó un disparo cuyo proyectil ingresó en la región temporal derecha y egresó por la región parietal izquierda. De ese modo, provocó en forma instantánea la muerte de Acuña Bilbao”, explicó la jueza en su resolución.
Sobre el disparo que le ocasionó la muerte, la magistrada sostuvo: “Al recibir el impacto, Acuña Bilbao tendría que haber estado de pie, arrodillada o sentada, con su rostro de cara al patio de la vivienda”.
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