Femicida: las escalofriantes cartas del narco que atacó a su esposa en la cárcel
Mientras estaba preso, el expolicía Ramón Oscar Luna planeó detalladamente cómo iba a asesinar a su mujer en la prisión federal de Güemes, provincia de Salta; “Decidí matarme junto a la persona que amo”, decía uno de los mensajes que dejó escritos
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Ramón Oscar Luna era un policía de la provincia de Salta que, por trabajar en una zona de fuerte actividad de narcotraficantes, terminó vinculado con los criminales que ingresan cocaína a la Argentina para enviarla desde el noroeste hacia Europa, Brasil, Chile o Buenos Aires. Fue detenido y encarcelado en el Complejo Penitenciario NOA III, una cárcel federal ubicada cerca de una ruta en la empobrecida ciudad de General Güemes. Hasta aquí, la historia de Luna era tan solo la de otro policía fusionado con las redes criminales que -como se consignó en diferentes informes- se han expandido con fuerza durante los últimos meses hacia el interior de las fuerzas de seguridad provinciales, en las fronteras con Bolivia y Paraguay.
Todo cambió el 17 de enero de 2020 cuando, ya estando preso por una causa de drogas, el expolicía tomó la decisión de cometer un femicidio. “Era consciente de sus actos”, dirían luego los especialistas médicos que lo entrevistaron. Para ese día, Luna acordó y pagó al Servicio Penitenciario para concretar una visita de su esposa en el penal. Le dijo que fuera sola, sin su hija. Escondió el cuchillo, y la esperó. A ese encuentro, tal como se desprende de los datos de la causa, la víctima había concurrido para dar por terminada la relación. Cuando estuvieron solos, Luna la besó, al tiempo que intentó degollarla. Ella comenzó a gritar, lo que provocó la respuesta de dos guardias, que también resultaron heridos con el arma blanca.
El femicida no pudo concretar su objetivo. Y ahora es juzgado por “tentativa de femicidio doblemente agravado por el vínculo y por violencia de género, y lesiones a dos guardias”. En el marco de la investigación, su expareja denunció las amenazas que recibía cuando Luna estaba preso. Además, tomaron estado público las cartas que él había dejado escritas. Los pasajes revelados por la Justicia son escalofriantes, y corresponden a cuatro textos escritos para sus dos hijas, para la madre de su esposa, y para un juez federal. Algunos fragmentos:
“Que Dios, si existe, me perdone por lo que decidí hacer. Los cuidaré a ustedes y a mi hijita desde el lugar que Dios me mande a descansar”.
“Mañana va a ser un día muy difícil para mí y toda mi familia que me quiere… No te sientas culpable de esto, aprende que no hay que tener lástima de nadie, bueno con los buenos y malos con los malos, desde donde esté te iluminaré todos los días”.
“Sé fuerte, yo no perdono, si existe un Dios, él es el único que puede perdonar si uno lo merece. Si no, no”.
“Decidí matarme junto a la persona que amo, no puedo seguir sufriendo acá”.
Ante la difusión de este material y también de la foto del arma del femicidio, desde el Ministerio Público Fiscal de la Nación (MPF) informaron a LA NACION que fue posible avanzar rápidamente en la imputación y el juicio contra el criminal, fundamentalmente, por la coordinación y el trabajo conjunto del área de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta con la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), cuyas titulares son Mariela Labozzetta y Agustina Rodríguez. En esa línea, se informó también que durante las audiencias Luna fue especialmente custodiado porque es considerado un reo “peligroso”.
Sobre este caso, el MPF presentó también un informe en el que se detalló: “En sus declaraciones en el juicio, diferentes peritos confirmaron que, al momento del hecho, Luna era consciente de sus actos. Los guardias que intervinieron en el hecho también fueron determinantes al sostener que el acusado, en todo momento, intentaba liberarse para culminar con su accionar asesino. Luego, ante el interrogatorio del fiscal, terminó por reconocer su accionar homicida”. Según el resumen de la audiencia, el narco y expolicía asumió su responsabilidad con una frase que, aún a la espera de los alegatos, prácticamente terminó por sentenciarlo: “Si así está escrito en las cartas, no voy a negarlo”.
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