Estuvo prófugo siete meses. Así atraparon a Ranita, el jefe de la “Banda de los Peruanos” de la 1-11-14
En la persecución, José Luis Cuenca Beltrán saltó tres medianeras, pero la Gendarmería lo atrapó; el narco, condenado en 2003 por homicidio, había quedado a cargo de la organización criminal del Bajo Flores
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Al ver al grupo de gendarmes frente a la casa en la que se mantenía en la clandestinidad desde hacía siete meses, Ranita quedó perplejo. Su primera reacción fue tomar su pistola 9 milímetros y apuntarles. Quizás pensó rápidamente todo lo que sobrevendría si gatillaba y disparaba a matar. Optó por la heroica: corrió hacia el fondo de la propiedad. La adrenalina de la persecución le dio la fuerza suficiente para saltar tres medianeras y techos de las casas de sus vecinos, pero no pudo escapar a su destino: poco antes de que despuntara el alba, los uniformados de verde lo arrinconaron y lo atraparon en Ingeniero Budge, Lomas de Zamora.
Tras una larga investigación y tras la detención de otros miembros del clan, José Luis Cuenca Beltrán, alias Ranita, fue arrestado en Cafayate 531.
Aunque es argentino, Cuenca Beltrán había quedado a cargo de “la Banda de los Peruanos”, la principal organización criminal dedicada la distribución y venta de drogas en el interior de la Villa 1-11-14, con nexos en otros países.
Ranita ejerció su violento liderazgo después de la detención de Johny Ray Arnao Quispe, alias Pantro, en 2021. Otros integrantes de la organización eran Marco Antonio Estrada González –el mítico Marcos, condenado a 24 años de prisión–; Raúl Martín Maylli Rivera, alias Dumbo, y Fernando Estrada González, Piti, entre otros.
Recientemente había tenido una serie de enfrentamientos con otras facciones narco para mantener el poder del territorio en las entrañas del Bajo Flores. Cuenca Beltrán tenía una condena previa por homicidio simple, dictada en 2003 por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de La Matanza. Se lo considera uno de los sicarios de John Paul Revilla Estrada, alias Burro, sobrino de Marcos.
Integrantes de la Unidad de Investigaciones de Delitos Complejos y Procedimientos Judiciales “Cinturón Sur” durante siete meses efectuaron tareas de inteligencia criminal sobre los teléfonos de dos miembros de la organización –detenidos en 2022– para dar con él. Reunieron variada información de diversas líneas telefónicas, como el registro de llamadas entrantes y salientes, mensajes de textos, impacto de antenas y de celdas, lo que permitió geolocalizar la posición probable en la que se ocultaba Ranita.
Posteriormente, el juez federal Ariel Lijo, con dictamen del fiscal federal Eduardo Taiano y la participación de Diego Iglesias, titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), emitió la orden de captura del prófugo.
Mientras mantenían bajo vigilancia el domicilio de Cafayate 531, los gendarmes vieron en un patio interno de la finca a una persona con características similares a la que buscaban. Ese hombre tenía tatuajes, una marcada cicatriz en la cara, renguera en su pierna izquierda, muy baja estatura y piel trigueña. Esto permitió a los efectivos confirmar que era el prófugo.
Vieron que Ranita corría hacia el fondo de la casa, con una Browning en la mano. Los gendarmes salieron a atraparlo y con la anuencia de vecinos de las propiedades aledañas del lugar consiguieron pisarle los talones hasta que, finalmente, lo arrestaron tres lotes más allá.
Por disposición del juez Lijo, los uniformados hicieron una inspección del domicilio que ocupaba el prófugo, donde secuestraron envoltorios con marihuana, un teléfono celular y otros elementos de interés para la causa.
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