Estafas millonarias: la vida de lujo de C14, el cerebro de una banda de hackers que vaciaba cuentas bancarias
Se sospecha que Alejandro Jakimczuk, también conocido como El Hacker, se hizo de un botín de $35.000.000; fue detenido en una mansión, en Cañuelas, después de una intensa búsqueda de ocho meses
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Un tiempo vivió en Saint Thomas Country Club. Después se fue al barrio cerrado El Rebenque, también situado en Canning, donde pagaba 2000 dólares mensuales de alquiler. Solía manejar un vehículo marca Audi y también un Mini Cooper hasta que se compró un Mercedes Benz E350 modelo AMG. En las últimas horas, Alejandro Jakimczuk, conocido como C14 o El Hacker, fue detenido en una mansión de Cañuelas, donde se había mudado tres días antes. Detectives judiciales, que estaban tras sus pasos desde hace ocho meses, lo definieron como uno de los estafadores digitales más importantes del país. Es, según la Justicia, el cerebro de una organización criminal dedicada a vaciar cuentas bancarias que se habría hecho de un botín de, al menos, 35.000.000 de pesos.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. C14, como se identificaba con sus cómplices en los chats de la app de mensajería instantánea y llamadas Signal, se negó a declarar cuando fue indagado por el fiscal Alejandro Musso, a cargo de la investigación y titular de la Unidad Fiscal Especializada en Investigaciones de Ciberdelito (Ufeic).
La Ufeic, con jurisdicción en Vicente López, San Isidro, San Fernando, Tigre y Pilar, fue creada el 2 de este mes por medio de una resolución del fiscal general de San Isidro, John Broyad.
Musso ya estaba tras los pasos de Jakimczuk desde hace ocho meses, tras la presentación que hizo la apoderada legal de una empresa radicada en Carapachay que denunció la desaparición de 1.500.000 de su cuenta bancaria, a pesar de que ella, no le había pasado las claves de home banking a nadie.
La víctima había caído en la trampa sin darse cuenta. “Se pudo corroborar con el historial de navegación, que la denunciante, al querer ingresar en el home banking del banco donde tenía su cuenta, hizo click en la primera opción que le sugería el buscador, que era de similar diseño a la web de la entidad bancaria, pero con otro dominio”, explicó una fuente judicial.
La denunciante ingresó sus datos (usuario y contraseña) en la web trucha. En forma instantánea recibió un mensaje donde le explicaban que debía sincronizar el token y, después de entregar su contacto telefónico, recibió la llamada de una falsa oficial de cuentas que le sacó la información necesaria para entrar en su perfil de home banking y transferir el dinero.
Detrás del plan criminal estaba la banda liderada presuntamente por C14, informaron a LA NACION calificas fuentes judiciales.
“La actividad de su grupo de estafadores digitales se denomina en la jerga ´vaciadores de cuentas´. Se trata del segmento más rentable, pero a la vez más riesgoso. Adquieren credenciales (usuarios y contraseñas) obtenidas previamente por los ´logueros´, hackers que hacen las páginas falsas de los home banking”, agregaron los voceros consultados.
El dinero obtenido por los “vaciadores” es transferido a cuentas de diferentes bancos y billeteras virtuales a nombres de “mulas”, que “prestan” su nombre para las operaciones a cambio de un porcentaje. “Luego, las bandas de estafadores más sofisticadas adquieren criptomonedas para ocultar los fondos robados”, dijo un detective que participó de la investigación.
En medio de la investigación, el fiscal Musso y su equipo de colaboradores, pudieron bloquear 1.300.000 pesos que la banda pudo sacar de la cuenta de la víctima. Otros $ 200.000, se calcula, fueron convertidos en criptomonedas.
“No se trata de la primera ni la última estafa de C14 y sus cómplices. En zona norte habría protagonizado tres hechos por $ 10.000.000 y, en la ciudad de Buenos Aires, otros siete casos por entre 20.000.000 y 25.000.000 millones de pesos”, agregaron las fuentes consultadas.
Jakimczuk, que se presentaba como trader de criptomonedas, sabía que estaban tras sus pasos. Se sospechaba que recibía información de integrantes de fuerzas de seguridad. Se mudaba periódicamente para evitar ser localizado.
El sindicado líder de la banda no lo sabía, pero su suerte comenzó a estar echada cuando se detuvo a otros eslabones de la organización criminal. Por ejemplo, a una “mula” (una persona que recibía en sus cuentas el dinero robado a las víctimas) le secuestraron el teléfono celular: información obtenida al abrir el móvil fue clave: se identificó a la persona que la había reclutado.
“Identificado el reclutador, en el mismo día se allanó su domicilio y se lo detuvo. De su teléfono celular se recuperaron todas las conversaciones con la persona que se encontraba por encima de él en la organización delictiva. Como particularidad, la banda se comunicaba por Signal y se agendaban entre sí con acrónimos tales como M18, G17, C14. En las conversaciones dejaban en claro las diferentes jerarquías. Se determinó que C14 era el jefe de la banda. Solo faltaba ponerle nombre y apellido”, explicó un detective judicial.
El siguiente paso fue detener al estafador que se presentaba como G17. Cumplí el rol de coordinador de la banda. Fue solo cuestión de tiempo ubicar, a partir de la información obtenida, a C14.
Para ubicarlo se siguió el rastro de los gastos de sus tarjetas de crédito y la activación de las antenas cuando usaba su teléfono celular.
“La ubicación exacta de la mansión, donde se había mudado tres días antes de su detención, se descubrió cuando C14 llamó a la empresa que le brindaba el servicio de energía eléctrica por un corte de luz. En esa comunicación, se obtuvo el número de medidor del cliente asociado y la dirección del inmuble”.
El sospechoso fue detenido por personal de la Estación de Policía de Seguridad (EPDS) Vicente López de la policía bonaerense. En la mansión tenía montado un “laboratorio” con tecnología de primera línea para concretar las estafas y un gimnasio para entrenar artes marciales mixtas (MMA), deporte del que es fanático.
Los investigadores sospechan que C14 se mudaba y cambiaba el auto porque recibía información de que estaban tras sus pasos de parte de personal policial.
“Hace un tiempo, lo teníamos ubicado cuando solía usar un Mini Cooper. Es más, en una filmación se lo registró cuando pasaba por un peaje sin pagar, pero de pronto, cambió ese vehículo por un Mercedes Benz”, explicó un detective judicial.
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