Estado de conmoción. En una misma cuadra del centro de Rosario cerraron dos escuelas y una fábrica de pastas por amenazas narco
La situación inédita se dio este lunes a la mañana, donde a raíz de intimidaciones que llegaron al teléfono de una directora, decidieron no dar clases en dos colegios; enfrente, el comercio gastronómico también fue extorsionado y tiene custodia policial
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ROSARIO. En pleno centro de la ciudad se vivió, este lunes a la mañana, una situación muy particular. Inédita. Y preocupante. En la misma cuadra, en Paraguay al 1200, dos escuelas, la secundaria N°411 Leónidas Gambartes y la primaria Nº 60 “Mariano Moreno”, cerraron sus puertas por las amenazas que llegaron al teléfono de la directora de uno de los establecimientos.
“Cierren la escuela porque vamos a matar a un chico”, señalaba el mensaje, según contó Gabriela Andrade, directora del Leónidas Gambartes. Si no hubiera un contexto marcado por la violencia narco, podría pensarse que es una clásica travesura inoportuna de algún alumno. El problema es que la amenaza es verosímil, ya que la semana pasada hubo colegios baleados.
En la misma cuadra donde están ubicadas las dos escuelas hay una fábrica de pastas, Morano, que tiene un patrullero de custodia en la puerta desde que sus dueños fueron blanco de extorsiones a través de WhatsApp. Decidieron cerrar durante 15 días ante el temor de que el local fuera baleado porque se habían negado a pagar. Reabrieron, con una consigna policial, porque no podían pagarles el sueldo a los empleados. Las dos escuelas y el local de la fábrica de pastas están a solo unos metros de la seccional 2ª, una de las más importantes del centro rosarino.
Los directivos de la escuela Leónidas Gambartes pidieron avisar anoche a los alumnos y padres que se iban a suspender las clases. La amenaza llegó al teléfono de la directora, que luego llamó al 911 y realizó la denuncia en la seccional 2ª, como le recomendaron los funcionarios de la fiscalía especializada en Balaceras. La escuela Mariano Moreno, que está en la misma cuadra, también decidió cerrar. Pero los directivos no lograron avisar a los padres y madres. El fastidio, a primera hora de la mañana, era generalizado: los chicos debieron retornar a sus casas porque las clases estaban suspendidas.
“Es una larga saga, que no para. Primero fueron escuelas en la zona norte; después, en la zona oeste, y ahora, en el centro de la ciudad. Es una situación muy delicada. Ante cualquier amenaza de este tipo debe tomarse nota y no pensar que simplemente es un chiste. Compartimos la decisión de la dirección de la escuela, de informar de la situación y suspender las clases en el día de hoy”, afirmó el titular del gremio de docentes estatales Amsafé, Juan Pablo Cascielo.
Premeditación y sospechas
Desde la semana pasada empezó a imponerse una especie de campaña para generar pánico, focalizada en las escuelas. Si alguien quiere gestar terror, nada mejor que una escuela. El mensaje intimidatorio se multiplica en segundos y alcanza a cientos de familias. Por ejemplo, al colegio Leónidas Gambartes concurren 270 alumnos. Este martes, el gremio de Amsafé realizará una nueva movilización para exigir seguridad y repudiar la violencia. Hace un mes hicieron una manifestación con retención de tareas para protestar y pedir protección luego de que los colegios José Mármol y Rosa Ziperovich, en el oeste rosarino, fueran atacados a balazos.
En la unidad especializada de Balaceras del Ministerio Público de la Acusación (MPA) dividieron la investigación en dos planos, según contaron fuentes judiciales. Una se centra en ataques a balazos contra escuelas, donde, incluso, se dejaron mensajes intimidatorios. Y otra, sobre las amenazas telefónicas, sin acciones concretas. Sospechan que sobre los atentados se empezó a expandir una ola de amenazas que no estaría en manos de grupos mafiosos. El problema es que en este contexto violento recrudece el temor a un posible ataque.
Desde el sábado de la semana pasada había comenzado una campaña de viralización de mensajes falsos en el barrio La Cerámica, en el norte de Rosario. Esto se trasladó luego a toda la ciudad. Los vecinos de la zona norte creían en el flyer que les entraba en los teléfonos, que hablaba de que los crímenes de dos chicos de 13 y 14 años se debía a una decisión de un grupo narco de la zona de empezar a matar al voleo hasta que apareciera un cargamento de 10 kilos de cocaína que había sido robado por narcos.
Todo era mentira. El domingo a la noche, un grupo de vecinos salió a cercar la Cerámica con piquetes. Instalaron ramas y quemaron cubiertas ante el temor de que, como afirmaban, los narcos volvieran a matar dentro del barrio. Lanzaron piedras a los patrulleros. En lugar de protección, irradiaron más terror.
Según los investigadores, el crimen de los dos chicos no había sido al voleo: era producto de una guerra entre dos familias por el control de la venta de drogas en un sector de La Cerámica. ¿Quién había viralizado los mensajes para encender un pánico mayor en el barrio? Luego, empezaron a cerrar las escuelas en la zona norte. Los directivos decían tener miedo. Y las que abrían sus puertas tenían las aulas vacías. Los padres y madres no se animaban a mandar a sus hijos ante el riesgo de un nuevo ataque. Ocurrió algo similar en los clubes, como Sparta y El Torito, de la zona norte.
El jueves pasado, en medio de la ola de mensajes falsos, hubo hechos concretos. Sicarios balearon la escuela Nº 6383 Estanislao López, del barrio Belgrano, donde al otro día los directivos decidieron no abrir las puertas. En el sur de Rosario ocurrió lo mismo con otros establecimientos, aunque el tema no tuvo publicidad en los medios, según contó una directora. Ese día a la noche se viralizaron videos que mostraban hechos sangrientos –algunos falsos, otros no–, en los que se afirmaba que iba a haber “un toque de queda narco”.
Fines oscuros
El gobierno provincial reaccionó a través del ministro de Seguridad, Claudio Brilloni, quien señaló que los mensajes “tienen por objetivo causar intranquilidad a la población con intención espuria”. “No tenemos ninguna información ni indicio que permita ratificar los mensajes”, agregó sobre lo que se viralizó por redes sociales, junto con imágenes de hechos que –cuando se los analiza– no son recientes. El funcionario habló de “irresponsabilidad” y señaló que ya se inició una investigación “para dar con los autores de los mensajes”.
Hay un antecedente al que no se le dio mucha relevancia, en medio del problema endémico de violencia que azota Rosario. En la campaña electoral de 2021 empezaron a sucederse atentados contra estaciones de servicio y escuelas. Parecían atentados seriales, pero sin ningún móvil concreto. No se dejaban mensajes mafiosos y tampoco respondían a extorsiones.
En una causa que investigó la fiscal Valeria Haurigot se probó que parte de estos ataques que buscaban generar conmoción y pánico antes de las elecciones legislativas habían sido planeados por Celestina Contreras, la madre de Ariel Guille Cantero, líder de Los Monos. La mujer “tercerizó” las balaceras en un preso que desde la cárcel de Coronda reclutaba los soldaditos para disparar. Ese recluso era Nelson “Pandu” Aguirre, que mandó a su pareja a buscar el dinero que le daba Celestina Contreras. Nunca se estableció por qué habían atacado ni qué buscaban.
Uno de los ataques armados se cometió el 14 de noviembre de 2021, cuando el Complejo Educativo Santa Isabel de Hungría, ubicado en Cafferata al 4000, fue baleado mientras personal de las fuerzas de seguridad custodiaban las urnas para las elecciones legislativas que se llevarían adelante ese domingo.
También la escuela técnica Crisol, ubicada en Magnano al 6300, en la misma fecha y con la misma metodología. En esta última institución educativa se encontró un cartel escrito con letras rojas con la leyenda: “O se comunican con la mafia o siguen las balaceras”; estaba junto con ocho vainas servidas calibre .380. Estos ataques se hicieron con la finalidad de demostrar poderío, juzgaron los fiscales.
En una conversación que le asignan a Pandu y a su pareja, Brenda, el primero le dijo “¿quién te pensás que está tirando a las estaciones de servicio, las escuelas y eso?” Y en otro tramo agregó: “Ahí la señora te va a dar una moneda. ¿Me escuchás?”.
Brenda Barboza le contestó: “¿Cuánto me va a dar la señora?”, y Pandu le aclaró: “Te va a dar una moneda, y cuando hagamos lo de las escuela te va a dar otra”.
En otra parte de la conversación, el recluso le contó a su pareja: “El Ariel me dio semáforo verde para que cobremos todos los negocios a nombre de él. Vamos y vamos. Negocio que no sea del Ariel, negocio que tiene que pagar. ¿Me escuchás?”
En esta campaña electoral el despliegue de hechos que generan terror no solo parece ir atado a los ataques a balazos contra distintos blancos, sino también a un mecanismo más sofisticado y muy complejo de desarticular, como son la viralización de mensajes por aplicaciones de mensajería.
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