"Estaba barbudo, tenía frío y no veía nada, pero estaba bien"
Los captores lo liberaron en las calles de Adrogué vestido sólo con un pantalón
Eran las 3.30 de una madrugada muy fría en el conurbano bonaerense. Al empresario Daniel Rebagliati sus captores lo acababan de liberar en las calles de Adrogué, en Almirante Brown. El hombre, de 53 años, llevaba una barba descuidada, signo de sus ocho días en cautiverio. Estaba vestido sólo con un pantalón, una remera y medias, sin calzado alguno.
Un chofer de la agencia de remises Chubut, situada en Divisoria al 4600, lo vio perdido y lo rescató. Era el principio del fin de la pesadilla para la víctima.
"El señor [por el empresario] apareció a tres cuadras de la agencia [de remises] donde soy telefonista. Llegó a las tres y media de la mañana y enseguida se comunicó con la familia. Después llamó a la comisaría de Tres de Febrero, que llegó a la media hora. Tenía mucho frío y lo pusimos un rato al lado de una estufa. Estaba bastante entero. Me dijo que fue raptado en Tres de Febrero, que lo interceptaron con una camioneta y lo despojaron de las cosas que tenía", dijo Teresa a los canales de televisión, una de las primeras personas que tuvo contacto con Rebagliati después de su liberación.
Sobre cómo vio al empresario, la telefonista explicó: "Estaba barbudo, con frío, pero estaba bien. Le pregunté si lo habían golpeado y si había comido, le ofrecí un café".
Caminaba medio perdido, sin rumbo, hasta que fue visto por un chofer de la agencia de remises, que lo llevó hasta el local, afirmó a los medios de comunicación Paola, propietaria de la citada remisería Chubut.
Teresa, a su vez, agregó a la prensa: "Lo dejaron a tres cuadras de la remisería, le quitaron la capucha con la que estuvo cautivo y le dijeron que empezara a caminar. Como no veía bien se tropezó y se lastimó un poco la nariz. Me dijo que estuvo encapuchado en todo momento".
Antes de que llegara la policía, la telefonista de la remisería pudo conocer algunos detalles de la vida en cautiverio de la víctima. "Lo único que le sacaron [durante el cautiverio] fueron los precintos de las manos. También dijo que lo trataron muy bien y no me habló del pago del rescate", agregó Teresa, la empleada de la agencia de remises.
Paola, la dueña de la remisería, agregó un detalle que dijo la víctima antes de irse con la policía y su hermano: en el lugar donde estuvo cautivo se oían el cacareo de gallinas y el mugido de vacas.
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