“Esta es tu nueva historia”. Por 10 mil dólares, con papeles falsos y “esposas” de mentira: así los preparaban para obtener la visa a los EE.UU.
La organización desarticulada por la Policía de Seguridad Aeroportuaria en las últimas horas armaba carpetas con documentación y datos apócrifos que permitieran demostrar solvencia y arraigo en el país a quienes debían presentarse a las entrevistas en la embajada norteamericana
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Cuando el hombre entró en la sala del estudio contable, se encontró con que, además del gestor al que había ido a ver, había una joven. “Te presento a tu esposa. A partir de ahora te llamás…” Era demasiado: de repente, debía dejar su verdadero nombre atrás, y su destino estaría atado al de una mujer a la que nunca había visto. Era uno de los precios que debía pagar para conseguir todos los papeles necesarios para obtener una visa y poder viajar a los Estados Unidos como turista, pero para nunca más volver. Había otro precio, claro: los 10.000 dólares que el “gestor” cobraba para armarle la carpeta llena de formularios y certificados que lo convertirían en un ciudadano solvente y con arraigo, condiciones para “aplicar” y obtener el permiso de entrada al territorio norteamericano.
El negocio, cuyo alcance todavía no pudo ser cuantificado, se rompió este miércoles, cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), tras una investigación de más de un año, desarticuló la organización criminal que creaba “historias de vida” con documentación y certificados falsos con los que prometían facilitar el acceso a la B2, la “visa de no inmigrante de EE.UU”.
Por ahora hay tres detenidos: el gestor, un “captador” de clientes y “reclutador” de mujeres para que hicieran el rol de esposas o de madres –se descubrió, incluso, un caso de un menor que viajó con “padres” falsos- y el encargado de falsificar los documentos y papeles que hiciera falta. Como la causa está en pleno trámite, solo es posible publicar sus iniciales: M.A.S., M.E.R. y H.J.V.
Y se avizora que habría más implicados: por caso, contactos en distintas reparticiones públicas y en los registros de la propiedad donde se debían obtener los datos y, eventualmente, los formularios oficiales donde asentar las informaciones e identidades apócrifas.
Todavía no se sabe cuántos pagaron para hacerse de una nueva historia que los presentara como ciudadanos con poder adquisitivo alto y arraigo, requisitos indispensables para aspirar a obtener la visa B2, de visitante. Ni cuántos “compraron” la carpeta de la esperanza, incluso sin saber si bastaría para conseguir el objetivo, ya que muchos tienen turnos de acá a tres años para su cita en la embajada norteamericana en Buenos Aires.
Tampoco se sabe cuántos lograron sortear el escollo migratorio estadounidense. Según pudo saber LA NACION, el Departamento de Estado norteamericano analiza un centenar de casos de ciudadanos bolivianos que viajaron desde la Argentina como turistas, pero que nunca más salieron.
La Justicia federal de Lomas de Zamora, con el auxilio de los detectives de Unidad Operacional de Control del Narcotráfico y el Delito Complejo de la PSA, y la Oficina de Investigaciones del Servicio de Seguridad Diplomática de la Embajada de Estados Unidos en la Argentina, siguen encima de la pesquisa que comenzó hace un año. Fue cuando uno de los hombres preparados por el “gestor” fue descubierto por los oficiales migratorios norteamericanos y se quebró: entonces contó que toda la documentación que tenía era apócrifa y que había pagado 10.000 dólares por ella en un estudio contable de la calle Coronel Esteban Bonorino al 500, en el barrio porteño de Flores.
El “boca a boca”
Ese hombre “perdió”, y fue deportado. Pero su caso puso en marcha la maquinaria investigativa, que comenzó a develar cifras increíbles. Cientos de personas que llegaron a los Estados Unidos. Un número aún incalculable de postulantes que, con identidad falsa y un pasado de fábula, descubrirán hoy, con estupor, que la carpeta que les vendió el gestor acaba de convertirse en papel mojado, en letra muerta. Y un denominador común: prácticamente todos son bolivianos que están “en retirada” de la Argentina, y que apuntan a los Estados Unidos para forjarse un futuro de progreso. Quieren “hacerse la América”. Entrar y ya no salir.
“Este hombre [el gestor] trabajaba en un estudio jurídico que asesoraba a personas en la obtención de visas. Aprendió y vio la veta: se encontró con personas que presumían que no calificarían para pasar el filtro de la embajada. Él atendía solo a bolivianos: desde hace un tiempo que las personas de esa comunidad están en retirada de la Argentina, y buscan un futuro en los Estados Unidos. Van entrando de a uno, intentan hacer reunificaciones familiares allá. Saben que, si entran, ya no podrán salir del país, porque no podrían volver a entrar a Norteamérica. Se aprovechó de esa necesidad y montó un negocio de muchísima plata. Cobraba 10.000 dólares por cabeza”, contó a LA NACION un investigador del caso.
El nombre de M.A.S. era conocido entre la comunidad boliviana. Pero “el gestor” no publicitaba su oferta. El “boca a boca” hacía que los clientes se multiplicaran en la puerta del estudio contable de la calle Bonorino al 500, en la zona sur de Flores.
“Me dijo F… que tú le hiciste la visa. Yo tengo a mi hermano en los Estados Unidos y me quiero juntar con él”. Esa era una explicación típica que M.A.S. recibía cuando le daba cita a un postulante.
Según explicó a LA NACION un investigador que intervino en la pesquisa desde su inicio, M.A.S., de 69 años, era el encargado de recibir a los clientes, explicarles la modalidad y los costos y, luego, prepararlos para aprobar la entrevista en la embajada norteamericana. Les creaba perfiles socioeconómicos falsos que denotaran solvencia y arraigo en la Argentina. Para eso, les conseguían títulos de propiedad -de inmuebles y de autos-, participaciones en puestos gerenciales en empresas o comercios, pasaportes, cuentas bancarias con importantes saldos acreedores, recibos de sueldos o certificados de monotributo de categorías altas. Incluso, certificados de matrimonio. La banda, incluso, reclutaba mujeres para que simularan el rol de esposas.
Uno de los colaboradores de M.A.S. acompañaba a los postulantes a realizar los trámites. A veces se hacía pasar por otras personas para obtener los turnos. Otro era el encargado modificar o falsificar total o parcialmente los documentos oficiales necesarios para completar las carpetas con las que creaban “historias de vida” convincentes para sus clientes, de cara a la cita crucial para obtener la visa norteamericana.
“Ahora que concretamos las detenciones entramos en una nueva etapa de la investigación. Debemos revisar toda la documentación secuestrada y determinar claramente qué papeles fueron falsificados. Creemos que hay muchos documentos oficiales legales, pero a los que les insertaron datos apócrifos para crear las nuevas identidades de los clientes. Hay muchos sellos de escribanías y de oficiales de cuentas que ahora tenemos que analizar. Tenemos que determinar quiénes eran los proveedores de todos estos elementos. Creemos que la banda tenía contactos en cada una de las reparticiones oficiales implicadas”, explicó el calificado investigador del caso a LA NACION.
Otro aspecto de la pesquisa es establecer cuántas personas que pagaron para que les crearan una nueva “historia de vida” para aplicar para la visa lograron viajar y cuántas aún esperan sus turnos para las entrevistas. Aún no se determinó cuándo empezó la maniobra que comenzó a quedar al descubierto hace un año, por un caso fortuito. Es que, antes de la pandemia, la espera para el turno de la entrevista era de meses, pero ahora, con la acumulación de aspirantes tras la suspensión obligada del trámite, se anunció que puede haber demoras de hasta tres años para conseguirlas.
Con el impulso del fiscal federal de Lomas de Zamora Sergio Mola, y las órdenes del juez federal Luis Armella, que subroga el juzgado federal N°2 de Lomas de Zamora, los detectives de la PSA ya realizaron cuatro allanamientos en los que, además de detener a los tres sospechosos de llevar adelante la maniobra fraudulenta, secuestraron 27 sellos (de una decena de escribanos, oficiales de cuentas, instituciones bancarias y organismos estatales), cientos de documentos -pasaportes, partidas de nacimiento, certificados de matrimonio, recibos de cobros, títulos de propiedad-, 10.109 dólares, 612.600 pesos, dos contadoras de billetes, un revólver y 50 municiones. También, tres autos, cuatro celulares, tres notebooks, dos computadoras y otros dispositivos electrónicos.
El director nacional de la PSA, José Glinski, destacó la importancia de este operativo: “Es un aporte no solo por el éxito de la investigación criminal, sino también desde una perspectiva preventiva. Cuánto más se difundan este tipo de acciones, menos riesgos habrá de que familias llenas de ilusiones terminen deportadas y con problemas legales. Ingresar a un país como los Estados Unidos puede pasar de ser un sueño a una pesadilla”.
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