Escuela de Yoga: “Nadie me obligó a tener relaciones sexuales”, dijo una “alumna” del líder de una presunta secta
Marcela Martín ingresó en la organización hace 30 años y negó que sean ciertas las acusaciones sobre trata de personas con fines de expliotación sexual
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Decidió ir a la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) hace 30 años, después de una invitación de su madre, que era alumna de la institución. “Fue a una clase y me quedé”, recordó. Desde hace dos meses, 19 integrantes de la EYBA están procesados acusados de delitos como asociación ilícita, trata de personas con fines de explotación sexuales y lavado de activos. Marcela Martín negó las acusaciones y sostuvo que la “historia que conoció la sociedad es mentira”.
“No, no es verdad que las alumnas era obligadas a tener relaciones sexuales. Nadie me obligó a tener relaciones sexuales por dinero. En 30 años jamás vi una cosa semejante. Ni la vi y ni la presencié. Ninguna de mis amigas ni mis amigos vivieron una situación como la que describe la Justicia”, afirmó a LA NACION Martín, de 56 años.
Para la Justicia, la EYBA recaudaba 500.000 dólares por mes. La mayor parte de los ingresos provenía de la explotación sexual de las “alumnas”. Los “actos sexuales” o “prácticas sexuales”, como fueron definidos por una calificada fuente judicial, no solo sucedían en la sede central de la organización, en un lugar conocido como el “Museo”, sino también en los Estados Unidos y en Uruguay, donde las mujeres eran trasladadas como si fuesen parte de un “harén” para ser prostituidas en manos de hombres de alto poder adquisitivo, entre ellos, políticos y empresarios.
Martín sostuvo que se hubiese ido de la escuela de haberse enterado o ser testigo de que las alumanas eran obligadas a tener relaciones sexuales a cambio de dinero o regalos para los líderes de la insitutición. ”Por supuesto que me hubiese ido. Es una escuela de filosofía. Me interesa el bienestar, me interesa hacer amigos”, contó.
La sede central de la EYBA está situada en un edificio de Estado de Israel al 4400, en Villa Crespo, donde Martín tiene dos departamentos. El lugar fue allanado el 12 de agosto pasado por detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) por orden del juez federal Ariel Lijo, a cargo de la causa. En el expediente, el Ministerio Público está representado por el fiscal Carlos Stornelli y su colega Alejandra Mángano de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).
“Somos 170 alumnos. Desde el 12 de agosto estamos todos presos, nos privaron de la libertad. Algunos están de un lado de las rejas y otros estamos del otro lado”; sostuvo la alumna.
La secta, como fue la definida por la Justicia, según la investigación está liderada por Juan Percowicz, el hombre de 84 años que se hacía llamar “Maestro” o “Ángel”
Martín declaró en la causa como testigo. “La verdad que todo es un invento maquiavélico del señor Pablo Salum. Inventó una historia con la mente perversa que tiene. La Justicia le creyó, se armó una casua a partir de esta historia de terror plagada de mentiras, contradicciones, de odio y maldad”, afirmó la alumna.
Salum fue denunciante en la causa. Sostuvo que su familia fue cooptada por la EYBA. Él mismo pasó parte de su infancia en la secta.
“Muchos de los detenidos ahora eran niños cuando ingresaron. Muchos padres murieron en la lucha, sin poder recuperarlos. No hay peor dolor que el que te roben un hijo”, había dicho Salum a LA NACION tras los allanamientos y detenciones ordenadas por el juez Lijo en agosto pasado.
Martín repitió que todo lo que sostuvo Salum es mentira. “Es grave como comenzó todo. El Poder Judicial escucha a una persona como Salum que solo tiene el objetivo de hacer daño y detrás tiene un interés económico. Es mentira que su familia fue cooptada por la escuela. Su madre vive en el mismo domicilio donde vivió con él. Salum no la fue a visitar nunca más”, dijo.
Martín negó otras de las acusaciones: que los alumnos estaban obligados a entregar grandes sumas de dinero o, incluso, las escrituras de propiedades.
“Nadie debía entregar nada. Los aportes económicos eran voluntarios. Tengo dos departamentos en el mismo edificio donde funciona la EYBA y las escrituras están a mi nombre. No había obligación de hacer aportes mensuales”, dijo a LA NACION Martín.
En cambio, según el expediente judicial, los “alumnos” y “alumnas” de la EYBA que entregar un aporte económico: le decían “el sobre” y, según cada caso, la “contribución” podía llegar a los 10.000 dólares.
“Podemos concluir que nos encontramos frente a una organización criminal que, bajo la fachada de la ‘elevación espiritual’ y la filosofía de la ‘búsqueda de la felicidad’, estaría cometiendo los delitos de asociación ilícita, trata de personas y lavado de activos”, sostuvieron los representantes del Ministerio Público Fiscal cuando le solicitaron al juez Lijo los allanamientos y detenciones.
Pero para Martín todo es mentira. “Es una escuela donde se enseña filosofía como herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas. Los únicos requisitos son no hacer daño a otra persona y no robar. Me gustaría que la sociedad escuche la verdad, hasta ahora escucharon una parte mentirosa y maliciosa”, afirmó.
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