Escándalo. Acribillaron al narco al que cinco policías quisieron implicar en atentados “plantándole” tres armas a un secuaz
Se trata de Leonardo Tripi, que con su hermano Iván -actualmente preso en Ezeiza- integra un clan que domina parte de la zona oeste de Rosario; fue baleado un día antes de que los agentes deban enfrentar la audiencia imputativa
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ROSARIO.- Leonardo Tripi y su hermano Iván, que está preso en Ezeiza, lideran una banda narco en el oeste de Rosario, que tiene como base un barrio Fonavi. “Leo” Tripi fue acribillado durante la tarde de este martes, un hecho que sacudió la ciudad, porque el intento de homicidio se produce horas antes de que cinco policías sean imputados por “plantar” tres armas que usaron en atentados y amenazas contra el gobernador Maximiliano Pullaro a un miembro de la banda de Tripi, a quien los agentes querían perjudicar para liberar el territorio y desembarque otro grupo narco que, según se sospecha, habría financiado la maniobra ilegal de los policías.
“Leo” Tripi se encontraba en la zona del Fonavi de zona oeste, cuando habría sido atacado por dos jóvenes en moto. Lo acribillaron de varios disparos y sus familiares lo llevaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA), donde entró en grave estado de salud. El hecho provocó conmoción entre los allegados a la familia y amigos, entre ellos, Alexis Michell, el hombre al que los policías le “plantaron” las armas. Según señaló la letrada Elma Zapata a LA NACION, que ejerce la defensa de Michell, la familia se negó a ingresar al programa de protección de testigos, que implica para la víctima varias restricciones en su manera de vivir.
Para entender la trama que tiene como protagonistas al clan Tripi y a cinco agentes de la Policía hay que remontarse al 30 de enero pasado, cuando Michell, que se trasladaba en una Toyota Hilux, fue detenido por la policía tras haber visto en un bar el partido entre Newell’s y Lanús junto a Leo Tripi.
La versión “oficial” que se difundió en ese momento apuntaba a que los efectivos secuestraron dentro de la camioneta tres pistolas calibre 9 mm, .40 mm y .380 mm. También incautaron un cartón con un mensaje que decía: “TOE (Tropa de Operaciones Especiales) dejen de joder porque ni Pullaro los va a salvar”. La acusación contra Michell fue la de participar en un ataque a balazos a la sede de esa fuerza de elite el 20 de enero pasado, en un lugar que queda muy cerca de la zona donde viven los Tripi. Pero todo era falso.
La declaración
El relato detallado que contó Michell al fiscal Franco Carbone terminó por convencerlo. Él dijo que los policías lo pararon primero en pasaje Acuña entre Rouillón y Pedro Lino Funes. Los agentes revisaron la camioneta y no encontraron nada. Pero Michell tenía olor a alcohol y le dijeron que debía ir hasta 27 de Febrero y Rouillón, donde iban a hacerle un test de alcoholemia. Era todo mentira, según señaló la abogada Zapata. Lo siguieron dos móviles del Comando Radioeléctrico y en el trayecto se subió un policía en la camioneta. A Michell le llamó la atención el despliegue si era solo por un control de alcoholemia. Pensó que lo querían coimear, pero era más grave la situación.
En 27 de Febrero y Rouillón paró la camioneta y los policías comenzaron a revisarla otra vez. Uno se acercó y le dijo: “Mirá lo que te dejaron en la chata”. Era un bolso donde había tres armas. Luego fue esposado y detenido. Estuvo 15 días preso.
Según advirtieron las fuentes judiciales, el acusado argumentó en la audiencia judicial, que se hizo luego, que las armas las había plantado la policía. De todos modos, fue imputado. Pero en la investigación judicial comenzó a florecer la hipótesis de que lo que decía este hombre podría tener asidero. A Zapata le llamó la atención que cuando declaró su cliente en el Centro de Justicia Penal fuera incesante la presencia de policías que entraban y salían de la sala.
Para el fiscal Carbone los policías plantaron las armas para involucrar en el hecho a una banda rival. No aportó detalles de qué grupo criminal sería el que tramó esta maniobra con los efectivos del Comando Radioeléctrico, que serán imputados por “encubrimiento”. El fiscal aún no tiene en claro si los policías también participaron de los ataques en los que se usaron esas armas. En el Ministerio de Seguridad de Santa Fe señalaron que los agentes no habrían disparado ni organizado los atentados.
Según fuentes consultadas por LA NACION, hay varias versiones sobre quiénes pagaron a los policías. Una apunta a Los Camino, que siempre quisieron ocupar la zona donde Los Tripi tenían el control. Ahí aparece la sombra de un sector de la banda de Los Monos, aliado a este clan. La otra apunta a Francisco Riquelme, que también tiene poder en la zona oeste, fundamentalmente en los barrios Empalme Graneros y Ludueña.
Esas tres armas, según Carbone, se usaron en tres ataques que ocurrieron días después de que asumiera como gobernador de Santa Fe Maximiliano Pullaro, que dispuso un reagrupamiento de los presos de alto perfil en los penales de la provincia, que generaron que se produjeran en las calles atentados y amenazas contra el mandatario provincial.
La seguidilla de balaceras
El primer ataque ocurrió el 12 de diciembre, cuando dos hombres, uno de ellos con guantes de látex, disparó con una pistola calibre .40 contra la sede del Banco Macro en Ovidio Lagos y Saavedra. En ese lugar los atacantes dejaron una amenaza contra Pullaro que hacía referencia al enojo de los presos de alto perfil de la cárcel de Piñero.
Horas después se produjo un ataque similar contra la guardia del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA), con un arma del mismo calibre. Los tiradores dejaron otro mensaje casi idéntico al que habían arrojado en la puerta del banco horas antes.
El tercer ataque fue el 27 de diciembre. Ese día fue baleada la comisaría 19ª de Rosario. Los disparos, según los peritajes, se hicieron con una pistola calibre .380. En una audiencia imputativa, Francisco Riquelme –preso actualmente en la cárcel de Marcos Paz– fue acusado de planear y financiar este ataque. La sospecha del fiscal era que también había organizado los dos atentados previos, pero no obtuvo pruebas para atribuirle esos hechos.
Además en la investigación judicial se detectó que el 20 de enero pasado una de las armas “plantadas” por la policía a Michell, una pistola calibre 9 mm, para balear la sede de la TOE en la zona oeste de Rosario. Ahí también se encontró un mensaje que hacía referencia a la banda de Tripi. Tres días después, con esa pistola tirotearon el bar de una estación de servicio. Y apareció el mismo mensaje.
Tras una serie de peritajes, el fiscal Carbone ordenó el domingo la detención de cinco policías, entre los que hay tres hombres de vasta trayectoria en la fuerza y dos recién ingresados. Uno de los efectivos tenía carpeta médica, pero a pesar de eso se encontraba en la provincia de Córdoba. Este uniformado se desempeñaba en la Oficina de Gestión Judicial del Ministerio Público de la Acusación, aunque antes había pasado por el Comando Radioeléctrico, que era el lugar donde trabajaban actualmente los otros aprehendidos, que serán imputados formalmente este miércoles.
En el medio ocurrió algo que alteró aún más este escándalo de corrupción y narcotráfico: Leo Tripi, a quien pretendían perjudicar los policías fue acribillado en el barrio del oeste donde vive.
Los “capos” del Fonavi
La banda conocida como Tripi opera en los monoblocks del Fonavi Parque Oeste, donde el monopolio de la venta de drogas lo tiene Iván Tripi y su hermano Leo. El primero fue condenado el año pasado a siete años de prisión por el Tribunal Oral Federal Nº2. La distribución de cocaína en el barrio la manejaban desde las cárceles de Resistencia y Ezeiza, donde están presos la mayoría de los integrantes de este grupo.
A este grupo criminal, que es fuerte en la zona donde se produjeron los atentados, es al que querían perjudicar los policías al plantar las armas a uno de sus integrantes para que los acusen de los ataques. Según el fiscal, era para favorecer a un contrario. En la zona oeste operan desde hace tiempo “franquicias” narco de las dos organizaciones más poderosas de Rosario, como Los Monos y Esteban Alvarado, pero también grupos más pequeños, con una cobertura barrial, como Tripi.
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