“Es una boca de lobo”: el temor de los vecinos de Palermo por la inseguridad en la plaza donde apuñalaron a un ingeniero
Reconocen que la situación de inseguridad fue en aumento, junto a la aparición de un mayor número de personas en situación de calle y menos presencia policial
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“Es una boca de lobo”, es la frase que se repite entre vecinos y trabajadores de Palermo sobre la plaza Sicilia, donde anoche fue apuñalado un ingeniero de 42 años que murió horas después, y que elevó aún más la alerta y el temor que viven en la zona donde los cambios de hábito son una constante.
LA NACION recorrió la zona de la Avenida Libertador, entre República Árabe Siria y Ugarteche y habló con personas que transitan a diario la zona. Todos reconocen que la situación de inseguridad fue en aumento, junto a la aparición de un mayor número de personas en situación de calle y la falta de iluminación en la Plaza situada en frente de una de las avenidas más caras de la ciudad de Buenos Aires.
“El parque es una boca de lobo. A ese parque, de noche, ningún vecino va. He tenido que cruzarme ahí, pero te vas tres metros metido adentro y es un bosque oscurísimo”, dijo a LA NACION, María M. una vecina de 60 años que vive en frente de la heladería a la que llegó Mariano Barbiere para pedir ayuda luego de recibir una puñalada en el pecho.
La mujer, que regresaba de pasear a su perra, agregó: “No creo que nadie se meta de noche, a no ser que tenga que ocultar algo. Es muy oscuro y tampoco hay presencia policial, ni de noche, ni de día. Absolutamente nada”.
Algo similar relató a este medio Cecilia Martínez, una vecina que hace ejercicios de running y bicicleta por la zona todos los días. “Me sorprende mucho esto que pasó. Me angustia muchísimo porque yo a veces he salido a correr a 8 y media, a 9 o terminé a las 10 de la noche. Da un poquito de miedo pasar por la plaza, que ya no hay gente. Pero, si es de noche, no voy por la vereda de la plaza, voy por este lado donde están los edificios y hay más luz. A lo sumo voy por la bicisenda, o corro por la plaza de ahí, del Museo de Bellas Artes, o voy hasta el Rosedal”.
“Hay mucha gente durmiendo en la calle o haciendo campamento. No, no paso por ahí”, dijo Cecilia que, al ser consultada si tuvo que cambiar sus hábitos por miedo, aseguró: “Uno va sumando atención. Es como que salís y no vas tan relajado. El celular lo metes en la cartera. No lo llevas en la mano. Pequeñas acciones que como que te van limitando. Yo estoy siempre durante el día, a la noche no se me ocurre pasar por esta plaza. No debiera ser así. Más en la zona donde estamos”.
Sobre si conoce personas que hayan sido víctimas de hechos de inseguridad en torno a la Plaza Sicilia, respondió: “Conozco ciclistas. Por ejemplo, ir al KDT [que está pasando esa plaza], de noche no se puede. Yo no voy de noche sola. Ni por casualidad”.
También María reconoce que cambiaron los hábitos de su familia por la inseguridad: “Tratamos de no volver a la noche caminando, que antes se podía hacer. Si alguien viene en colectivo, vamos a buscarlo a la parada Las Heras y caminamos juntos estas cuadras. Si no, en taxi o en Uber. Hasta la puerta y si no, bueno, tratar de encomendarse a Dios”.
Sobre lo ocurrido a Barbieri, contó: “Sí, la escuché hoy a la mañana recién. Pero bueno, justamente anoche salí a comprar helado, pero un rato antes, una hora antes. Es una zona insegura. La verdad a mí me da miedo volver a caminar a la noche por acá y a la hora de la siesta también. Que son dos momentos con poca policía, se ven situaciones medio peligrosas”.
Héctor Lozada, también es ingeniero y camina a metros de la heladería en donde la víctima pidió ayuda, y le cuenta a LA NACION que hace un año y medio está al frente de una obra que se construye en la zona. “Me sorprendió lo que pasó un ingeniero, colega, 42 años, con una hija que nació hace cuatro meses. Una vergüenza”, dijo.
Daniel tiene 69 años y es encargado de un edificio a 50 metros de donde cayó desplomado Barbieri. El hombre asegura que, a pesar de tener una comisaría a menos de cuatro cuadras, “eso no significa nada, porque policía no se ve”.
Ante la consulta de si es una situación recurrente la falta de efectivos vigilando la zona, respondió: “No, es algo de los últimos meses. Cuando pasa algo, aparecen. Por ejemplo, si roban o se meten en un edificio, aparecen dos días, tres días y después no más. No sé, si los mandaron a otro lado, no habrá suficiente personal, no sé qué será. Pero es así, lamentablemente y la inseguridad es terrible acá”.
“Hay mucha indigencia en la calle, mucha gente en situación de calle y nadie les puede decir nada, ni la policía. Cuando reclamamos nos dicen que tienen orden de no hacer nada. Si llamo al 911 porque hay una persona durmiendo en la entrada, me preguntan si está dentro del edificio, si respondo que no, directamente desestiman el llamado”, se quejó el encargado y agregó: “A la mañana es una lucha acá. Uno no le puede decir nada porque ya se ponen agresivos también. Este es el trabajo de uno. Uno quiere hacer el trabajo y no puede. Se ponen agresivos, es una cosa lógica. Cuando uno los quiere decir, levantate, necesito trabajar”.
El trabajador reconoció que, en la actualidad, el flagelo del robo de motochorros no es tan frecuente en la zona, como sí ocurría en años anteriores. Sin embargo, sí admite que los que roban en la Plaza Sicilia son los mismos: “Los que roban en el parque también son los mismos de siempre. Ahí en el parque a la noche hacen ranchada. Viven en el parque. Ahí es donde lo agarraron al chico este, en teoría. Antes la gente cruzaba, al Club de Amigos por el parque derecho. Y ahora ya no lo hacen más, por miedo. Aparte el parque a la noche es muy oscuro. No sé cómo la gente se va a correr ahí. Las chicas, yo veo las pibas jovencitas que van a correr con el celular, con los audífonos y están regaladas”.
“Igual, es una locura, no podés salir a hacer un deporte porque te pueden matar. Tienen el parque a media cuadra y no pueden salir a disfrutarlo. Acá si no hay mano dura, la inseguridad no la va a cortar a nadie. Lo que pasa es que nadie quiere pagar el costo político. Pero acá lo que hace falta es venir con energía y dedicarse a la delincuencia”.
El robo que terminó con la muerte de Barbieri
Mariano Barbieri, de 42 años, fue asesinado de una puñalada en el pecho que le llegó al corazón por al menos un delincuente que le robó el teléfono celular cuando caminaba por el barrio porteño de Palermo. Si bien alcanzó a pedir ayuda en una heladería de la zona, murió al llegar al hospital, informaron fuentes judiciales, policiales y el titular del SAME.
El jefe de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía de la Ciudad, comisario general Miguel Ángel Fornaro, dijo que la pesquisa se centra en el análisis de las cámaras de seguridad que permitirán saber con certeza si el atacante fue uno o más y para qué zona fugó, lo que es relevante para poder seguir su recorrido mediante imágenes.
El ataque ocurrió cerca de las 22.35 cuando la víctima fue interceptada por al menos un ladrón en la zona de la Plaza Sicilia, en inmediaciones del Jardín Japonés y a metros del cruce de la avenida Del Libertador y la calle Lafinur.
En circunstancias que aún son materia de investigación, al menos un ladrón interceptó con fines de robo al ingeniero civil y le aplicó un puntazo que le atravesó el pecho y le perforó una aurícula del corazón, tras lo cual huyó con el teléfono celular de la víctima.
A raíz del hecho se inició una causa por “homicidio en ocasión de robo” en la que interviene el fiscal Marcelo Munilla Lacasa, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 36.
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